«En un momento así no piensas, solo actúas»
Los guardias civiles José Ramón Ferradas y José Luis Carballo salvaron la vida a un vecino de La Granja que sufrió un infarto en la calle. «No somos héroes», dicen
Su heroica acción saltó hace unos días a los medios de comunicación: una patrulla de la Guardia Civil de San Ildefonso había salvado la vida de un hombre que estaba sufriendo un infarto en plena calle. Cuando se percataron de lo que pasaba, los agentes se bajaron del vehículo y cogieron el desfibrilador del cuartel, que se encontraba a apenas cincuenta metros. Asistidos por algunos viandantes y miembros de Protección Civil, consiguieron con masajes cardíacos y numerosas descargas que el paciente recuperara el pulso y mantuviera la respiración autónoma hasta la llegada de los sanitarios, que lo trasladaron al Hospital General de Segovia, donde ingresó con pronóstico grave pero estable.
El teniente José Ramón Ferradas y el guardia civil José Luis Carballo coprotagonizan esta historia con final feliz. El ciudadano al que atendieron, de 64 años, continúa ingresado, aunque evoluciona favorablemente. «¿Héroes? No. Nosotros solo somos dos guardias civiles afortunados de haber podido contribuir a salvar la vida de una persona. Nada más», afirma Ferradas.
Ocurrió la tarde del pasado 7 de octubre, en la plaza de España de La Granja. «Frenamos bruscamente. Un ciudadano se acercó a nosotros para decirnos que había un señor tendido en el suelo, que tenía problemas para respirar, que podía tratarse de un infarto. Lo primero que hicimos fue llamar y pedir una ambulancia, y mi compañero se fue corriendo al cuartel en busca del desfibrilador. Las personas que rodeaban al paciente lo habían puesto en posición lateral de seguridad y comprobé que, efectivamente, podía estar sufriendo un infarto. No tenía constantes vitales», narra el teniente de la Guardia Civil. «No respiraba y le pusimos los parches del desfibrilador», añade Carballo, que llegó a temer por la vida del hombre: «Tras la tercera descarga, habló un poco, pero inmediatamente volvió a perder las constantes vitales y pensé que se moría. En realidad, son momentos en los que puede pasar cualquier cosa. Lo teníamos conectado al desfibrilador, que es un apoyo importantísimo, vital, pero no sabes cómo puede reaccionar el cuerpo humano».
Entre la acción de los guardias civiles y la atención que posteriormente prestaron los sanitarios que llegaron en la UVI móvil debió de transcurrir algo más de una hora. El paciente salió de San Ildefonso estabilizado. «Lo atendieron allí mismo. Traían otro desfibrilador y lo tuvieron un rato largo dentro de la ambulancia. En un primer momento estábamos solo nosotros, junto a otros ciudadanos, pero luego llegaron voluntarios de Protección Civil de San Ildefonso y personal sanitario del centro de salud. Fue un rato largo y angustioso, porque había momentos en que recuperaba la consciencia para después volver a entrar en parada cardiorrespiratoria», explica Ferradas.
El desfibrilador fue fundamental. De ahí la importancia de que haya muchos. El que los agentes utilizaron estaba en el cuartel de la Guardia Civil. «En su día, el Ayuntamiento del Real Sitio compró varios desfibriladores y los repartió por distintos puntos: los centros educativos, el Palacio Real, la propia Casa Consistorial... Uno de ellos fue adjudicado al cuartel. Probablemente, sin esta herramienta, el hombre hubiera fallecido», advierte el guardia civil Carballo. «¿Suerte? Las circunstancias fueron favorables. Estábamos ahí en ese momento y el desfibrilador no estaba lejos. Pudimos actuar con rapidez, colocarle el aparato e iniciar las maniobras de reanimación», señala su compañero.
En momentos tan decisivos es clave mantener la serenidad, aunque no haya tiempo para pensarlo demasiado. «No piensas, actúas. Sabíamos que teníamos el desfibrilador y comprobamos qué estaba ocurriendo, si se trataba o no de un infarto. Te centras en la maniobra de reanimación y en hacer todo lo posible para que esa persona sobreviva», afirma Ferradas. Después, tampoco hay momento para sentirse del todo satisfecho. «Reconforta haber ayudado, pero cuando se lo llevaron nos quedamos preocupados por él, porque estaba muy grave. La preocupación seguía ahí. Su esposa nos dijo al día siguiente que se lo habían tenido que llevar a Valladolid. Después, por la propia familia, hemos sabido que ha vuelto al Hospital General de Segovia y evoluciona favorablemente», desvela el teniente.
El paciente reside en La Granja. Las muestras de agradecimiento de familiares y vecinos han sido constantes, pero los agentes reiteran hasta la saciedad que solo hicieron lo que debían. «Yo intervine en un caso parecido a este, aunque a la víctima no llegó a sobrevenirle el infarto», cuenta Carballo. Los agentes subrayan la importancia de formarse en primeros auxilios y agradecen el reconocimiento de la sociedad hacia la Guardia Civil. «Habitualmente, recibimos muestras de agradecimiento por otros muchos servicios. La población sí es consciente de lo complicado que es actuar en situaciones para las que no estamos especialmente preparados, porque nosotros nos encontramos de todo, y para todo es muy difícil estar preparado. Somos guardias civiles, no médicos o bomberos. Cumplimos con nuestro deber y no buscamos el reconocimiento, si bien agradeces las palabras de apoyo y aliento».
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