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El Mercado Barroco de La Granja expande su atractivo internacional
El evento está «más que consolidado», con más de 25.000 asistentes solo a la cita, a los que hay que añadir el turismo habitual de fin de semana y las visitas a las fuentes
El Real Sitio de San Ildefonso ha vuelto a izar el telón cultural de la temporada estival con un viaje en el tiempo en el que el visitante se siente en la vida cortesana de la segunda mitad del siglo XVIII. La Ilustración ha resplandecido este fin de semana en las calles, plazas y rincones de la localidad segoviana gracias al Mercado Barroco, que después de 22 ediciones es un acontecimiento «más que afianzado y consolidado». Basta con pasear por las abarrotadas rúas de La Granja para intuir la dimensión que ha adquirido en la programación cultural del centro de la península.
Un predicamento y reconocimiento que el alcalde, Samuel Alonso, cifra en más de 25.000 asistentes solo a las actividades propuestas dentro de la programación del mercado. «Si se les suman los turistas que normalmente vienen un fin de semana y los 7.000 u 8.000 de las fuentes [de los Jardines Monumentales del Palacio Real], las visitas se disparan».
Lo que ofrece el Real Sitio de San Ildefonso en este primer fin de semana de cada mes de junio desde hace veintidós años es una experiencia de inmersión histórica. La ambientación tiene buena parte de su trabajo hecho gracias a un núcleo urbano dieciochesco, a una arquitectura y un patrimonio inigualables y a la implicación de los vecinos en el ornamento de las rúas, balcones, sin olvidar el ejercicio mimético de unas vestimentas de época que fidelizan aún más la recreación histórica, cultural, artística y lúdica del Mercado Barroco.
El alcalde subraya «el auge» que ha alcanzado la cita, ya no solo por el volumen de turismo que genera, sino porque «se observa que cada vez vienen más personas de otros países». El reclamo del viaje en el tiempo al siglo XVIII, del cortejo de las doncellas, de las tabernas a pie de empedrado y de los nobles y caballeros cotiza al alza fuera de las fronteras nacionales, convirtiendo el Mercado Barroco de La Granja en un foco de interés «cada vez más internacional», asevera Alonso. La expansión del atractivo es un paso más en la evolución del evento, que conforme ha sumado ediciones también ha ido amoldándose a la exigencias de los tiempos y de la demanda, con una programación más variada, más dinámica y abriendo el abanico de la oferta a más públicos. Estos pasos han llevado a esta cita a ser «una referencia nacional».
Bien lo saben los artesanos que acuden con sus propuestas a los más de 120 puestos que se han instalado esta edición que acaba de pasar página. El vínculo con los granjeños también se ha reforzado con el paso de los mercados. Los expositores y sus artículos contribuyen a sumergir al visitante en la vida cotidiana de la segunda mitad del siglo XVIII, aquella que discurría en paralelo a la vida cortesana de palacio.
Escenificaciones teatrales, el Gran Dragón, la ronda de la Guardia de Corps, la música barroca, espectáculos de danza, demostraciones de cetrería, talleres, juegos infantiles y los artesanos que mantienen vivos los viejos oficios colman las expectativas de cuantos pisan La Granja.
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