La portería se le encoge al Real Valladolid

Enfilaban los jugadores el camino a vestuarios en Balaídos con el punto ya bajo el brazo y Sergio González, bajo una fina manta de agua, esperaba el último como en él es habitual para felicitarles uno a uno pero también para agarrar del hombro a Sergi Guardiola y tratar de aplacar la frustración que había acumulado durante los 90 minutos. El delantero se había vaciado y peleado con todos y cada uno de los defensas del Celta, y lo único que había sacado en claro era un remate que se le fue arriba a los 8 minutos de juego y una buena colección de patadas, la gran mayoría de Araújo.

La escena, por lo tanto, no era casual. La misma sensación de impotencia se le puede atribuir también a Sandro pero es el '7' blanquivioleta quien mejor la representa, extenuado como acabó en Vigo sin un solo balón limpio que llevarse a las botas. Una vez confirmada la recuperación de la mejor versión en defensa –con no pocos matices–, la principal preocupación del técnico se centra en recuperar la conexión con los dos delanteros, inexistente en las tres últimas jornadas. Un problema que en Vigo se hizo más palpable desde el momento en el que las bandas dejaron de producir –especialmente la derecha–, es decir a partir del primer cuarto de hora. En ese arranque explosivo y vertiginoso de Hervías, el Valladolid pudo meter el miedo en el cuerpo al conjunto gallego a través de tres llegadas con criterio, pero esa inercia se fue agotando hasta esfumarse del todo en la segunda parte. Ni la entrada de Waldo, desenchufado y sin confianza ninguna en su desborde, ni las apariciones de Plano con el rival en retirada por el desgaste pudieron cambiar un guion que manejó el Celta en todos los aspectos del juego salvo en el del acierto.

El cortocircuito, sin embargo, es algo más complejo. Tiene más explicaciones. Siendo como es una baza importante, el juego por las bandas no es el único causante de la desconexión con los dos de arriba.

El centro del campo también tiene su parte alicuota de culpa. En Balaídos, concretamente, la vuelta de Joaquín sí reportó una mayor presencia y músculo de los que había exhibido fechas atrás pero esa ventaja se fue perdiendo con el paso de los minutos.No es casualidad en este sentido que dos de los mejores jugadores de la plantilla a fecha de hoy como son Joaquín y Hervías, estén lastrados por su puesta a punto y no puedan prolongar a 90 minutos lo que son capaces de aportar en los primeros compases de partido.

En este punto la aportación de Míchel en los últimos encuentros se ha limitado a pases en horizontal sin dotar en ningún momento al equipo de profundidad. El valenciano es el indicado para buscar la verticalidad tanto de Guardiola como de Sandro, y en Vigo uno y otro acabaron desquiciados por la falta de balones de garantías. Unido a la distancia entre líneas, eso hizo que ambos bajaran a surtirse al centro del campo y la consecuencia inmediatas fue casi peor debido a que los balones ganados dejaron a uno y otro a cincuenta metros de la portería rival.

Si lo llevamos a la estadística, los datos reflejan que el Real Valladolid ha sumado cuatro disparos a puerta en sus tres últimos partidos (Alavés, Sevilla y Celta), en una cifra que se eleva a 23 si contabilizamos los tiros totales.

La comparación no se sostiene si ponemos estas cifras frente a los últimos encuentros en los que se hizo gol. Cuatro fueron los lanzamientos a puerta que se efectuaron en 90 minutos ante el Eibar y 6 los realizados frente al Mallorca.

Los números cantan y la desconexión, diálogo o no de por medio, requiere de soluciones.