Lo que oculta el adoquín del eje Catedral-Alcázar

Las entrañas del casco histórico de Segovia custodian los hitos de su pasado. Hay tesoros enterrados a gran profundidad que, después de siglos, han vuelto a salir a la luz en los últimos meses. La reurbanización del eje Catedral - Alcázar ha permitido confirmar lo que cuentan las crónicas antiguas y descubrir lo que hasta ahora era desconocido. Los hallazgos despiertan un mar de preguntas entre los arqueólogos sobre el trazado del canal del Acueducto, la presencia de civilizaciones celtibéricas o las estructuras del desaparecido convento de La Merced, a las que poco a poco se darán respuesta.

«Estamos muy satisfechos con los resultados; han sido meses de mucho trabajo», subraya Luciano Municio, arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León, que ha supervisado las labores. La intervención se llevó a cabo con motivo de las obras de reurbanización de las calles Daoiz y Marqués del Arco, donde los operarios e historiadores trabajaron codo con codo durante 14 meses, entre febrero de 2023 y junio de 2024. «Hemos podido contrastar las distintas ocupaciones que ha habido en la ciudad desde el pasado hasta hoy», especifica.

Había muchas hipótesis que rodeaban el estudio arqueológico y algunas se pudieron confirmar. «Teníamos claro que el canal del Acueducto se debía conservar prácticamente en su totalidad», declara. Tan solo se preveían algunas salvedades a modo de parches con motivo de las roturas y averías que se han sucedido a lo largo del tiempo. La documentación «completa» de sus 700 metros recorrido y cobijas era una prioridad clara, lo que dio como resultado algunas sorpresas «y otras no tantas».

Por ejemplo, se encontraron acometidas de época moderna y otras más recientes que han alterado el registro arqueológico existente en la zona. «El canal que hemos podido ver se refiere indudablemente a la obra que se hizo por iniciativa de la reina Juana I, que ordenó que el agua llegase desde el Acueducto hasta el Alcázar», explica. También se han descubierto aljibes y otras conducciones más antiguas «en apariencia», lo que podría indicar que hubo un trazado previo en época medieval e incluso romana.

Municio se refiere a estos periodos porque hay «información contrastada» sobre la existencia de un gran edificio romano en la plaza de la fortaleza segoviana, bajo los cimientos de la antigua catedral románica. Son vestigios que justificarían la llegada del agua a este espacio de la ciudad en tiempos remotos, pero para confirmarlo «nos falta realizar un contraste claro en futuras intervenciones bajo las casas de esas calles».

Antes de profundizar en el subsuelo de uno de los ejes turísticos más transitados de la capital, los investigadores realizaron estudios de georradar en un intento de desvelar los restos ocultos. «Esa ha sido la parte menos productiva del estudio, pues no hemos encontrado nada nuevo», lamenta el arqueólogo. El continuo removimiento de tierras al que se ha sometido la calle Daoiz y otras adyacentes con el paso de los años, así como la roca somera del recorrido, han sido un «hándicap» que ha dificultado en gran medida la labor para establecer una secuencia precisa de las diferentes ocupaciones en Segovia.

Los objetos que han aparecido a partir de las siete catas realizadas marcan un arco de tiempo muy amplio, desde la épica celtibérica hasta la actualidad. Municio hace hincapié en el hallazgo de algunos materiales cerámicos de corte «claramente árabe y no mudéjares», que se corresponden con la época gloriosa del califato de Córdoba. «Eso señala una presencia árabe hasta cierto punto importante en este sector de la ciudad», especifica.

El avance en el trabajo de campo del equipo arqueológico, formado por tres profesionales que han sumado refuerzos «cuando ha sido necesario», concluyó con la excavación en un área abierta y amplia en la plaza de la Merced. Los investigadores tenían todas las esperanzas puestas en esta ubicación del recinto amurallado y finalmente se han cumplido las expectativas. Esto se debe a que se ha podido documentar por primera vez una parte de las estructuras perimetrales en el lado norte del desaparecido convento de frailes mercedarios, lo que permite conocer sus dimensiones.

La culminación de la intervención tuvo un colofón inesperado, ya que entre los cimientos del antiguo convento se hallaron restos humanos, lo que obligó a paralizar momentáneamente las obras. «Ha sido la principal anécdota», considera Municio, quien detalla que se descubrió una inhumación de un individuo en el interior de una fosa picada en roca. «Era un sitio muy raro para encontrar un enterramiento aislado», aclara. Tampoco se remontaba mucho tiempo atrás, ya que las cerámicas dispuestas justo al cráneo y los huesos encontrados permitieron situarlo en la primera mitad del siglo XIX.

Son múltiples interpretaciones las que se han hecho en torno a este hallazgo. «Los restos estaban completamente envueltos en capa de cal pura, lo que nos sugiere una práctica higienizante o sanitaria», comenta el arqueólogo. Es un hecho coincidente con las enfermedades de tipo infecciosas y epidemias peligrosas que se propagaron en las primeras décadas de 1800, como es la tuberculosis, fiebre amarilla o cólera.

La situación del enterramiento obliga a dar respuesta a otras dudas. El actual cementerio de Segovia se inauguró en 1821, pero tres años después se produjo un cambio en la política española al llegar a su fin el gobierno liberal y restaurarse el absolutismo. «La represión de todo lo liberal incluía las obras que se habían hecho», como es el camposanto, remarca. «Eso podría justificar que la gente buscase ámbitos sagrados para los enterramientos y no parecer sospechosos de ser liberales a la vista de los gobernantes», concluye.

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