‘La Noche de Agua y Fuego’ atrae a cerca de 3.000 personas a Fuentidueña

Y por fin llegó la anhelada jornada que tanto venían esperando los vecinos de Fuentidueña, su Noche de Agua y Fuego. El pueblo segoviano quiso poner el broche dorado de las llamas para clausurar su semana cultural. Una iniciativa novedosa que resultó espectacular. La propuesta cumplió con el interés que había despertado y eso se comprobó en la elevada afluencia de visitantes. Cerca de 3.000 personas se acercaron para admirar la plasmación de la Noche de Agua y Fuego en el recoleto escenario de la villa, una multitud que hasta ahora no había concitado ninguna de las iniciativas que se llevan a cabo en el municipio. Ni los mejores augurios pudieron imaginar un éxito y una respuesta como las que se vivieron el pasado sábado.

La primera edición de este festival iluminó la localidad con el candor de las velas, que tuvieron la exclusividad de alumbrar el pueblo desde las nueve de la noche. «En ningún momento imaginé que una vez encendido todo se pudiera contemplar una imagen tan bonita», cuenta con emoción la presidenta de Asociación Amigos de Fuentidueña, Cristina Martín.

Lo que no sabían los vecinos es que una vez colocadas las cerca de 13.000 candelas y antorchas, el escenario pudiera resultar tan mágico. Las sombras perfiladas de las colinas se atisbaban al fondo, un telón de antorchas y un decorado detallado por esas miles de llamas ornamentando cada una de las calles, de las casas, monumentos, iglesias e incluso en el mismo río.

La asociación cultural Amigos de Fuentidueña y gran parte de sus vecinos se encargaron de la organización del evento. Un total de treinta voluntarios controlaron sobre todo el tráfico por la zona y prohibieron entrar a cualquier coche al centro del pueblo. La villa quedó desierta de autos. «He visto mucha unión en el pueblo, estoy muy contento con toda la comunión que ha demostrado Fuentidueña», elogia Jesús Toledo, uno de los organizadores.

Danzas al son de la percusión

La plaza estaba a rebosar cuando comenzó el concierto de Sal Gorda, con Cristina Lázaro y posteriormente con el comienzo de los Batukones y su carnaval de fuego, acrobacias, malabares y música. La gente danzó al son de los tambores por la calles hasta que llegaron al río, donde ofrecieron su espectáculo estático Latidos de fuego. Los participantes formaron un gran círculo junto al cauce que iluminaron con centenares de velas y antorchas. El puente, una de las joyas del pueblo, se colapsó para poderlo contemplar el espectáculo. La clausura tuvo lugar con el descenso de la canoa y uno de los miembros remando por el agua con el latido de la percusión.

«Creo que hemos ofrecido el homenaje que deseábamos dar a Fuentidueña y hemos superado expectativas; es la primera vez y todo es mejorable, pero sí debemos decir que los vecinos del pueblo se han volcado con el evento y esto ha sido la clave del éxito del festival», ensalza la presidenta de la asociación a la hora de hacer balance del debut en la agenda cultural.

Cuando le festival tocó a su fin, las calles del municipio se fueron se fueron vaciando poco a poco dejando solo a los visitantes que quisieron alargar la contemplación de la estampa de Fuentidueña engalanada con las velas que todavía aguantaban encendidas. La asociación asegura que ya están pensando en una segunda edición para revivir una noche mágica de verano.