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Vecinos de Vellosillo acuden a por agua a una fuente. El Norte

Ocho días sin agua en cuatro pedanías de Segovia: «Ya no me acordaba de cuando te lavabas en una palangana»

Los 200 vecinos de Vellosillo, Tanarro, Perorrubio y Duratón sufren cortes frecuentes por una red de 1971 «obsolteta»

Miércoles, 23 de julio 2025, 08:21

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Una semana después, los 200 vecinos que viven en cuatro pedanías de Sepúlveda –Perorrubio, Vellosillo, Duratón y Tanarro– pasaron al primer plano y acabaron en la tarde de ayer por movilizar a Canto Blanco, una zona reconocible por una gran piedra, a la plana mayor de la Diputación de Segovia, con su presidente, Miguel Ángel de Vicente. Allí había reventado el martes pasado una tubería que trae el agua de Arcones desde 1971, la última avería de una zona con un padrón humilde. Por eso cuenta los días sin agua y la década pasada llegó a acumular un año con 50. Esta vez son ya ocho seguidos. Pese al paliativo del agua embotellada, llevan una semana llenando garrafas en el manantial para la huerta, la cisterna o ducharse. Hoy anotarán el día 9.

De las cuatro localidades sin agua, Vellosillo es el mas afectado, pues el resto tiene depósitos que se han ido abasteciendo puntualmente con camión cisterna. El agravante es que llueve sobre mojado. «Es un continuo ir y venir de averías», subraya la presidenta de la Asociación de Vecinos de Vellosillo y representante de la localidad en Sepúlveda, Silvia García, con el grifo seco desde la madrugada del pasado lunes al martes. Tras una semana de búsqueda, el rastreo llevó a una mancha de agua, el informe forense de un reventón en una vaguada por la acumulación de piedras y raíces. «Difícil de encontrar, la gente que ha estado trabajando sin parar merece un aplauso». La previsión es que el suministro vuelva hoy. «¿Saldrá otra rotura? Te garantizo que, si no es mañana, será dentro de un tiempo. El problema real es que la red está obsoleta. Nosotros hemos hablado con la Junta y nos dicen que como hay muy poca población no van a hacer la inversión. Si no aseguras ni el abastecimiento de agua, quizás sea normal que no haya vecinos».

Un vecino carga su coche con garrafas de agua. El Norte

Los paliativos consistieron en entrega de agua embotellada cada mañana. Sepúlveda se salva porque tiene un punto de suministro alternativo. «Dime tú qué haces con dos garrafas de cinco litros al día en pleno verano». La rutina de averías ha llevado a muchos a hacerse con depósitos. «Si te planteas vivir en un pueblo abandonado de la mano de Dios, necesitas infraestructura». Silvia tiene uno, pero no es lo común. Ella, de 54 años, es la más joven de un pueblo plagado de jubilados. Su tía, de 94, utiliza esos diez litros para beber y cocinar. «Luego te quedan cisternas, aseo personal, lavado de platos... La gente se está duchando como los gatos». Sepúlveda sacó un bando poniendo las duchas de su polideportivo a disposición de los vecinos afectados, una oferta que «ha indignado bastante».

El paliativo de Vellosillo es una fuente, a un kilómetro de las viviendas, donde las generaciones anteriores bajaban con las mulas y los cántaros. «Estamos volviendo a los años 40, esta vez con coche y garrafas». Algunos mayores lo hacen con ayuda; otros no delegan, como un anciano que tropezó y fue rescatado de un golpe mayor por otros que le acompañaban. Otro con un pozo en casa se hizo una brecha en la cabeza porque saltó la cadena. Una vecina de unos 80 años tiene una pequeña huerta y llena 40 garrafas al día para alimentar a sus tomates: dos viajes, el primero a las siete de la mañana, con su marido para llevarse 200 litros.

Los depósitos tampoco son una panacea para los otros núcleos. El de Tanarro no se llenó hasta el fin de semana y duró dos días. Así que Matías Burgos estuvo sin ducharse desde el martes hasta el sábado. Ha sobrevivido porque trae reservas de agua de Madrid, su residencia habitual, aunque pase en el pueblo casi cada semana. Y a que, como otros vecinos, tiene un pozo. Así se ha abastecido un pueblo con unas 30 casas hasta que llegó el fibrocemento. Y con las garrafas que llegan a eso de las 11 a su trinquete municipal, un frontón de origen navarro. Un grupo abandonó el domingo la casa rural en la que se encontraba durante el fin de semana. Otros alojamientos han cancelado reservas y los restaurantes han avisado a los clientes.

Así las cosas, Matías volvió el lunes a Madrid, aunque solo fuera por asegurar la ducha. Estuvo empadronado en Tanarro, cambió su adscripción a la capital. «Sepúlveda no ha invertido ni un euro y los impuestos son los mismos. Me borro. Tengo pensado ir el jueves. Y mi hija, el fin de semana, pero como no haya agua, no va». Lo dice alguien que nació allí y solo se marchó tras la mili. «Ya no me acordaba de cuando te lavabas en una palangana».

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