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El Nava lidia cada cambio de año con una característica intrínseca al calendario del balonmano: una pretemporada invernal. Porque enero es el mes de las selecciones –ya sea Europeo o, como en este caso, Mundial– y los segovianos encadenarán siete semanas sin competir, desde que despidieran la primera vuelta el 22 de diciembre ante el Benidorm hasta que reanuden las hostilidades el 9 de febrero con la visita del Anaitasuna. A diferencia de la preparación estival, con una base inicial de carga física, este periodo ha cambiado y es más un trabajo de mantenimiento. Aquello de los turrones y engordar en navidades ha quedado en el retrovisor. Los jugadores tienen una tarea específica para no perder la forma y aprovechar estas semanas como ajuste táctico. «Somos una plantilla responsable, no tenemos que hacer una pretemporada como las de antes, paliza tras paliza. Es una continuidad más amable», resume su técnico, Álvaro Senovilla. No es una pretemporada de gimnasio, sino de pizarra.
El calendario empezaba con dos semanas y media de vacaciones dirigidas –cada jugador tiene su plan, aunque haga otros deportes como correr o montar en bici– para volver a los entrenamientos el 8 de enero. Desde entonces, el final de la semana pasada y esta son de rodaje, una adaptación a la pista. Con la incorporación hoy de Lautaro Robledo, faltan el otro extremo zurdo, Pancho Ahumada, y Mateo Buda, el nuevo portero, que se sumarán al grupo cuando sus selecciones, Chile y Brasil, terminen su periplo en el Mundial. Las ausencias las suple el filial y los otros dos porteros del primer equipo, Luis de Vega y Yeray Lamariano. Las dos próximas semanas servirán para subir el ritmo, con el amistoso que los segovianos jugarán en casa ante el Cuenca el viernes 24 de enero a las 19:30 horas. Y la primera de febrero ya será una semana ordinaria de competición.
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La responsabilidad individual del jugador ha facilitado las cosas a los entrenadores. El preparador físico orquesta el trabajo, bien sea para recuperar molestias o solo para mantener, en un grupo con perfiles heterogéneos. «Los jugadores veteranos saben adaptarse perfectamente a una competición, tienen muchísima experiencia. Y los jugadores jóvenes tienen mucha experiencia dentro de nuestro sistema de trabajo, llevan tiempo con nosotros», explica Senovilla, que explica ese concepto «amable» tanto a nivel físico como deportivo y mental. «Para nosotros era necesario parar, hemos sufrido mucho en el último mes y medio de competición, jugadores con lesiones que jugaban forzando».
Tras una primera vuelta de más a menos en la que pasó de compartir el tercer puesto a ser séptimo, igualando con 16 puntos el mejor registro del club tras una primera vuelta en Asobal, Senovilla marca los tres primeros partidos como una muestra clave para saber si el equipo puede mirar para arriba o limitarse a asegurar la permanencia. Tras Anaitasuna, visitan Valladolid, una pista con cuentas pendientes porque allí cayeron el curso pasado en un partido del que el técnico no está nada satisfecho, y reciben a Logroño, un grande que «siempre mira arriba», aunque haya firmado una mala primera vuelta. «Si hacemos un buen acopio de puntos, podremos ir viendo si tenemos otros objetivos».
A la hora de analizar el bajón en el tramo final de la primera vuelta, el técnico habla de la semana de parón en noviembre, justo tras ganar al Bidasoa, como punto de inflexión, pues llegaron derrotas seguidas ante Ademar y Torrelavega. «Rivales, vamos a decir directos, en esa pelea en la que estábamos. Eso nos lastró».
El Nava anunció el lunes que su nuevo portero, Mateo Buda, ha firmado por lo que resta de temporada y dos más, así que el club tiene ya a dos guardametas con contrato para la próxima temporada, pues el de Dzmitry Patotski, que se perderá lo que resta de curso por su rotura del tendón de Aquiles en agosto, vence en 2026. Con todo, el técnico, Álvaro Senovilla no descarta renovar a Luis de Vega, en función de cómo avance la recuperación del bielorruso en los próximos meses. «Todos nos hace indicar que la recuperación está siendo buena, estamos tranquilos».
Si no sobran opciones en la portería, en la pista, Senovilla pone en acento táctico en que el equipo no se resienta cuando llegan las rotaciones, algo clave en una plantilla tan larga. «Salir de parado a jugar nos resulta conflictivo. Como arrastramos problemas desde hace mucho tiempo, no podemos entrenar esa coordinación. Ahora tenemos el equipo más o menos bien y podemos trabajar para que el equipo esté más preparado y no note el cambio». Perder la línea en unos pocos ataques ha provocado parciales claves en contra. «Lo importante es que seamos un equipo equilibrado todo el rato».
El estado de Mario Nevado e Isaías Guardiola será clave, pues acabaron la primera vuelta tocados, con problemas tendinosos; el rotuliano en el primero, el Aquiles en el segundo. «No se van a solucionar en un corto espacio de tiempo, necesitarían parar mucho más. No queremos que lleguen al problema que ha tenido Óscar Marugán. Su lesión va a seguir persistiendo, nuestro trabajo es contener esa sobrecarga». Ese estado renqueante global llevó a grandes actuaciones de resiliencia en León o Granollers, pese a acabar en derrota. «¿Nos gustaría estar mejor? ¿Nuestra sensación es que podíamos haber sacado algún punto más? Claro, pero no ha sido por el trabajo, sino por circunstancias que tampoco podemos controlar».
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