«En la Guerra, Salamanca era el ombligo del bando nacional»
Siglo XX. El exalcalde de Salamanca y cronista de la ciudad, Jesús Málaga, presentó esta semana el segundo volumen de su trilogía sobre la historia reciente de la capital
d. b. p. / word
Domingo, 20 de diciembre 2020, 18:42
Jesús Málaga está empeñado en contar la historia reciente de Salamanca. Hace apenas unos días presentó en el Consistorio el segundo ejemplar de su trilogía 'La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX', centrado en los avatares de la capital entre 1924 y 1939. El primer volumen abarcaba el periodo entre 1898 y 1923. El tercero, que aún está 'en el horno' arrancará en 1940 y concluirá en 1979, con la llegada de la democracia.
El exalcalde salmantino explica que este segundo libro se subdivide en tres etapas: la dictadura de Primo de Rivera, la II República y la Guerra Civil, vistas desde la perspectiva de los salmantinos de aquella época.
La primera parte nos presenta «una Salamanca muy polarizada» y que adoraba a Unamuno «como a un héroe romano» tras su destierro en Canarias, pero en la que también había sitio para los cotilleos en torno a la relación de Primo de Rivera con Inés Luna Terreros. Málaga explica que hubo «cartas subidas de tono» entre ambos, aunque estos manuscritos se perdieron 'gracias' a un gobernador civil del franquismo que se las llevó del archivo y se las entregó a Pilar Primo de Rivera, que para colmo era presidenta de la Sección Femenina.
Aquella primera etapa «concluyó con los acontecimientos iconoclastas de Guijuelo». España estaba a punto de convertirse en una república y se notaba en las calles. Málaga explica que durante una boda de familias bien de Guijuelo «los jóvenes se pasaron con la bebida y acabaron gritando vivas a la república. Esto pasaba en muchos ciudades en aquellos años, pero estos chicos entraron en el Ayuntamiento durante la noche, donde se había entronizado una talla del Sagrado Corazón de Jesús, la tiraron la suelo y la decapitaron. Al día siguiente se montó la marimorena. Al ser familias importantes el Ayuntamiento y la Guardia Civil miraron un poco hacia otro lado, pero la iglesia, el farmacéutico... pusieron el grito en el cielo». «Una de las conclusiones de aquella época en Salamanca», añade, «es que el poder político estaba asentado en el religioso. Quien tenía el poder era la iglesia».
Segunda etapa
La segunda parte del libro comienza con la llegada de la República, anunciada precisamente por Unamuno. Pese a las esperanzas que despertó en algunos estratos sociales «iba todo muy lento. La gente moría de hambre y frío y pedían al Gobierno más rapidez en la reforma agraria. Se hizo al final, pero no iba tan deprisa como gente quería. La gente que se moría de hambre no podía esperar. Hubo huelgas generales pero al final la gente de izquierdas perdió fuelle y poder, aunque la institucionalización de las casas del pueblo fue extraordinaria».
Los años republicanos también dejaron sucesos luctuosos y escándalos varios. Málaga cita el de Palaciosrrubios, que compara al de Casas Viejas. Básicamente, se convocó una huelga general que acabó con la intervención a tiros de la Guardia Civil. «Llegó al parlamento y fue uno de los peores momentos de la II República». Antes de la Guerra «hubo otro choque entre los más pudientes y los braceros del campo en Mancera de Abajo. Murió un niño».
La tercera parte del libro es la Guerra Civil. «Fue una etapa de terror en Salamanca. El franquismo vino a la zona de retaguardia y sembró el terror para asentarse. Lo hizo con tres episodios: la declaración del estado de guerra el 19 de julio y la entrada a tiros en la Plaza Mayor, el asesinato de Casto Prieto Carrasco (alcalde de Salamanca) y de Andrés Manso (diputado socialista) en una cuneta de La Orbada y las sacas y fusilamientos en el cementerio», Málaga añade, como ejemplo de la situación que padecía la ciudad, que «los fascistas aplaudían los fusilamientos y después los comentaban en las terrazas de la Plaza». Aquellos actos «amilanaron totalmente a la izquierda, aunque hubo tres focos de protesta en Pizarrales, Tejares y Prosperidad y en los sindicatos. Los funcionarios municipales estuvieron casi un mes en huelga».
Para colmo, la ciudad se convirtió en la capital 'de facto' del bando rebelde. «Se estableció aquí porque estaba en la retaguardia, porque tenía el aeródromo de San Fernando para coger aviones, porque está cerca de la frontera y porque el obispo cedió su palacio a Franco, que se estableció en un lugar estratégico, junto a la Catedral y la Universidad. ¿Quién iba a lanzar bombas ahí? Y también porque Salamanca fue el lugar que más votos había dado a la derecha en las elecciones».
Aquellos años «Salamanca competía con Madrid y Barcelona», las capitales republicanas. «Burgos tenía el gobierno administrativo, Valladolid el orden público y la represión y Salamanca el mando militar, el hospital del generalísimo, el Ministerio del Aire, las embajadas, el cuartel de la Falange... era el ombligo del bando nacional. Es curioso, para ser una ciudad tan pequeña».
El exalcalde salmantino ha incluido en el libro un mapa de la Salamanca de la Guerra Civil, para que los lectores se sitúen. «En Salamanca hay cuestiones importantes del turismo y la historia que no sabemos explicar. Coges el plano y puedes ir por la ciudad descubriendo dónde estaban las embajadas, los consulados, los cuarteles... Hay un centenar de lugares». Málaga aplaude la labor de Eduardo Polo en la confección de dicho mapa.
Blancos y negros
Jesús Málaga aclara que no toda Salamanca respaldaba a los sublevados ni era tan conservadora como podía parecer. La derecha se llevaba un 60% de los votos «pero más del 40% era para gente progresista que se agarraba a personajes como Unamuno, Casto Prieto o Filiberto Villalobos, que fue uno de los mejores ministros de España, de los que más hizo por la educación. Las derechas tenían mayoría, pero ha habido minorías muy importantes vinculadas con la izquierda. Y eso que Villalobos era de centro. Así le persiguió Franco». Málaga también cita entre los prohombres de la época a García Tejado, alcalde interino, presidente de la Diputación y profesor de la Universidad que construyó un hospital a finales de la dictadura de Primo de Rivera y que prácticamente salvó los estudios de Medicina en Salamanca.
El día a día de los vecinos era un valle de lágrimas. «Aún había rabia, tuberculosis, hambre... pero el libro también recoge una guía del comercio y la industria. Hubo cosas que funcionaron durante la república. A mediados de aquel periodo ya había atisbos de una ciudad un poco más moderna».
El libro incluye 3.500 nombres onomásticos, un índice toponímico y otro de las instituciones. «Es un trabajo muy duro, pero importante en términos historiográficos». El tercer volumen estará listo en 2022 y será «una obra tremenda».