La lectura junto a Cervantes se agota
La librería Cervantes nació durante la Guerra Civil, fue seña de identidad de Salamanca y cierra en la era de Internet después de 80 añosde vida. Su dueño, el octogenario Jesús Sánchez Ruipérez, heredó el negocio de su padre y lo engrandeció cosechando altos índices de ventas en sus dos tiendas de Azafranal
Ricardo Rábade
Lunes, 18 de enero 2016, 12:36
Ha llovido mucho desde aquellos convulsos tiempos en los que las trincheras ensangrentaban, azotadas por un cruel huracán de odio, los agónicos campos de España. Corría el ya lejano año de 1937 y justo mientras los españoles descargaban los fusiles para materializar los ideales que oteaban en sus horizontes políticos, Evaristo Viñuela abría en la céntrica y emblemática calle Toro de la capital salmantina una librería, que rápidamente en el año 1938 con la Guerra Civil sobrepasando su espeluznante y dramático ecuador se trasladó a la contigua calle Azafranal, muy cerca de la monumental y majestuosa Plaza Mayor.
En 1942, en plena posguerra, el peñarandino Germán Sánchez Almeida decidía adquirir el ya boyante negocio que había levantado cinco años antes Evaristo Viñuela, robusteciéndolo en sus ventas cotidianas y erigiendo y vertebrando desde entonces la fértil e imborrable trayectoria de la librería Cervantes, que ha logrado formar parte y aposentarse, durante casi ocho décadas, en el imaginario colectivo de varias generaciones de salmantinos. El negocio de Germán Sánchez Almeida fue viento en popa, consolidó y multiplicó sus ventas con el paso de los años y se convirtió en punto de compra obligado tanto para los amantes del amplio rosario de géneros literarios, como para los estudiantes universitarios que precisaban llenar sus estanterías con los manuales insertados en las asignatura de su carrera, así como para los padres que se enfrentaban cada mes de septiembre con la adquisición de la lista de libros que precisaban sus hijos para realizar el curso escolar en colegios e institutos.
Sin embargo, dentro de unos meses todavía no se sabe exactamente cuándo los dos establecimientos que tiene la librería Cervantes en la calle Azafranal cerrarán definitivamente, sepultando una página gloriosa de la historia de la Salamanca cultural y poniendo el broche final a casi 80 años de fértil cosecha de un templo consagrado al mundo del libro.
"Nunca dejes de leer"
El actual propietario, Jesús Sánchez Ruipérez, con 87 años a sus espaldas, comunicó el pasado mes de diciembre a la aproximadamente treintena de empleados de la librería su irrenunciable decisión de cerrar el negocio. Como testigos fidedignos de este triste epílogo son los carteles colocados en los escaparates, donde se vislumbra la palabra liquidación, como síntoma evidente de la agonía de la librería y de su próximo óbito. Pese a este triste ocaso, los trabajadores de la Cervantes se quieren despedir, no solo intentando desprenderse de stock bibliográfico y vender todo el material posible, desde libros a material escolar con atractivos descuentos del 20%, sino inyectando e inculcando entre sus compradores un estimulante mensaje, como es «nunca dejes de leer», que también engalana los escaparates de la librería para estimular sensibilidades y sanos hábitos culturales entre el gran público.
Germán Sánchez Almeida (1895-1961) fue un librero, impresor y editor peñarandino que se consagró en cuerpo y alma al universo bibliográfico, visualizando sus inquietudes con negocios e iniciativas que pivotaron siempre en torno las enriquecedoras y sugestivas órbitas bibliográficas.
Como su padre Martín Sánchez, como su madre Inocencia (viuda de Martín Sánchez), como su tío carnal Bibiano Sánchez y como su abuelo Bernardino Sánchez, Germán Sánchez Almeida compaginó su faceta del librero con la fundación de Ediciones Anaya, que tras su fallecimiento, acaecido en el año 1961, acabó en manos de un reconocido mecenas de la industria cultural, como fue su hijoGermánSánchez Ruipérez, que auspició y edificó un gran imperio editorial, con incursiones que sobrepasaron los límites fronterizos de la clásica producción editorial, aventurándose incluso con proyectos informativos vinculados a la prensa escrita, como fue el desaparecido diario El Sol, que irrumpió con un vivo dinamismo en el frente periodístico español en los primeros pasos de la década de los 90.
Precisamente, uno de los hermanos de Germán Jesús tomó la batuta de la Librería Cervantes y es Jesús, ya octogenario, quien, en medio de un adverso contexto impregnado en la era de Internet por las virulentas sacudidas y el alarmante desplome que castiga y azota al libro desde hace más de una década en su tradicional formato de papel, ha decidido echar al cerrojo a una librería que puede enorgullecerse de haber logrado formar parte de las señas de identidad de la capital del Tormes. De hecho, la Librería Cervantes atesora una casi interminable e inabarcable lista de referencias bibliográficas, formada por nada más y nada menos que una lista de unos 200.000 títulos.
Aunque en algunos círculos del tejido salmantino se citaba a Gabriel García Márquez y se equiparaba el inmediato devenir de la Librería Cervantes con la crónica de una muerte anunciada, lo cierto es que la confirmación de su próxima desaparición ha irradiado un escalofrío entre el público fiel y habitual en las dos tiendas de la calle Azafranal.
Los ecos y las resonancias del eclipse de este timonel han sobrevolando también los mentideros políticos, dando pie incluso a un particular rifirrafe que ha emanado desde las filas de la oposición política, lanzando una petición de auxilio al Ayuntamiento para evitar la consumación del cierre.Sin ir más lejos, el portavoz municipal del PSOE, José Luis Mateos, se interrogó el pasado lunes, aprovechando una de sus habituales comparecencias ante los periodistas en el transcurso de un desayuno informativo, por las razones por las que el alcalde de la ciudad, Alfonso Fernández Mañueco, no ha sido capaz de dar un paso al frente y no se ha interesado por el cierre de la librería, «otro de los símbolos de Salamanca que desaparece sin que nadie haga nada y se une a todo lo que hemos estado perdiendo los salmantinos en los últimos años», lamentó el joven edil socialista.