«La gente está caliente, algo hay que hacer»
Bares y restaurantes vuelven a sentirse señalados y aumenta la sensación de hartazgo en el sector
Vuelta la burra al trigo o vuelve la burra al trigo es una expresión que se usa para manifestar hartazgo y fastidio frente a algo que se repite numerosas veces, como por ejemplo, el cierre del interior de la hostelería. El cuarto ya en todo el tiempo que se lleva de pandemia. Hartazgo, hastío, enfado, enojo, desencanto, incertidumbre, desesperación, impotencia... son sensaciones que vuelven a definir el sentir de la hostelería, que se siente de nuevo señalada y marcada por una situación insostenible, a pesar de la insistencia por activa y por pasiva de que son establecimientos seguros. «No somos los culpables, no somos el problema» ha manifestado en más de una ocasión Jesús Castellanos, presidente de Hotuse-AIHS, un sector que además ha realizado numerosos esfuerzos para adaptarse.
La situación epidemiológica y los indicadores de riesgo hicieron que la Junta de Castilla y León aprobaran nuevas medidas sanitarias preventivas de carácter excepcional para la contención de la covid-19, que afectaban a Segovia capital y a los municipios de Riaza y El Espinar, acuerdo que entró en vigor el pasado día 6 de abril, por un período que inicialmente se extiende durante catorce días, es decir, hasta el 19 de abril inclusive.
Las medidas preventivas afectan al cierre del interior de establecimientos de restauración y casas de apuestas y locales de juego, salvo para la entrega a domicilio o recogida en el establecimiento o en vehículo; para los restaurantes de hoteles y alojamientos turísticos para dar servicio a sus clientes alojados; servicios de restauración integrados en centros y servicios sanitarios, sociosanitarios y sociales, incluyendo las actividades de ocio infantil y juvenil, los comedores escolares y los servicios de comedor de carácter social, los servicios de restauración de los establecimientos de suministro de combustible o centros de carga o descarga o los expendedores de comida preparada, con el objeto de posibilitar la actividad profesional de conducción, el cumplimiento de la normativa de tiempos de conducción y descanso, y demás actividades imprescindibles para poder llevar a cabo las operaciones de transporte de mercancías o viajeros.
No todos tiene la posibilidad de instalar mesas y sillas y mientras alguno dudaba, y hacía encaje de bolillos con la carta, otros directamente bajaron la persiana. Y ni tan siquiera la Semana Santa ha servido para aliviar la situación. «Ya teníamos las perspectivas bajas; sabíamos que no había clientes potenciales y en los días señalados tampoco el tiempo ha acompañado mucho; se nos ja juntado todo... Todo lo que puede salir mal, acaba saliendo mal; no tenemos un momento de respiro, de tranquilidad», explicó Castellanos.
Malestar
«Desde la asociación, lo que estamos notando ahora mismo es la crispación y el enfado de la gente del sector. Cuando nos cerraron después de Navidades parecía que se entendía un poquito porque se veíamos que todo estaba un poco desmadrado, pero ahora mismo no se entiende para nada lo que se está haciendo con el sector, crispación, malestar, recibiendo más quejas que nunca este año. La gente no entiende para nada que se le siga señalando porque creen que se está haciendo bien y se cierra sin ayudas y compensaciones lógicas que se nos deben», apuntó ayer Jesús Castellanos.
«No se hacen así las cosas, la Junta de Castilla y León vuelve a cometer los mismos errores y volvemos a estar en el punto de mira. Lo que exigimos desde la asociación es que la Junta haga su trabajo, su trabajo era ampliar hospital de Segovia, ampliar las camas UCI, haber hecho test de antígenos al sector si somos un sector de riesgo, y si somos tan peligrosos, que se nos tenga en primera línea de vacunación porque lo fácil es cerrarnos, arruinarnos;parece que somos un enemigo fácil», manifestó, mientras apelaba al estado anímico.
Una locura
«Estamos destrozados, somos personas, tenemos nuestras familias... No lo entendemos nosotros ni nadie. ¿Por qué nosotros? No hay respuesta. Esto es una locura y algo hay que hacer porque no se puede seguir así. Esto es una ruina, los que no tienen terraza, ¿de qué van a vivir? No se puede hacer una tabla rasa, no todos los locales son iguales. Agravio comparativo de que unos sí y otros no... Parece que es una medida para curarse en salud y que están haciendo cosas, pero seguimos esperando que a la vez que se nos cierra se nos compense, porque es de cajón», opinó.
«Es cierto que algo hay que hacer, pero vamos a ver cómo lo encauzamos, en qué ámbito, la gente está caliente, vamos a ver si tranquilizamos los ánimos, pero algo hay que hacer porque nos lo están pidiendo», dijo Castellanos en relación a las posibles medidas que pueda tomar el sector, que ha vuelto a sufrir un nuevo golpe y reclama ayudas directas para paliar un nuevo cierre del interior de los locales. «Tampoco estamos pidiendo más», añadió. De esta forma, las terrazas vuelven a ser el único lugar al que acudir para consumir en los establecimientos de la ciudad y de nuevo fue la imagen de la jornada. aprovechando la bonanza de las temperaturas.
Y paradójicamente, con el interior de la hostelería cerrada en la capital, cerca, en la Lastrilla, a cinco kilómetros de distancia, el interior de los establecimientos sí está abierto, una situación de la que se esperaba se tradujera en un incremento de la clientela entre una zona y otra.
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