Borrar
Una formación blanquivioleta de la temporada 1930-31, antes de un partido contra el Logroñés en el campo de la Sociedad Taurina. Grande es el primero, de izquierda a derecha. Foto: Archivo J. M. O.
La Vista Atrás

El Real Valladolid y el boxeo

El jugador Grande y el masajista Ayala se subieron antes a un ring que pisar un campo de fútbol

José Miguel Ortega

Domingo, 17 de diciembre 2023, 19:27

Comenta

Ahora sería impensable que un futbolista practicase otro deporte, menos aún si ese otro deporte fuese el boxeo. Sin embargo, en los tiempos en que se fundó la Liga, la temporada 1928-29, el fútbol estaba profesionalizado a medias, pues solo los jugadores internacionales podían permitirse el lujo de vivir de sus habilidades con el balón. El resto, entre ellos los del recién fundado Real Valladolid Deportivo, percibían fichas entre 300 y 500 pesetas, que no daban para mucho.

Uno de aquellos futbolistas de la campaña fundacional fue Aquilino Grande, jugador del C.D. Español que, al fusionarse con la Real Unión Deportiva, había pasado a integrar las filas del nuevo y flamante conjunto blanquivioleta.

Grande jugaba de medio y aunque al principio no era titular, terminó entrando en los planes de Antón Achalandabaso, el entrenador-jugador que le conocía bien de su etapa amateur en las filas españolistas. Naturalmente no solo era conocedor de su potencial futbolístico, sino que también sabía de sus andanzas como boxeador.

En los primeros tiempos del boxeo en Valladolid, las veladas se organizaban en escenarios tan dispares como los teatros –el Pradera fue el primero de todos–, los campos de fútbol, la plaza de toros o el Ideal Rosales, un baile veraniego que estaba en la calle Independencia, entonces Travesía de Muro.

Pues en aquellos carteles figuraba con frecuencia Aquilino Grande, muy popular entre los aficionados por su condición de futbolista, pero también con acreditada facilidad con los puños. No era un pegador excepcional, pero ganó bastantes peleas antes del límite porque era rápido, intenso y preciso en sus golpes. Un auténtico fajador que contaba con un buen número de seguidores tanto en el ring del Ideal Rosales como en el campo de La Victoria o en el de la Sociedad Taurina.

Con motivo de la inauguración del flamante campo del Español, en el barrio de La Victoria, no solo se celebró el primer partido internacional de fútbol que hubo en Valladolid frente al Morawska Slavia de Brno, sino también una especie de Olimpiada de varios deportes, entre ellos una velada de boxeo con el campeón europeo de los plumas, Antonio Ruiz, como principal reclamo para los aficionados. Naturalmente, también peleó aquel día Aquilino Grande, enormemente popular entre los socios y seguidores españolistas.

Grande estuvo seis temporadas en el Real Valladolid, desde 1928 a 1934, pero a partir de la 1930-31, cuando se hizo con puesto en las alineaciones blanquivioletas –Gabilondo, Antón, Grande, era la línea media–, su nombre desapareció de los carteles de las veladas, con alguna presencia esporádica en la época veraniega, cuando la actividad futbolística estaba de vacaciones.

El Real Valladolid, en Chamartín antes de disputar la final de la Copa de 1950, frente al Athletic de Bilbao. Eugenio Ayala es el primero de la fila de los agachados, debajo del portero suplente, Froger.

En la misma época en que Grande formó parte del elenco de pugilistas vallisoletanos, también peleaba Eugenio Ayala, popularmente conocido como 'Cafetera', por su condición de camarero en el 'Royalty', uno de los más elegantes y emblemáticos cafés en el Valladolid de antes de la guerra.

Ayala era mejor boxeador que Grande y realizó una carrera más amplia, con peleas no solo en Valladolid, sino también en provincias limítrofes, como Palencia, en donde sacó del ring de un puñetazo a su rival, Salagre, que era la figura local.

'Cafetera' peleaba bastante en escenarios tan diversos como el Ideal Rosales, el campo de fútbol de La Rubia, el Friné, salón de baile que estaba en la calle del Nogal y en el que, por cierto, hizo de árbitro de boxeo el celebérrimo portero Ricardo Zamora, cuando el Español de Barcelona vino a la capital del Pisuerga a jugar un amistoso contra el Español vallisoletano.

En el teatro Capitol, que en los años treinta acogió un gran número de veladas, también puso de manifiesto la dureza de sus puños Eugenio Ayala, aunque no tardó en colgar los guantes para prolongar su relación con el boxeo en calidad de árbitro de los combates importantes. Incluso después de la guerra arbitró alguna pelea, pero se olvidó de los ganchos, crochet y directos cuando le llegó la oferta para convertirse en masajista del Real Valladolid.

Por entonces había dejado se profesión en la hostelería y trabajaba en la Renfe, la empresa más importante que había en la ciudad antes de la llegada de Fasa, que no dudó en abandonar ante la posibilidad que se le presentaba de seguir ligado al deporte, en este caso al fútbol, como masajista de un Pucela que había superado la crisis económica y deportiva que generó la muerte del presidente Cantalapiedra, e iba a protagonizar el ascenso de Tercera a Primera en solo dos años.

La imagen de Ayala, con la toalla anudada al cuello «como los boxeadores, cuando subían al ring», aparece en bastantes fotos del equipo hasta que al final de los sesenta se jubiló. En aquellos tiempos solían posar para los fotógrafos de prensa los once jugadores elegidos por el entrenador para cada partido, el portero suplente, el utilero Tomás Martín y el masajista Eugenio Ayala.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El Real Valladolid y el boxeo

El Real Valladolid y el boxeo