El roscón, una tradición ineludible
Los segovianos siempre han mostrado preferencia por este legendario dulce que esconde una sorpresa y un haba
Dice la tradición que el roscón de Reyes es un dulce que hunde sus raíces en las Saturnales romanas, fiestas dedicadas al dios Saturno con las que los ciudadanos del Imperio celebraban la llegada de los días más largos tras el solsticio de invierno. Con este motivo, se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel que se repartían por igual entre los plebeyos y los esclavos.
Sea como fuere, la tradición del roscón de Reyes ha llegado a nuestros días con muy buena salud. Prueba de ello son las colas, interminables, que se formaron a la puerta de las pastelerías segovianas durante la mañana del viernes, víspera de Reyes. «Es una tradición muy arraigada, que se remonta a tiempos muy remotos. Como todo, ha ido evolucionando, de manera natural. Se innova y el producto evoluciona, inevitablemente», asegura Jesús Manso, pastelero profesional ya jubilado y especialista en este tipo de postres estacionales que tanto tirón tienen entre los españoles. «La base de todo es una buena harina, una buena masa madre. Y para ello, es necesario contar con buenos ingredientes. Lleva mantequilla, leche, y esa masa suele estar aromatizada con agua de azahar. La naranja y el limón le dan también el sabor tan característico». El bollo va después adornado con rodajas de fruta confitada, escarchada o cristalizada de colores variados. «Relativamente reciente es la particularidad de rellenarlo con crema, nata, trufa, chocolate... Ahora todo el mundo lo quiere relleno. Hay una minoría que prefiere llevárselo natural, para mojar en el café o en el chocolate. A mí, personalmente, es la manera que más me gusta», añade Manso.
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La rosca suele llevar en su interior una sorpresa y un haba. Es comúnmente aceptado que quien se tope con el haba queda comprometido a costear el dulce. Esta vertiente legendaria hace del roscón de Reyes uno de los postres más entrañables. En pocas casas falta durante la cena de Reyes o en los desayunos de los días posteriores.
Preparar un roscón lleva su tiempo. «Y, aunque quieras, no puedes hacerlo con un mes de antelación porque tiene que estar reciente, como el pan», afirma Manso. La elaboración entraña una cierta complejidad y, por supuesto, tiempo. «Desde que se hace la masa hasta que se da por terminado, discurren entre dos horas y media y tres horas. Evidentemente, las pastelerías, en sus tahonas, no los hacen de uno en uno», explica el pastelero. Por su experiencia profesional, Manso no duda en afirmar que el roscón de Reyes es uno de los postres preferidos de los segovianos, sino el que más. «No falta en una sola mesa».
Las colas que se han visto estos días en las pastelerías no quieren decir que los segovianos hayan dejado para el final la compra del roscón, porque se vienen vendiendo roscones desde al menos diez días. Para las pastelerías, son fechas marcadas en rojo. «El día clave es el 5. El 5 de enero, víspera de Reyes, se desbordan todas las expectativas», afirma Manso, partidario de que el roscón de Reyes solo se elabore y venda en estas fechas. «Es un bollo muy agradable; de ahí su éxito. Evidentemente, si lo hiciéramos todo el año, perdería su sentido, su esencia, y el postre quedaría desvirtuado. Son dulces que tienen su época, su estación, como los huesos de santo en torno al 1 de noviembre. Aunque es verdad que hay gente que lo pide todo el año... Yo no soy partidario de hacerlo más que cuando corresponde. Lo demás juega en contra del producto. Acabaríamos con él, seguro».
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