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Equipo directivo de la Hermandad de Donantes de Sangre de Segovia. Antonio de Torre
La casa de los donantes

La casa de los donantes

La hermandad segoviana, con sede en la calle Rafael Alberti, recuerda sus orígenes como respuesta a la venta irregular de sangre y esgrime una cifra óptima de extracciones

Luis Javier González

Segovia

Lunes, 24 de septiembre 2018, 12:10

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Ángel Pablo Román define en una frase el papel de la Hermandad de Donantes de Sangre de Segovia, de la que es secretario general: «Nosotros somos el Pepito Grillo de la sociedad, tenemos que estar permanentemente invitando, recordando que estamos aquí». En la entrada de su sede del número 17 de la calle Rafael Alberti, poeta imprescindible de la Generación del 27, un cartel refleja agradecimiento a una veintena de administraciones, organizaciones y particulares que ayudaron a reformar el local, cedido por la Junta.

Sus paredes están vestidas con el reconocimiento transversal de todas las administraciones, desde la reciente Medalla de Oro de la ciudad a la Guardia Civil o la Policía Local, que a su vez lleva el corbatín que identifica a la hermandad. Así se ha asentado en el barrio de Nueva Segovia un vecino ilustre, como el escritor que otorga su denominación a esta calle, situada en perpendicular a las de Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso y al lado del parque del Pirulí, el depósito de agua elevado que abastece a este barrio.

La hermandad ha asistido al florecimiento de la zona con el paso de los años. «Cuando nosotros vinimos, todo este paseo central era un erial y en 10 años el parque es un remanso de paz. Los árboles están ya creciendo, hay muchos niños…», analiza el secretario, que describe como «estupendas» las relaciones con el barrio. «Nosotros estamos muy orgullosos porque es muy joven, con el próximo centro de salud va a tener cubiertas todas las necesidades. Y esa juventud se transmite y nos da fuerzas para nuestro trabajo».

Las puertas están abiertas para cualquier vecino, hasta para quien necesita una fotocopia. Hace no tanto, en periodo de ferias había quien confundía su entrada con un centro de salud y llegaba gente, principalmente feriantes, con algún pequeño corte y ellos les atendían con un pequeño botiquín de empresa.

El origen de la hermandad en Segovia se remonta a 1974 por necesidad, porque en aquella época se vendía la sangre de forma irregular; no estaba desarrollado el tejido sanitario de la red de hermandades y las donaciones se hacían a cambio de una cantidad económica en consultas médicas o en los primeros hospitales. Los anestesistas necesitaban la sangre para operaciones; la donación la pagaba el médico y se la repercutía al paciente. «En las universidades era donde se captaba a los estudiantes, les daban 100 o 150 pesetas, más el bocadillo. Suponía además un riesgo de transmisión de enfermedades porque hoy donaban aquí y mañana se iban a Ávila», explica.

Ante esa necesidad, se organiza la sociedad civil y el primer presidente segoviano fue Eulalio Moreno, con una veintena de personas, voluntarios de todo tipo, que marcan el germen de las hermandades. Había un representante del Instituto Nacional de la Seguridad Social –la competencia sanitaria no era aún autonómica sino estatal- que ayudaba en la coordinación. En Segovia, la residencia Licinio de la Fuente –la actual Residencia Mixta–- se constituyó como banco de sangre. Sus primeros objetivos eran cubrir en cada provincia la demanda de los hospitales, sin abonar una sola peseta. La hermandad estaba vinculada al servicio de hematología y compartían la sede. La primera fue en la residencia, luego el Hospital General, Hospital Policlínico, una sede provisional en Teodosio el Grande y el local actual en Nueva Segovia, desde 2009. Ángel recuerda con nitidez una frase de la inauguración: esta es la casa de todos los donantes. Y la reforma no fue fácil. «Uno te regala el suelo, otro te daba el pladur… pero había que ir a pedirlo».

El local está abierto por las mañanas, de 8 a 15 horas, y da uso a la propia organización, su directiva y 19 miembros en la junta rectora. También para cualquier asamblea, cursos o las jornadas con delegados locales, con ponencias y comida de hermandad. Su labor es divulgar y promocionar la donación de sangre, poniéndonos en contacto con organismos oficiales para organizar colectas que permiten a sus trabajadores donar en horas de trabajo y a todo aquel que quiera entrar y hacer lo mismo. «No disponemos de dinero para hacer promoción y confiamos en la buena voluntad», resume su presidente, Mariano de Frutos

Rentables

El Centro de Hemoterapia, en Valladolid, es el que se encarga de extraer la sangre, analizarla, fraccionarla y distribuirla por los hospitales de la región. Castilla y León es la segunda comunidad con más donaciones por cada mil habitantes -43- solo superada por Extremadura. Segovia está dentro de unos buenos límites porque la Organización Mundial de la Salud considera 40 donaciones por cada mil como una cifra óptima para atender la demanda y la provincia está en 43,17. «Somos rentables», esgrime Mariano, que alerta del futuro. «La población desciende. ¿Y quién se va de Segovia? La gente joven. Y nos quedamos los mayores, que no podemos donar. Tenemos más dificultad para conseguir sangre. Tanto por parte del centro, con sus equipos técnicos, como las hermandades, con nuestra labor social, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para que esa cifra no disminuya».

El presidente llama la atención sobre el escaparate para que la donación sea mejor acogida. «El Centro de Hemoterapia tiene un punto específico para donar sangre que es un hotel de cinco estrellas: sala de recepción, periódicos, bollitos. Está en el centro de la ciudad, tiene parking, unas condiciones óptimas. En Segovia, Zamora, Soria o El Bierzo los puntos fijos son muy pobres», analiza. «»l nuestro del Hospital General está ubicado en un lugar poco adecuado porque está al lado del punto de extracciones para analíticas. Es un local de consultas cedido por la dirección del hospital, pero es un local pequeño y oscuro. No pasa nada, pero el donante se tiene que mezclar con el paciente y no debería ser así. No tienen por qué compartir su donación con la persona que va a por esa sangre», aclara.

Cuando se estableció el centro, funcionaba de lunes a viernes por la mañana; hace más de dos años que solo funciona dos mañanas y el equipo de hemoterapia se va a la provincia a puntos más rentables en cuanto a las donaciones recogidas. «La gente va al hospital a visitar a un enfermo o a consultas, pero no a donar sangre. Hay que tener en cuenta que una bolsa de sangre vale mucho dinero; Valladolid tiene que desplazar un equipo técnico, médico y dos enfermeras; hay que analizar la sangre en laboratorio, fraccionarla y distribuirla». El centro fijo del Hospital General está abierto lunes y martes de 9 a 15 horas y, los viernes, en el centro de salud de Santo Tomás, de 15:00 a 20:00. Los tres centros de salud de la ciudad también organizan colectas frecuentemente; por ejemplo, el miércoles hay una en San Lorenzo, de 17:00 a 19:30 horas. Los últimos sábados de mes hay un punto en avenida del Acueducto. Este viernes se celebra el maratón de donación de sangre, con la colaboración del deporte segoviano y del Instituto Municipal de Deportes, en el pabellón Pedro Delgado y el sábado por la mañana habrá otra colecta en el centro comercial Luz de Castilla.

Demanda estival

En verano, con universidades o colegios cerrados y mucho movimiento por las vacaciones, la hermandad observa que la gente se 'olvida' de donar sangre. Por eso hay colectas especiales en diversos puntos de la ciudad como el centro comercial, vías neurálgicas como la Avenida de la Constitución o puntos nuevos como Madrona. También acuden al Open de El Espinar; hace 15 años iban tres días, mañana y tarde. Empezó a decaer la afluencia de visitantes y este año solo han ido dos tardes. «Eso sí, con buenos resultados», agradece Mariano.

«La época estival es cuando más sangre se consume, hay más movimiento de gente, más encierros… Cogidas con heridas que necesitan sangre, más accidentes de tráfico y se hace más deporte, que siempre tiene sus riesgos». Otro apartado clave de la hermandad es promocional la donación en puntos académicos como universidades o centros de formación profesional. «Y si es posible, entrar en las aulas y explicar a los alumnos la necesidad de donar sangre. El boca a boca es muy importante». Hay un teléfono gratuito disponible para cualquier consulta: 900405060.

Un donante puede serlo desde los 18 a los 65 años con buena salud y más de 50 kilos. El proceso de donación dura en torno a la media hora en función de la afluencia de donantes; unos 15 minutos para rellenar un formulario y una entrevista con el médico donde se revisan hábitos o detalles como si ha habido tatuajes o pírsines recientes. La normativa europea permite cuatro donaciones anuales por hombre y tres por mujer, por los efectos de la menstruación. Mariano, de 77 años, ya no puede donar. Pero esgrime su buena salud cuando trabajaba tornero fresador y donaba aún con más asiduidad plaquetas y plasma sanguíneo.

La hermandad dispone del «mejor equipo de delegados» de Castilla y León [son 103], más que cualquier otra provincia. Su responsabilidad es promocionar la donación cuando haya una colecta en su zona, distribuir los carteles -ayudan otros colectivos como los autobuses urbanos, con carteles informativos dentro y fuera de los vehículos- y estar presentes durante la colecta atendiendo a los donantes con bocadillos, refrescos o resolviendo dudas. «Son los ojos, oídos y voz de la hermandad», resume Ángel Román

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