Fiesta de El Perrero para despedir el año
Los vecinos de Nava de Francia acompañan a Roberto González para cumplir con la tradición
m. j. g./ word
Viernes, 2 de enero 2015, 12:52
Las buenas costumbres nunca se pierden y menos las tradiciones. Por ello, los vecinos de Nava de Francia despidieron el año celebrando el pasado día 31 de diciembre la fiesta de El Perrero. Una celebración que se inició el día antes con la cena que reúne a los jóvenes del pueblo, que acompañan a la persona que encarna el personaje de El Perrero, que en esta ocasión fue Roberto González, un hombre que sabe muy bien el papel que hay que realizar, puesto que ya hace años también dio vida a este personaje.
El Perrero, como es tradición, va siempre acompañado por dos alguaciles, que para identificarlos llevan varas adornadas por flores, y que en este año fueron Francisco Martín y Julián González, este último alcalde de Nava de Francia, quien señalaba que «después de 37 años acudiendo a Nava de Francia es la primera vez que soy alguacil y nunca he sido Perrero», y es que como cuenta el primer edil, «como ya no hay quintos, cada año hay que buscar a las personas que representen a estos tres personajes para que no se pierda la tradición. Hay años en los que hay jóvenes y hombres que se apuntan y que quieren encarnar a este personaje, pero otras veces es difícil encontrarlos». Por ejemplo, para el 31 de diciembre de 2015 ya hay Perrero, puesto que el concejal Francisco Marcelino Mateo Rodríguez representará este papel al cumplirse los 25 años de la primera vez que fue Perrero en su pueblo.
En esta ocasión, y como ocurre siempre, se encontró a tres hombres que decidieron ser los protagonistas de esta fiesta que, como ya se indicó, se inició en la noche del día 30 de diciembre con una cena y también con el toque de campanas a partir de las doce de la noche, «que ya era día 31, con toques cada diez minutos hasta las cuatro de la mañana», explica el alcalde y alguacil de esta fiesta, que recuerda el frío que hacía en esa jornada.
Al día siguiente, a las ocho de la mañana se inició el recorrido del Perrero y los dos alguaciles, acompañados por el tamborilero Faustino Sánchez Domínguez, de Doñinos de Salamanca, por todas las casas habitadas, «sin dejar una», del municipio, comenzando por las viviendas de El Casarito (perteneciente a Nava de Francia), para continuar después por el propio pueblo.
En ellas, los protagonistas de esta fiesta recibieron dulces y licores, pero sobre todo dinero, que después -como cada año- fue entregado durante el ofertorio de la eucaristía, que se inició a las doce y media de la mañana y tras la cual hubo un convite para todo el pueblo, el cual fue ofrecido por el Ayuntamiento, quien también se encargó de pagar al tamborilero.
Durante todos estos actos no faltaron las carreras del Perrero, con su látigo, tras los niños y jóvenes del municipio. Un acto que no puede faltar y que es la esencia de esta fiesta, en la que el protagonista debe vestir según marca la tradición, es decir, con una larga camisola de cuadros, que casi le llega hasta los pies y un collar elaborado con bogayas de roble del que cuelga un gran cencerro, por lo que se oye bien por donde va este hombre.
Hay que señalar que, según los investigadores, la figura del Perrero puede estar asociada con la de los zamarrones o zangarrones que aparecen en distintas fiestas del ciclo de Navidad y de invierno tanto en Castilla y León como en otros lugares de España, con éstos u otros nombres parecidos. Julio Caro Baroja cuenta del zancarrón de Montamarta (Zamora) que «es un personaje de cierta importancia que debe asegurar la fertilidad de los campos, y las azotainas que ejecuta son con suma probabilidad fertilizantes asimismo» y hay quien asegura que los latigazos del Perrero de Nava de Francia tienen la misma finalidad.