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Ha estudiado una carrera de Marketing y Negocios Internacionales, pero su vocación le llevó por otros derroteros. Sergio Reina Sánchez, un joven que llegó a Segovia desde Colombia hace cinco años, apostó por «meterse de lleno» en la hostelería. «Siempre he dicho que cuando haces lo que verdaderamente te gusta, te diviertes y llegas a casa contento», asegura. Esa alegría la encontró después de tanto buscar detrás de la barra de un bar, en el comedor de un restaurante o en la terraza.Ahora, con varios años de experiencia a sus espaldas, compite por ser el mejor camarero de España. «Estoy con ilusión y con muchas ganas», remarca.
Para Sergio Reina, de 38 años, la hostelería nunca ha sido un pasatiempo. «Mucha gente se inicia en el oficio por obligación y hay algunos jóvenes que piensan en esta vía para obtener un dinerito», considera. Ese no fue su caso, pues lleva la profesión en la sangre. «En mi familia casi todo somos hosteleros», señala. Mientras estudiaba en Colombia, probó a ser ayudante de cocina, cocinero y llegó a trabajar junto a un chef reconocido en su país. Empezó a hacer horas extra como camarero —«allí somos meseros»— y eso le llamó la atención, hasta el punto de pasar por alto regresar de nuevo a la cocina. A día de hoy, suma ya una década en el sector.
«Empecé a meterme en el cuento de lleno», recuerda. Primero, por su fascinación por el mundo de la coctelería, aunque luego se formó también en catas de vino. Es en ese momento cuando decidió visitar España e iniciar su trayectoria laboral en Jumilla (Murcia), por ser precisamente la ciudad del vino. Más tarde, se mudó a Segovia gracias a la invitación de un amigo. «Me dijo que pronto encontraría trabajo», relata. En el preciso instante en que pisó la ciudad supo que allí quería poner en marcha su proyecto de vida. «Me encantó todo de ella: las personas, el ambiente...», explica. Las expectativas se cumplieron, pues no tardó mucho tiempo en comenzar a trabajar en un establecimiento hostelero. Poco a poco se fue especializando como barista, coctelero y sumiller, entre otros oficios del gremio.
En la actualidad, desarrolla su labor en el restaurante La Concepción, en plena Plaza Mayor. Allí se enteró de que su candidatura había sido seleccionada para competir por el título 'Camarero del Año 2025', que se convoca a escala nacional. Ha sido uno de los seis finalistas que tendrán que demostrar su profesionalidad tanto en sala como en barra para resultar vencedores. «Creo que tengo posibilidades», confía entusiasmado. Algunas de las pruebas que deberá superar en el certamen celebrado a principios del mes de abril consisten en tirar y servir correctamente una cerveza, demostrar su creatividad a la hora de crear un cóctel o un café, elaborar y preparar un plato frío, tomar una comanda o servir vino con el maridaje apropiado.
A juicio del camarero segoviano, son cuestiones que se aprenden a base de trabajo, pero que requieren formación en hostelería. «La experiencia hace al maestro, pero también hay que estudiar mucho», especifica.También incide en que no es necesario tener unas cualidades concretas. «Yo empecé sin saber nada», reconoce. Lo más importante es tener actitud, aptitud, ganas de aprender y «hacer lo que quieres», detalla.
Sergio Reina considera que la atención al cliente es uno de sus puntos fuertes. «Mi objetivo es entrar bien al cliente, con ímpetu y profesionalidad, lo que ayuda mucho a familiarizarme», determina. Eso no ha impedido que a veces haya tenido «fracasos» a la hora de conectar con las personas, pero se queda con los halagos. «Aquí me he sentido muy valorado», se alegra.
En un paseo por el centro de la ciudad se le puede ver poniendo chatos o sirviendo mesas. Es algo que también hacía en Colombia y, aunque encuentre pocas diferencias con su lugar de origen, sí que destaca que en Segovia la hostelería es un trabajo «más fortalecido, con mayor importancia, pues se nos reconoce como profesionales».
Su ambición es hacerlo lo mejor posible para que tanto Segovia como Castilla y León puedan presumir de tener el mejor camarero del país. «Estoy nervioso pero contento, va a ser un crecimiento personal y laboral», asume. Son muchos los ciudadanos que le han trasladado mensajes de ánimo y suerte, lo que le hace apreciar aún más la labor hostelera en la capital segoviana.
«Me siento como un hijo adoptado de Segovia porque me ha acogido muy bien, como si fuera un nativo de España; conozco a mucha gente que me habla, me ve y me saluda...», comenta el camarero. Todo ello hasta el punto de sentirse «como si estuviera viviendo en mi ciudad de Colombia», se enorgullece. «Puedo decir que volví a nacer aquí», concluye.
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Quique Yuste | Segovia
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