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Las protagonistas de este reportaje, en el campus María Zambrano. Antonio de Torre

Nunca es tarde para aprender

Más de cuatrocientas personas mayores de 55 años estudian en la Universidad de la Experiencia

Manuel Pacheco

Segovia

Lunes, 29 de septiembre 2025, 18:43

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El Programa Interuniversitario de la Experiencia (PIEX) es una actividad formativa dirigida a los mayores de 55 años promovida por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta. En el caso de Segovia ha establecido un convenio con la UVA para que puedan disfrutar de una formación permanente a lo largo de la vida. Muchos de estos veteranos estudiantes no pudieron cursar una carrera y de esta manera entran en contacto con la universidad. Este año se han superado todos los registros con 450 matriculados en el campus María Zambrano, quedándose sin plaza más de doscientas personas, aunque pueden participar en algunas de las actividades programadas durante el curso.

El PIEX está estructurado en tres cursos con diferentes asignaturas impartidas por setenta docentes de la institución académica que «están comprometidos con un proyecto que es también social», como destaca la coordinadora Inés Monreal. Al finalizar esta etapa reciben la banda como reconocimiento a la graduación.

Por otro lado, hay que sumar cuatro itinerarios centrados en distintas temáticas para los egresados: Geografía, Historia y Arte; Cultura, Ciencia y Sociedad; Grandes Obras y Grandes Autores, y el último que se ha incorporado este año como Ciencias Sociales.

Mari Carmen Rodríguez se matriculó por primera vez cuando se jubiló en 2016. Cuando era joven no pudo cursar estudios superiores, aunque le hubiera gustado estudiar en la universidad; pero «en aquella época resultaba imposible porque suponía ir a vivir a Madrid, no es como ahora que pueden ir y venir». De esta manera ha conseguido materializar ese deseo que no pudo cumplir en su momento. «Es una satisfacción porque al final puedo hacer lo que me hubiera gustado cuando era joven y no pude; aunque ahora sea diferente, disfrutas aprendiendo».

La mayoría, mujeres

Otra de las compañeras, Conchi Barreno, vivió una situación similar. Le hubiera gustado ir a la universidad, pero sus padres «no se lo podían permitir y la única que pudo estudiar algo fue mi hermana pequeña».

La mayoría de las estudiantes son mujeres que tienen ganas de aprender. Algunas ya se conocían previamente, pero también aprovechan estas clases semanales para conocer gente nueva y ampliar el círculo de amistades. Conchi Barreno lleva casi una década en este programa, «empecé en el antiguo edificio de Magisterio porque una compañera de trabajo me animó a participar». Pilar Ponce tenía ilusión por apuntarse desde que cumplió los 55 años, pero al seguir trabajando con horario partido no pudo incorporarse hasta que unos meses antes de jubilarse.

Por su parte, María Jesús Palacios se apuntó por primera vez en 2019 porque «tenía inquietudes por aprender y me parecía que este era un buen sitio». Ese curso no pudo finalizarlo por la pandemia, pero posteriormente lo retomó y comenta con ilusión que «el año pasado pude graduarme y este curso voy a continuar con uno de los itinerarios una tarde a la semana, que es lo que hacemos cuando ya nos hemos graduado». Al margen de los conocimientos adquiridos destacan las relaciones personales ya que «en un principio tienes un grupo conocido, animas a otras amigas y luego vas ampliando el círculo, eso también es muy bueno porque te llena», destaca Pilar. Inciden también en el esfuerzo de la coordinadora, Inés Monreal, porque «los años que lleva está arrasando, hay que reconocerlo». Recuerdan la etapa del antiguo edificio de Magisterio cuando ella les impartía un taller de música, el de lectura de Juan Antonio del Barrio o una representación teatral que impartía un profesor de Derecho como si se tratara de un juicio.

Convivencia intergeneracional

Las clases y conferencias de la Universidad de la Experiencia se desarrollan por la tarde de lunes a viernes, compartiendo el mismo espacio del campus con los jóvenes estudiantes. Cuando se cruzan por los pasillos se saludan muy correctamente, pero en la mayoría de las ocasiones no entablan conversación, aunque María Jesús destaca una de sus vivencias con la juventud estudiantil ya que «yo no sabía dónde se hacían las fotocopias y fueron tan amables que les pregunté y me llevaron a la reprografía». Destaca que, a pesar de la diferencia de edad, «somos uno más de esta universidad».

Al margen de la teoría que se imparte en el aula, el programa se completa con actividades culturales que se desarrollan a lo largo del curso. Han tenido la oportunidad de visitar diversos monumentos, tanto en Segovia como en provincias limítrofes. Han recorrido desde los Jardines y el Palacio de La Granja al Museo de la Ciencia en Valladolid, o el teatro y la ópera en el Palacio Real de Madrid.

Las cuatro coinciden en que es una iniciativa muy positiva que tiene mucho tirón. Subrayan la labor del profesorado porque «se les nota que trabajan muy a gusto». Alfonso Gutiérrez, catedrático de la Facultad de Educación, fue de los primeros docentes en los compases iniciales de esta iniciativa, cuando estaba en la Casa de la Tierra, hace veinte años. Actualmente imparte clase tanto a los estudiantes de grado como a los del PIEX. Para él la gran diferencia es la motivación ya que «algunos universitarios no sabes el nivel motivacional que tienen porque lo que necesitan es aprobar y les puede llegar a interesar más que el aprender». Por otro lado, «lo bueno del PIEX es que no hay calificaciones, el que está es porque quiere, te encuentras con un grupo interesado y agradecido».

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