Segovia
La Audiencia Provincial y el aire acondicionado que nunca llegaLos trabajadores sufren un año más temperaturas por encima de los 30 grados en el edificio: los equipos están allí, pero la empresa no acude a instalarlos
El personal de la Audiencia Provincial de Segovia está tan acostumbrado a trabajar en condiciones desérticas que un termómetro que escandalizaría a cualquiera puede resultar un alivio. «Uy, qué a gusto, hoy solo estamos a 30 grados», comentaba esta semana una funcionaria, una de las supervivientes de la calle San Agustín, lejos de las comodidades del nuevo edificio de Nueva Segovia. Un problema que no es nuevo —a finales de agosto de 2023 era buena noticia tener 35 grados, la temperatura a la entrada en una semana en la que el edificio bordeó los 40— pero es especialmente sangrante porque los aparatos están ahí, con el cableado instalado, a la espera de que alguien venga a terminar la tarea. Pero la empresa encargada tiene otros quehaceres y la crudeza del verano ha golpeado de nuevo.
«Esperemos que sea el último año que tenemos que sufrir esto. Aquí cada vez hace más calor y no podemos estar sin aire acondicionado», subraya su presidente, Ignacio Pando, que habla de un problema recurrente. «Llevamos reclamando desde hace años que se pusiese aire acondicionado en esta planta y nunca se nos ha hecho caso». Las condiciones son peores en los despachos que van a dar a la calle San Agustín, pues les pega el sol directamente por la mañana. Así como la sala de vistas y una de las dependencias de la sección civil que no tiene tejado en la parte de arriba, sino una cubierta que se calienta con facilidad y se convierte en un horno.
El grueso del personal de Justicia se marchó a Nueva Segovia, pero en la Audiencia Provincial quedan aún una decena de trabajadores entre funcionarios y letrados. Las mudanzas han permitido que los aparatos de aire acondicionado de otras dependencias de la capital como Penal o Menores hayan llegado al fin al edificio, pero su instalación no se ha completado a tiempo. «Esto se acordó en primavera, pero ya se sabe cómo van las cosas en la Administración», resume Pando. «Instalaron el cableado, solo tienen que venir a poner los aparatos, pero son cuestiones de la empresa». Con la que han contactado en los últimos días para pedir la tarea, pero la respuesta es que uno de los frigoristas está enfermo y que es una época con mucho trabajo. «Estamos esperando a ver si, con un poco de suerte, en agosto, que es cuando no tenemos actividad prácticamente, se puede poner. Mucho me temo que nos dará el otoño».
Medidas paliativas
La respuesta paliativa son los pingüinos, aparatos de aire acondicionado portátil cuyo efecto es muy limitado y no está presente en todos los despachos. «Las dependencias son muy grandes. No bajan la temperatura, pero por lo menos impiden que suba», lamenta el presidente. La gestión del personal corresponde a los letrados de la Administración; una de ellas, ya jubilada, llegó al punto de cerrar la Audiencia porque el calor era insoportable. La actual ha remitido varias reclamaciones a la Gerencia de Burgos, a la que pertenece Segovia, pidiendo una solución inmediata.
La obra ya está encargada y Pando habla de un «retraso estructural» en la Administración. «La empresa probablemente tiene seguro este contrato y dará preferencia a los particulares. Si alguien te dice que o se lo pones la semana que viene o llama a otro, se lo haces. Esa es mi percepción personal». El presidente, que ocupaba el jueves la sede junto a cuatro funcionarios, asume que la única reivindicación es hacia los instaladores porque la tarea administrativa está hecha. «Si esta oficina no fuese de la Administración, seguramente la inspección de trabajo ya hubiera tomado cartas en el asunto». Y espera, con ironía, tenerlo antes de Navidad. «Lo pondré, aunque solo sea por decir que tengo aire acondicionado».
Pando aún recuerda la frase de un arquitecto del Ministerio de Justicia, ya jubilado, cuando visitó las instalaciones de la Audiencia ante la petición del organismo hace ya más de un lustro: «En Segovia no hace falta aire acondicionado». Así empezó una secuencia de apaños superficiales que no ha resuelto el problema. La primera respuesta del arquitecto era que en la sala de vistas no hacía falta, que bastaba con un sistema de renovación del aire. «Pero si tenemos unos ventanales que abrimos y se ventila en un momento», replicaron. La conclusión es que ese sistema mete aire caliente en verano y frío en invierno porque la toma del aire está en la terraza. «Desde luego, no mejora nada», reitera Pando.
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El carácter benévolo del verano hasta la primera quincena de julio ha dado un respiro a los trabajadores, pero la subida del termómetro ha diezmado su calidad de vida. «Sudando todo el día, la temperatura es infernal», resume uno de ellos. Los ventiladores de techo o de pie que llevan años usando son sus aliados. «Uno en la mesa de uno, otro en el suelo… enchufándonos». Ventilan a primera hora y ajustan las medidas según avanza el sol. «Cuando da en las ventanas ya no sabes si tenerlas abiertas o cerradas».
Y agua, siempre menos del que necesita el cuerpo, en botellas de medio litro de la máquina expendedora. El año pasado, con más personal, hubo indisposiciones y anécdotas, como que un visitante llevó un Aquarius a una trabajadora. «Estamos todos ahí con los papeles abanicándonos», resumen doce meses después. El mensaje de cualquier foráneo que cruza la puerta es repetido: «¡Qué calor tenéis aquí!»
A todos les cuesta entender que haya pasado el invierno sin montar aquellos aparatos. En el área de Civil lucen los cables colgando. «Cuando vinieron, estuvimos con bromas, que si lo ponen aquí enfoca al compañero todo el chorro…» Pasaban las semanas, llegaban las vacaciones y los chistes se convirtieron en ironía. «Como no se den prisa, para el invierno». Siempre queda Papá Noel: aire acondicionado por Navidad.
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