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J. C. Cristóbal
Lunes, 20 de enero 2025, 20:27
La del sábado será la visita cuarenta y siete del Real Madrid al Zorrilla en partido de Liga (hay siete más en Copa) y, sin embargo, tendrá una novedad respecto a las 46 anteriores; más allá de que será la presentación en el castillo blanquivioleta de estrellas mundiales como Mbappé y Bellingham, nunca hasta ahora se midieron los dos equipos con las etiquetas que presentarán de colista y líder del campeonato. Ha habido más temporadas con el panorama negro para los blanquivioleta, nunca como en esta.
Y no siempre fue así, el corto viaje al norte de la meseta castellana suponía un dolor de muelas para el Real Madrid, también cuando alineaba una constelación de estrellas que miraba por encima del hombro a las de hoy en día. Al resignado aficionado actual hay que recordarle que el Real Valladolid presenta un historial de catorce victorias al Real Madrid en Liga, once en los dos Zorrillas, y dos en Copa. Sí que es verdad que la última se aleja a más de dieciséis años.
El Pucela se incrustó entre los grandes en 1948 y el 6 de febrero del 49 demostró a uno de los fundadores de la Liga que Zorrilla no iba a ser una plaza fácil de conquistar. Ese día tomó posesión como alcalde de la ciudad González-Regueral, el coronel que dio nombre al puente del Poniente hasta hace unos años. El Real Madrid de entonces no era todavía el que conquistó Europa a partir de la segunda mitad del siglo; durante la autarquía estaba a la sombra de sus vecinos del Metropolitano (los favoritos del ejército franquista, como reflejaba su nombre de Atlético Aviación), Valencia, Sevilla, Bilbao y el Barça de las Cinco Copas. Su presidente Santiago Bernabéu tuvo que esperar a la construcción de un gran estadio y a que le facilitaran el fichaje de Di Stéfano para convertir su club en el más laureado del mundo.
Así que el novato Real Valladolid de Helenio Herrera, Coque, Saso, Vaquero, Ortega y Lasala no se asustó por el liderato con el que se presentó el Real Madrid. Ganó 2-0 con goles de Mario y Peralta. Hubo tres victorias más durante esa década de la primera edad de oro blanquivioleta, cuatro si añadimos el 3-1 en la semifinal de Copa de 1950 que abrió la puerta a la primera final de su historia. 2-1 en la Liga 51-52, 3-1 en la 52-53 y, por tercera temporada consecutiva, 4-3 en la 53-54, un 28 de marzo que quedó para siempre en el recuerdo de los aficionados pucelanos.
Ese Real Madrid ya era otro, con Di Stéfano con el nueve a la espalda, y conquistó un título de Liga que no entraba en las vitrinas blancas desde 1933. Los merengues fueron campeones a pesar de los pucelanos, que les ganaron los dos partidos, 1-2 en Chamartín y el mencionado 4-3 en el Zorrilla, una remontada mágica con tres goles de Lolo, Rabadán y Morro en cuatro minutos que voltearon el 1-3 en contra. Fue tal el entusiasmo local, tanta la expectación por la visita de la Saeta Rubia (su gol de tacón a Saso dejó una foto para la historia del fútbol), que las gradas del Zorrilla se quedaron pequeñas, el presidente del club, Pradera, aprovechó el momento para sacarle al alcalde, el mencionado González-Regueral, la promesa de ampliar el estadio.
El Real Valladolid no perdió la condición de coco merengue durante la breve etapa de equipo ascensor que vivió en el paso de los cincuenta a los sesenta. De vuelta en Primera, el Pucela de los sudamericanos de Saso (Endériz, Benítez, Aramendi, Solé y Pontoni) derrotó al primer Madrid galáctico de las Cinco Copas de Europa, el que reunió a Di Stéfano con Puskas, Didí (campeón del mundo con Brasil), Santamaría y Gento; ese equipo volvió de regreso a casa con un 3-1 en el equipaje, derrota que escoció porque acabó segundo empatado a puntos con el Barça, un tanteo que se repitió en la temporada 60-61 con goles de Endériz, Zaldúa y Morollón, que ficharía con los blancos tres veranos después. Fue un resultado inútil para el Real Valladolid, que volvió a descender, e intrascendente para el Real Madrid, que acabó campeón. En el curso 62-63, otra vez en Primera, el Real Valladolid de Ramallets, el mejor de todos los tiempos, le ganó 4-2 a un Real Madrid que empezaba a envejecer.
Fue la última victoria en el viejo Zorrilla, hubo que salir del socavón de dieciséis temporadas fuera de la elite, subir al nuevo Zorrilla y esperar a noviembre de 1985 para el octavo triunfo local del Real Valladolid sobre el Real Madrid. Eran los tiempos de Cantatore, Yáñez, Aravena, Eusebio, Jorge, Minguela, Juan Carlos y Andrinúa, que ganaron 3-2 a un Real Madrid que no era cualquier cosa, doble campeón de la Uefa y camino de recuperar una Liga que se fue los cinco años anteriores a San Sebastián, Bilbao y Barcelona. Como nota difícil de creer, Urizar Azpitarte pitó dos penaltis a favor del Pucela que convirtió en goles Gail.
Hay que abrir un paréntesis liguero para incluir el 1-0 en los cuartos de la Copa del 90. La eliminatoria tenía el antecedente de la final del 89, segunda y última para el Real Valladolid, y quedó resuelta en la ida del Bernabéu con un 3-0; Pepe Moré mezcló suplentes y titulares, y Toshack empleó su once de gala, con la Quinta del Buitre, Hugo Sánchez, Schuster, Ruggeri, Hierro y compañía. El partido fue de pierna fuerte, el gol de Moya puso pimienta y hubo entradas violentas que levantaron chispas; rascaron unos y otros, y el que se llevó las rojas fue el Pucela, a Fano y Albis. El árbitro Molina Soto ganó los vestuarios protegido por los escudos de la policía.
La victoria del 92 fue tan inútil como la del 61. El 2-1 no le sirvió al Real Valladolid para mantener la categoría, era un club roto, entrenado por Maturana, con los colombianos fuera del equipo desde unos días antes, con Caminero y Fonseca como nombres más brillantes. El Real Madrid se dejó en Zorrilla dos puntos de los que se acordó semanas después, en Tenerife, en el primero de los dos campeonatos que se le fueron a pique en las islas. Por si alguien quiere alimentar las teorías de la conspiración, ese día arbitró Enríquez Negreira. También hay que destacar que el gol de la victoria lo firmó Alberto, el hoy doctor López Moreno, que puede presumir de marcar en dos de las victorias blanquivioleta contra el Real Madrid, con un doblete en el 1-3 del Bernabéu del 93. El último asalto al foro de la Castellana fue en mayo de 2000, con golazo de Víctor para el 0-1, cinco días antes de que los merengues lograsen la Octava ante el Valencia.
Algo similar ocurrió con la derrota del Real Madrid en febrero de 2002, el 2-1 en Zorrilla les cortó las aspiraciones en Liga, que quedó en un segundo plano tras la conquista de la Novena contra el Leverkusen. Del Bosque alineó a figuras como Figo, Raúl, Roberto Carlos y Casillas ante un Real Valladolid plagado de canteranos merengues, como Caminero, Tote, Marcos, Torres Gómez o Fernando. Y llegamos al final de la historia un 15 de noviembre de 2008, última victoria contra el Real Madrid (1-0), ese día el equipo de Schuster llegaba lanzado y se estrelló contra el Pucela de Mendilibar, García Calvo, Marcos, Víctor, Álvaro Rubio y Asenjo; el gol de Canobbio abrió una crisis que se llevó por delante al alemán un mes después, con el Barça de Guardiola a punto de pasarle por encima. Desde entonces, siete visitas del Real Madrid al Zorrilla, con un balance de un empate y seis derrotas para el Real Valladolid.
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