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Una imagen de principios de los años ochenta.

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Una imagen de principios de los años ochenta. F. Peñalosa

El colegio La Aneja, pionero en la educación sin libros, cumple medio siglo

El Fray Juan de la Cruz, que nació para formar a los futuros maestros, apuesta por la innovación e integración

Miércoles, 12 de junio 2019, 12:21

El colegio Fray Juan de la Cruz presume de tener las puertas abiertas. En un breve paseo por sus módulos llenos de murales y sus pasillos, con las mochilas aparcadas, se ve una clase en marcha con la entrada abierta y una caja con sandía. La Aneja, el centro que nació para asistir a la Escuela Normal de Maestros, es una historia de innovación de medio siglo que se sigue escribiendo. Ese es el mensaje tras la celebración del aniversario. «Que seguimos aquí, con la esencia del origen», resume su directora, María Jesús Isabel. Y un lema: 'Por lo menos, otros 50 años aprendiendo juntos'. El colegio, pionero en la integración o en el aprendizaje sin libros de texto, sigue bien engrasado.

Los orígenes del centro parten de la Ley Moyano, de 1857, que obligaba a las escuelas de maestros a tener agregada una escuela de prácticas, mantenida entonces por los ayuntamientos, para que los futuros profesores pudieran formarse. La Escuela Normal de Maestros de Segovia pasó por distintas ubicaciones; la penúltima fue la vecina plaza de Colmenares, desde 1971 hasta el reciente campus María Zambrano. La Aneja se construyó para atenderla, pero sus obras terminaron antes y echa a andar en el curso 1968-1969 como un colegio más.

El centro, que en un principio fue solo femenino, echa a andar como Graduada Aneja a la Escuela de Magisterio-Niñas. Al siguiente curso, el 1969-1970, se incorporó el alumnado masculino, aunque se mantuvo durante unos años el nombre hasta que adquirió la condición de colegio de prácticas y perdió oficialmente la etiqueta de Aneja, aunque así es como se la conoce. Se denominó en los años setenta Colegio Nacional de Prácticas de la Escuela Universitaria del Profesorado de EGB. En el curso 1991-92 pasó a llamarse CEIP Fray Juan de la Cruz. El centro honra a su patrón recitando en Las Carmelitas, llevando una ofrenda floral a su estatua o elaborando mensajes y poesías.

Un referente

A pesar de que hoy es un CEIP –Centro de Educación Infantil y Primaria– es conocido como el colegio de prácticas de Segovia. «Es un referente. Aquí se iniciaron las prácticas, conservamos esa esencia con la que nacimos y prácticamente todos nuestros profesores demandan alumnos de prácticas» explica la directora. El docente tiene que completar una pequeña formación para acoger alumnos y el centro abre las puertas a cualquier estudiante. La Aneja sigue colaborando con la Universidad de Valladolid a través de programas como el 'Stem4maths' –una forma multidisciplinar y práctica de impartir matemáticas– y otros proyectos artísticos. También con IE University: sus alumnos comparten su idioma en las aulas.

La Aneja, que hoy tiene 206 alumnos y una veintena de docentes, fue uno de los primeros centros de España en innovar con la jornada continua, a principios de los noventa. Después, se convirtió en norma. «Tener la jornada por la mañana permitía a los alumnos estar mucho más frescos y tienen la tarde libre», repasa su directora. El centro tiene talleres gratuitos por la tarde. Destaca el teatro, con más de 40 alumnos que participan en 'Titiricole' o en la Muestra de Teatro de Fuentepelayo. La demanda en deportes es aún mayor; no es tanto deporte reglado como actividades deportivas de cooperación o juegos tradicionales que dejan al lado el elemento competitivo.

El aula-museo que recrea la escuela de hace medio siglo. A. de Torre

Franco, un tintero y braseros para los pies

La recreación de doña Florinda, con una voluminosa bandera de España a su espalda y una modesta máquina de escribir en su mesa, dirige la clase. En la pizarra, todo está escrito, desde el origen del Acueducto –con ilustración–a la lógica matemática –dos árboles son el doble de un árbol– o adivinanzas variopintas. Arriba, un crucifijo, la imagen de la Virgen y el retrato de Franco. Es un aula-museo con el que la Aneja recrea la vida de sus alumnos hace medio siglo y que está abierta al público este mes, en horario lectivo.

Un antiguo ábaco y una esfera astronómica son los objetos más preciados de una reconstrucción realizada a través de los vestigios cedidos por el Museo Pedagógico de Otones de Benjumea. Los pupitres de madera, que solo ocupa el maniquí de Jaime, tienen una pequeña pizarra –el pizarrín– un plumier o un cabás, una pequeña maleta de madera. También pluma, tintero y braseros, tanto para la mesa como para los pies, imprescindibles en un tiempo sin las comodidades de una calefacción central.

En los estantes están los diferentes contenidos de cada materia, desde la educación del hogar para las niñas a un proyector con láminas de cristal y la imagen de la Virgen. En la zona de deportes hay una bicicleta con aroma a posguerra, un chito o un hinquete, un palo grueso que se clava en la tierra y que los demás jugadores intentan derribar. Y cartillas de escolaridad como la de un tal Frutos, hijo de un labrador, que mejoró sus notas con los años. Y la enciclopedia, presente en todas las mesas.

La Aneja tiene un club de fútbol y otro más consolidado de baloncesto, que acogen a alumnos de otros centros educativos. Ambos están encabezados por padres, una prueba de su especial implicación en la vida del centro, concretada en el proyecto de Patio Vivo, un proyecto para hacer más integrador y compartido un espacio central de un colegio. ¿Cómo se logra esa comunicación fluida entre padres y docentes? «Escuchándonos, dialogando y llegando a acuerdos». El centro estrenó el sábado un nuevo rocódromo en el patio y el próximo curso organizará los recreos en busca de una mayor funcionalidad. «Que no haya un espacio demasiado extenso destinado al fútbol, sino que todos los cursos puedan pasar por todas las zonas, desde el rocódromo a los nuevos bancos». Esto implicará la mezcla intergeneracional entre alumnos de diferentes cursos que hasta ahora ocupan espacios diferentes.

Como centro experimental, La Aneja puede fue un centro pionero en aplicar una metodología sin libros. «Sobre todo, es dar mayor libertad al profesorado a la hora de trabajar. Huir de las metodologías tradicionales y centrarnos en el trabajo por proyectos, que lo hacíamos desde Infantil». Tras un lustro empleando el sistema a partir de tercero de Primaria, el resultado es notable. «Cuando nuestros alumnos pasan al instituto, van igual de preparados y nos da libertad para incorporar aspectos como la enseñanza en ajedrez, el Re-English (una hora más de conversación en inglés a la semana) o fomentar la rama artística». Se traduce también en salidas habituales al Museo Esteban Vicente o el Palacio de Quintanar. Así aprovecha su envidiable ubicación.

Es una forma de proteger la salud de los niños, que ya no necesitan cargar con tanto peso para un centro que tiene una fisioterapeuta que les da consejos saludables. No descartan tener enfermera –una reivindicación del sindicato regional– pero no lo ven prioritario. «Todos los especialistas que nos manden, bienvenidos sean. Querríamos una enfermera, un psicólogo a tiempo completo... Tenemos casos de niños diabéticos y determinadas alergias, pero no tenemos casos de imperiosa necesidad». La escuela persigue la integración de niños con necesidades educativas especiales y es referente de motóricos en Segovia, junto al Elena Fortún. Cuando un niño padece una enfermedad que afecte a su motricidad, le desvían a estos colegios.

Esa integración es también cultural. La prueba es un proyecto de Erasmus con colegios de Bélgica y Rumanía. Junto al Arcipreste de Hita, de El Espinar, la Aneja participa en actividades artísticas en pos de una inclusión real. Varios alumnos fueron en marzo a Bucarest a representar en teatro 'El libro de la selva' a tres partes; cada país se encargaba de un fragmento en su idioma. La Aneja recibió en mayo a toda la delegación en un taller de manualidad; los belgas hicieron unas cajitas de madera, los rumanos, unos cuadros típicos y los segovianos aportaron una marioneta. El año que viene probarán la gastronomía belga y prepararán un baile.

De un listado extenso de directores, destaca toda una veterana como Andrea Marcos, de 94 años, un referente del alumnado de los 60. El listado es amplio: Carlos Cabrero, Jesús Antón, don Elicio, Paloma Ortiz, María José Jiménez o Ana Isabel Pérez, la antecesora de la actual directora, en el cargo desde este curso. Entre los alumnos ilustres están el escultor César de las Heras, pintores como Cristian Hugo Martín o Luis Moro, y el sumiller del restaurante Santceloni David Robledo.

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