El Real Valladolid ha adquirido en estos últimos encuentros la muy loable costumbre de marcar antes de cumplirse el primer minuto de juego real.
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El ... sábado en Ibiza, sin que el balón lo hubiese aún acariciado ningún jugador del equipo local, la falta cobrada por Toni y el golpeo efectuado por Nacho dieron origen a la ejecución final de Weissman. Corría el segundo 57 y a modo de prólogo del evento recién comenzado el Pucela ya dejaba sentadas las bases de la intención final buscada.
Algo que a los entrenadores nos encanta y por lo cual nos encomendamos a San Judas Tadeo como patrón de los imposibles, y del cual no solemos obtener respuesta en número y medida de lo solicitado.
Y es que si algo nos suele preocupar, aparte de jugar bien, fuertes sin balón y prácticos y certeros con él, no es otra cosa que golpear primero en el marcador para luego hacerlo por segunda vez. Suele ser la medida infalible para insuflar fuerzas y confianza en la misma medida que se las restas al contrario.
El equipo jugó unos primeros quince minutos primorosos bajo la batuta mediocampista de Iván Sánchez y Roque Mesa. Por sus botas pasaba el dominio de la pelota, el control del juego junto a la pausa necesaria y esos balones envenados del último tercio del campo que afanosamente buscaban al israelita para culminar.
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Sin embargo un Ibiza bien posicionado, con fundamentos de juego y marca Paco Jémez, y con uno menos desde el final de la primera mitad nos metió el miedo en el cuerpo en jugadas aisladas hasta el final de la primera mitad.
Superado ese brillante prólogo el relato durante los quince primeros minutos de la reanudación dejó claro que ambas porterías iban a pasar apuros serios. No acertó Toni en una jugada de Nacho muy bien hilvanada y Miki Villar falló lo sencillo solo ante Masip.
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A Toni le disgustó no haber marcado y sabiendo que le quedaban diez minutos, optó por escaparse de la banda encomendada para meterse en terrenos centrales. El Yamiq, que gusta sobremanera de atacar, entendió el desmarque que le tiraba y le puso la pelota delante; dicho y hecho, Villa la bajó como los buenos y se la puso a Weisswman como los mejores. Y ahí ya se sabe, el hebreo no falla.
El epílogo fue más apretado, sufrido y muy celebrado. ¡Ganar al Huesca y a esperar!
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