Ni el balneario cura el cuadro de ansiedad del San Cristóbal
Un día después de «hacer piña» en las aguas termales, los segovianos dejan escapar en su pista un duelo que tenían casi ganando
El San Cristóbal se empeñó ayer en encontrar la forma de perder su cuarto partido seguido. Un penalti fallado, una ventaja de 7-5 a falta de tres minutos dilapidada en dos acciones de portero-jugador y la guinda, una presión irracional que su rival, el Villa de Quel riojano, aprovechó para llevarse el triunfo (7-8) con un gol a falta de 15 segundos. El equipo de Adrián Velasco no conoce la victoria desde el 11 de noviembre y ha pasado de ocupar el quinto puesto a ser quintos por la cola, solo un punto por encima del descenso.
La flecha del San Cristóbal –Velasco, da por buena la metáfora del técnico de la Segoviana, Ramsés Gil– estaba hacia arriba antes de visitar al Anaitasuna, el filial del Xota, de Primera División. Un triunfo en ese partido les habría colocado terceros, pero aquel partido que dominaron con holgura en la primera parte y remontaron en los minutos finales terminó en empate. «Eso hubiera cambiado completamente nuestras cabezas. Tuvimos muchísimas ocasiones, pero no matas al rival y en esta categoría esto te pesa. Pero sacas un punto que puedes hacer bueno con los dos siguientes partidos en casa».
Noticia relacionada
El San Cristóbal se consolida en Segunda B
Un consuelo, pero no eran partidos fáciles. La primera derrota ante el Tafa (2-4) entraba en cálculos, máxime porque los segovianos estuvieron en el partido hasta los últimos segundos, pues tuvieron dos ocasiones para empatar a tres con portero-jugador. «Te marcan los detalles. Un equipo experimentado en el que cuatro o cinco jugadores están cobrando una pasta increíble». Una plantilla que no cobra por jugar frente a rivales mileuristas.
Una derrota con frustración doble. «Sabíamos que eran dos rivales muy difíciles, pero queríamos sacar puntos. Al quedarnos a las puertas en el primero, aparecen los fantasmas. Que si no ganamos nos metemos abajo. Los chavales se estaban metiendo mucha presión». Ante Lauburu, uno de los cocos que partía en la zona baja por la Copa del Rey, pagaron una mala primera parte. «Llevamos dos años que de casi 70 partidos hemos perdido cinco. Y ahora vienes a una categoría nueva en la que te pintan la cara porque hay equipos prácticamente profesionales».
No hay una sola causa. «No es que haya cambiado nada y no lo achacamos a lesiones. En toda una temporada pasas por momentos difíciles. En otras categorías nos valía porque teníamos calidad, pero en Segunda B algunas veces no nos está llegando». Esa acumulación de resultados negativos ha minado la confianza de un equipo que se sentía capaz de todo. «Decíamos, venga el equipo que venga, le vamos a meter mano. Pero las cabezas también piensan». La mejor muestra fue el partido de la semana anterior, ante el Ribera Navarra, otro filial. «No entramos nada bien al partido. Y cuando íbamos solo 1-0 abajo parecía un 5-0». Se acumularon tres goles en cuatro minutos y los segovianos cayeron con claridad: 8-3. «De ocho goles, regalamos seis. De decirla, toma, métela tú. Eso te hunde mucho más». Ayer pasó algo parecido.
Fue un desenlace inesperado a una semana con «un cambio de actitud increíble» para un vestuario que recuperó su identidad: pelear cada balón, ganar duelos, y ser contundentes en ambas áreas. Una conversación grupal para que cada uno se mirase a sí mismo y diera un paso adelante. «Ver en qué estamos fallando y ponerlo en práctica. Según entrenas, juegas. Es así. Y los de esta semana han sido entrenamientos perfectos; con rabia, con ganas». Demasiadas, quizás. Presionando más de la cuenta, perdiendo muchas veces la posición para buscar el robo y un gol para despegarse de un rival que siempre encontró el fallo local para seguir en el partido. El Sancris fue un caos en ambas áreas.
Fue una semana con bajas importantes como la de Samu, el principal goleador, Raúl o Héctor Polonio. El equipo entrena lunes, miércoles y jueves y Velasco da el viernes como día de descanso. A grandes males, grandes remedios. Como necesitaba cambiar la dinámica, Velasco se llevó anteayer a la plantilla al balneario de Trescasas, para «hacer más piña». Con todo, la experiencia fue positiva. «Nos lo hemos pasado muy bien, hemos hecho bastante el tonto en el agua».
Aguas termales como premio a una buena semana de entrenamientos y como herramienta para relativizar. «Que se olvidaran del fútbol sala. Que este viernes no le pasaran pensando, joder, mañana cómo perdamos...» La oportunidad para hablar de bodas en lugar de táctica o encadenar chistes malos. «Un viernes diferente, hemos desconectado».
Un trabajo grupal que no dio frutos ante un rival, tercero por la cola, que se acerca a tres puntos. Bajan a Tercera los cuatro últimos y el San Cristóbal tiene 14 puntos, uno más que el Ribera Navarra, que marca el descenso con 13. La dinámica del último mes ha servido para aterrizar las expectativas. «Tenemos que saber dónde estamos, que este año hay equipos mucho mejores que nosotros. Siempre decíamos que iba a ser complicado. ¿Qué te salvas en febrero? Bien, pero el objetivo es salvarse. En casa nos tenemos que hacer súper fuertes con los rivales de mitad de tabla para abajo». La aventura continúa el sábado en Alcorcón, el último partido de la primera vuelta. Pero como el grupo vive el día a día, hicieron anoche la cena de navidad. Porque el grupo sigue unido a la espere cambiar la flecha.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión