La ilusión de los niños gana a la lluvia y al viento en la cabalgata de Cuéllar

Tal y como avisaban las previsiones, la lluvia hizo acto de presencia durante la celebración de la cabalgata en Cuéllar, pero ni ésta, ni el viento y el frío de la tarde, pudieron con la ilusión de los más pequeños, que pudieron disfrutar de Melchor, Gaspar y Baltasar y todos sus séquitos durante su recorrido por las calles del municipio y su visita a los belenes vivientes instalados en los barrios.

La ilusión de los más pequeños, que vivieron este domingo una de las noches más mágicas del año, gracias a la llegada de los Reyes Magos y su cabalgata, se impuso y ganó a la adversa meteorología, marcada por la lluvia, que hizo acto de presencia durante todo el recorrido, el viento y el frío, que también marcaron la jornada.

A pesar de ello, los niños llenaron las calles de la villa, especialmente aquellas zonas donde se sitúan los belenes vivientes, paradas obligadas de la cabalgata y donde los Magos descienden de sus carrozas, para así poder ver de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar, y fotografiarse con ellos y lanzarles sus últimos deseos.

Fue una jornada intensa, que comenzaba a las 17:00 horas, es decir, media hora antes de lo previsto, lo que se decidió para tratar de evitar la lluvia, aunque finalmente no pudo ser. Minutos antes de la salida, cuando los pajes ya se situaban en sus carrozas y esperaban la llegada de los Magos, cuando las gotas comenzaron a caer. Pero esto no mermó ni un ápice la ilusión de los más pequeños, especialmente aquellos que se situaban en las carrozas con sus Majestades, que optaron por continuar en sus lugares y poder repartir cientos de kilos de caramelos a los más pequeños.

Así, tras las primeras fotos, Melchor, Gaspar y Baltasar, se subían en sus carrozas, saludaban a sus pajes y comenzaban el camino hacia la iglesia de San Andrés, donde ya esperaban decenas de niños, y el lugar donde se situaba el primero de los belenes vivientes que los vecinos preparan para agasajar a los Magos.

A lo largo del camino, los pajes lanzaban caramelos y gusanitos, y Sus Majestades no paraban de saludar, hasta el momento de la parada, cuando descendieron de sus carrozas para acercarse hasta el belén viviente, donde no faltaban niños ataviados como el Niño Jesús, la Virgen María, San José, los ángeles y los pastores.

El ritual se repitió en los belenes vivientes instalados en el barrio de Valdihuertos, en la plaza de La Soledad, en el barrio de Santa Clara, en el de El Salvador, que se ubica en el atrio de su iglesia, para concluir en la plaza Mayor. Cientos de vecinos se encargaron durante toda la jornada y en los días previos, de engalanar sus plazas y rincones para que todo estuviera preparado para la llegada de los Magos.

Además, durante la espera de la llegada de la Cabalgata, todos los que se acercaban a ver el trabajo realizado por los vecinos, eran agasajados con distintas viandas, caldo, chocolate, bizcochos, patatas o castañas asadas e incluso pastas o licores. También los Reyes y su comitiva recibieron estos detalles como agradecimiento por su visita.

A lo largo del camino, los pequeños que acompañaron a los Magos en sus carrozas, repartieron miles de bolsas de gusanitos y cientos de kilos de caramelos, que lanzaron entusiasmados, y eran recogidos con igual alegría por los pequeños que se encontraban a pie de calle, disfrutando del espectáculo y la magia de los Reyes.

Tras llenar la villa de magia e ilusión, Melchor, Gaspar y Baltasar, descendieron una última vez de sus carrozas en la plaza Mayor, donde se dirigieron hasta el balcón principal del Ayuntamiento, desde donde lanzaron sus mejores deseos para todos los cuellaranos.

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