Realidad virtual teodosiana para dinamizar la villa de Coca
IE University y el Ayuntamiento plantean un centro de interpretación histórica en un antiguo hospital a través de fondos europeos de cara a crear una industria cultural autosuficiente
Coca no es un pueblo más que cae inexorablemente de la barrera de los 2.000 habitantes. Su pasado glorioso en la época romana es un arma para crear una industria cultural rentable en pleno siglo XXI. Es la apuesta de IE University, que prepara un proyecto de realidad virtual en el antiguo hospital del municipio en el que recreará aquel esplendor de los años de Teodosio el Grande –cuyo nacimiento la historia sitúa en la villa– mediante un proyecto conjunto con el Ayuntamiento, que solicitará fondos europeos para su puesta en marcha y confía en que sirva de imán no solo para sumar visitantes, sino para añadir una industria de actividades paralela que aporte riqueza y vecinos.
Miguel Larrañaga, vicerrector de IE University y el director de su Centro de Investigación de Antigüedad y Edad Media, habla de la utilización del patrimonio y la aplicación de nuevas tecnologías, especialmente la inteligencia artificial. El gran reto es el desarrollo de una industria cultural local sin sacar conejos de la chistera: aspira a «generar dinámicas económicas sostenibles a partir de los recursos existentes». Es decir, patrimonio histórico y naturaleza. Y hacerlo mediante un desarrollo respetuoso: «No queremos crear allí una especie de Disneyland. Tiene que ser entretenido, pero riguroso». Respeto por la realidad histórica, pero también por el presente. «No queremos que aquello se masifique. Es un pueblo pequeño y no queremos que haya una invasión de un turismo no respetuoso».
IE University lleva dos décadas de excavaciones en Coca con la arqueóloga Olivia Reyes. «Conocemos muy bien los recursos arqueológicos e incluso hemos publicado alguna tesis doctoral sobre la villa romana teodosiana». El objetivo es crear un centro de interpretación histórica, no solo de Coca, sino de su Comunidad de Villa y Tierra, donde estarán los espacios de realidad aumentada. «Uno se pone unas gafas y se convierte en un protagonista más. Podrás interactuar con los esclavos de la villa, con la familia imperial romana o visitar las termas». Se sirve de ese bagaje arqueológico en el pueblo para elaborar reproducciones 3D. Habrá un espacio para las industrias tradicionales de Coca: explotación resinera o alfarería.
El legado cultural no es causa suficiente para IE, que busca independencia económica, aunque subraya que el primer impulso vendrá de recursos públicos. «Los fondos Next Generation tienen que servir para iniciar un proceso, pero no puede ser que el Ayuntamiento tenga que estar dependiendo constantemente de fondos públicos para sostener lo que se hace allí. Si el alcalde está pidiendo dinero dentro de 20 años es que el proyecto ha fracasado». Es decir, una industria capaz de sostenerse a sí misma.
Larrañaga, pensando en un público joven con niños pequeños, habla de utilizar un taller de alfarería donde se fabricaban los botes para el pinar. «Nuestro objetivo es rehabilitarlo para que los niños puedan jugar con barro». Diversión con un toque de formación. «¿Por qué no explotar el pinar y realizar itinerarios en poni, caballo o bicicleta?», plantea este profesor de Humanidades, aprovechando una superficie llana. El pueblo cuenta con lagunas conocidas porque allí anidan aves migratorias. «¿Por qué no hacer itinerarios de ornitología?» O, sirviéndose del ejemplo de Segovia, visitas en globo que vayan más allá de la experiencia del vuelo.
Con esas ideas en mente, defiende un tejido de colaboración público-privada que revierta en beneficio de Coca. «Eso no lo va a hacer una Administración, no tiene ni el tiempo ni los recursos». Los cimientos de una industria cultural local. «Personas de allí o de dónde sea que quieran utilizar estos medios». Desde la gestión económica a la continua innovación tecnológica que requiere un centro de realidad inmersiva.
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Uno de los fines del proyecto es frenar la despoblación de Coca. «Los jóvenes se van, les gusta poco estar en el pueblo, solo vienen a las fiestas», resume irónico su alcalde, Fernando Aceves, con un padrón que ha pasado en tres décadas de casi 2.300 vecinos a poco más de 1.700 por el envejecimiento y el éxodo a la ciudad. «Tu vienes un fin de semana y hay 3.500 personas, pero somos 1.740». Su aspiración, tras varias reuniones con la Junta para el Plan Territorial de Fomento, está en el trabajo y la vivienda. El primero no es problema para un pueblo sin apenas paro entre el embutido, la horticultura y la resina, pero sí el segundo. «Hay que hacer vivienda pública para que los jóvenes que queden aquí». A precio asequible para poder también gestar a la prole. «O es barata para que puedan tener familia y que el padrón crezca o palmamos». Porque, techo aparte, no faltan servicios.
El proyecto, que se inició con el equipo de gobierno saliente (PSOE), sigue con el actual (PP) y el apoyo del resto de partidos. El Ayuntamiento firmó con IE University un convenio de colaboración que llevará a la constitución de una comisión integrada por técnicos como el arqueólogo municipal y expertos de la universidad. De ahí saldrá el documento que solicitará fondos europeos, así como un plan de negocios. El objetivo es elaborar el estudio en el próximo curso académico para un proyecto que Larrañaga define como «a largo plazo y en sucesivas fases», pero habla de cuatro años para poner en marcha el centro de interpretación. «A partir de ahí es ver cómo funciona y qué otro tipo de industrias culturales se pueden generar en torno a eso».
El Hospital Nuestra Señora de la Merced lleva cerrado una década después de servir como hospital de peregrinos en el siglo XX con tecnología, entonces puntera, como rayos X que llegó antes que a Segovia. No fue tarea sencilla deshacerse de aquella peligrosa maquinaria a finales de los 90. Con la llegada de los consultorios locales, sirvió de hogar a una comunidad religiosa, pero aquellas monjas se marcharon. Su siguiente huésped será Teodosio.
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