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Elena Maeztu, en su estudio. Antonio Tanarro

«El doblaje es una trampa»

Elena Maeztu, que imparte clases en Segovia, repasa cuatro décadas de experiencia en un sector en auge por la producción de las plataformas digitales

Lunes, 6 de noviembre 2023, 13:43

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La proliferación de series y películas a través de un sinfín de plataformas digitales ha aumentado la demanda para doblar al castellano obras audiovisuales de todos los idiomas. Lo explica Elena Maeztu, que ha dado clase en Publicidad en el campus María Zambrano y aprovecha sus cuatro décadas de experiencia en el sector para formar actores en su estudio en Segovia. Nadie como ella para juzgar la calidad. «Se ha mejorado porque la tecnología va a más, cada vez se pueden hacer más preciosidades. Hay muy buenos guionistas, músicos y directores. Eso sí, como ha pasado siempre, el 80% de lo que hay es morralla comercial».

El doblaje para Elena es una cuestión familiar. Su madre dirigía un estudio en Madrid, Sincronía, uno de los más potentes desde los años 50. «Yo salía del colegio y me iba a las salas de grabación». Su flechazo llegó en 1979 haciendo los ambientes de 'Quadrophenia', basada en la ópera del The Who. «Aluciné tanto y me pareció tan bonito que pensé, yo me quiero dedicar a esto». Aquella chica de 17 años tuvo después experiencias en otros sectores –llevó el bar Casco Viejo en Segovia o una librería en Madrid– pero siempre acaba volviendo. «Es lo que sé hacer». No solo pone voz en las películas, sino que dirige los doblajes y da clases.

Recuerda doblajes de su infancia como 'Kramer contra Kramer'. Los pilares del proceso son los mismos: un actor en el atril que ponga la voz al actor original, un técnico en la mesa de sonido que grabe, un director y un guion adaptado. Lo que ha cambiado con el paso de los años es que entonces todos los actores de doblaje compartían escena y ahora cada uno lo hace en su pista, su espacio independiente, por optimizar la producción evitar cuadrar agendas.

El otro gran cambio contemporáneo es que ahora se trabaja mucho online, un formato que, admite, reduce la calidad del resultado final. «Es para cosas muy determinadas como locuciones publicitarias o un audiolibro. Pero claro, tienes que tener un equipo en condiciones; insonorización, micrófono, un buen técnico…». Ella trabaja con técnico segoviano, tanto para las clases como paras sus propias grabaciones. «Esto hace años era impensable».

Los cimientos del doblaje están en el guion, que llega traducido por un profesional antes de que el director lo adapte. El margen de maniobra de los dobladores respecto al texto es infinito. «El doblaje es una trampa. Lo que no puede perder nunca un guion es el sentido de lo que está diciendo, pero los idiomas son muy distintos y tenemos que hacerlo nuestro. Una buena adaptación no es una buena traducción literal». Aquí entra en juego la capacidad literaria del propio director.

Ese resultado llega al actor, el ejecutor. «Que se crea lo que está haciendo y que no se crea el protagonista de la película porque este ya ha hecho su trabajo en el cine». Su objetivo no debe ser recrearse, sino la fidelidad al original. «Nunca sabe de qué va su personaje cuando llega a una sala. El director le da tres pautas y tiene que coger su psicología en ese pequeño fragmento de la película o de la serie». Como los grandes comunicadores, escucha más que habla. «Oye mucho cómo lo está diciendo. Su Biblia es la versión original». Y el sonido, que haya un buen técnico que equilibre y mezcle bien. «Muchas veces te sientas a ver una serie y no se oye al actor porque han puesto la música demasiada alta».

Con todo, Elena admite que «una película doblada es una película amputada», pero el doblaje tiene sus ventajas. «Si estás cansada, no quieres leer y los actores son buenos… además es que los subtítulos son una mierda. Es que hay veces que ponen lo que no están diciendo. Y es que es inglés, no hablamos de turco. No sé quién hace los subtítulos en España, pero cada vez es peor». España esgrime un prestigio internacional. «Es un país que dobla muy bien, yo diría de los mejores, porque tenemos unos grandísimos actores de doblaje. Muchos vienen del teatro o del cine, son actores. Y eso se nota». Hay volumen suficiente para atender esta demanda audiovisual en auge; se dobla principalmente en Madrid, Barcelona, A Coruña, Valencia, Sevilla o País Vasco y algunas comunidades añaden la adaptación a su propia lengua.

Los cimientos del doblaje están en el guion, que llega traducido por un profesional antes de que el director lo adapte

La relación de Elena, madrileña, con la provincia viene de su abuelo materno, segoviano. La ciudad, uno de sus dos hogares, es ahora su residencia por calidad de vida. Da clases en varias escuelas de Madrid e impartió locución publicitaria, doblaje, audiolibros o documentales en la UVa. Da clases particulares y grupales para actores. «Esta es una disciplina más de la interpretación». Y para otros profesionales que quieren comunicar en un micrófono.

Y publicidad, la avanzadilla del doblaje, la que primero implementa los cambios. Elena habla de un híbrido entre psicología social y técnicas de mercado. «No se locuta igual un spot ahora que hace diez años. No buscan una venta clásica, un tono de profesional, sino todo lo contrario, naturalidad y callejeo. Que se hable como en la calle». El uso de los anglicismos es otra tendencia imparable.

Elena lleva a su sector la fórmula del partido a partido en fútbol: todo es difícil. «Luego te pones en el atril y a lo mejor es mucho más difícil hacer un gesto que leer cinco líneas». Recuerda sus inicios, en los 80, y el reto de doblar a Madonna en '¿Quién es esta chica?' Ahora dobla en cascada. «Muchas series, ahora hay tanto que estoy haciendo cosas constantemente». Como 'The L Word: Generation Q', con unas chicas de Los Ángeles. Una más.

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