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Una formación blanquivioleta de la temporada 1956-1957. En pequeño, el goleador Badenes. Archivo Ramón Martínez
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El mejor ataque del Real Valladolid y la peor defensa

Badenes fue el máximo goleador de Primera División, pero el conjunto blanquivioleta fue el equipo más goleado y descendió en la temporada 1957-1958

José Miguel Ortega

Viernes, 5 de diciembre 2025, 18:41

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Década de los cincuenta con el Real Valladolid en su décima temporada consecutiva como equipo de primera división. Se habían ido titulares de mucho peso específico –Losco, Lolo, José Luis, Valdés, Murillo y Cerdán- y había llegado para suplirlos una mezcla de jóvenes y veteranos de difícil equilibrio en la plantilla -Rodríguez I, Rodríguez II, Quetu, Gallardo, Gijón, Juanjo García, Piquín, Beascoechea, Pinilla, Rivera y Paz- con Rafa de entrenador y Ramón Pradera de presidente.

En casa el Pucela no andaba mal, con victorias sobre Español, Sevilla y Valencia y empates frente a Atlético de Madrid y Osasuna, pero fuera se mostraba endeble en defensa y no estaba muy contenta que digamos la masa social, tanto por los frecuentes cambios de alineación como por la facilidad con que el equipo encajaba goles.

Hubo un partido contra el Sporting de Gijón el 15 de diciembre de 1957 con una arrolladora primera parte de los blanquivioletas, que se fueron al descanso con un aplastante 5-0, que se convertiría en 7-0 a los 60 minutos, con el cuarto tanto personal de Badenes, pero en los veinte minutos restantes los asturianos marcaron tres goles que no hicieron sino enfriar un tanto la euforia del graderío y, sobre todo, poner de manifiesto una vez más la debilidad de la zaga.

Así que en la jornada 19, tras perder 1-3 en «Zorrilla» frente al Zaragoza, la directiva decidió sustituir a Rafa por el veterano guardameta José Luis Saso, tanto por su visión del fútbol como por la influencia que ejercía sobre la plantilla, a pesar de que él había sido titular en la mayor parte de los encuentros de la floja primera vuelta blanquivioleta.

El titular bajo los palos desde que comenzó la temporada fue Benegas porque era el relevo generacional, pues tenía 23 años frente a los 31 de José Luis Saso, todo un mito en el Real Valladolid, cuyos colores venía defendiendo siempre en primera división aunque la irregularidad de Benegas y, sobre todo, la media docena de goles que le marcó el Valencia en la séptima jornada le llevaron al banquillo mientras Saso volvía a la titularidad en un partido de mucho compromiso, contra el Barcelona en el viejo «Zorrilla».

Pese a la mejoría defensiva de los blanquivioletas, el ataque azulgrana formado por Basora, Evaristo, Eulogio Martínez, Kubala y Tejada acabó inclinando la balanza del lado visitante por 1-2, siendo el tanto vallisoletano obra, como era habitual, de Manuel Badenes.

Con Saso en la portería se paró la hemorragia de goles recibidos e incluso influyó en el mejor rendimiento del ataque, especialmente en el 7-3 al Sporting de Gijón, que entonces se llamaba Real Gijón porque al Régimen no le gustaban los extranjerismos.

Todo parecía arreglado hasta que el Celta ganó en «Zorrila» por 0-4 y el Atlético de Madrid le metió 7-0 en el «Metropolitano», paliza que le costó el puesto a Saso y propició el retorno de Benegas a la alineación para recibir al Zaragoza, que también ganó 1-3, resultado que supuso el cese de Rafa y propició el nombramiento de Saso como entrenador, debutando como tal en Pamplona con un 5-0 que Osasuna le endosó a Benegas, pese a lo cual el nuevo técnico le mantuvo dos jornadas más en la portería.

Después puso a Arbe, que recibió tres goles en Valencia y 7 en Barcelona, sentenciándole para el resto de la temporada y propiciando el retorno del jugador-entrenador hasta el final de temporada, tramo en el que se produjo una inesperada reacción del Pucela, hasta el punto de que llegó a la última jornada con opciones de eludir el descenso que parecía inevitable, frente a la U.D. Las Palmas.

Sin embargo los canarios, que también se jugaban la permanencia, ganaron por 3-1 y enviaron a los vallisoletanos a segunda división, fundamentalmente por su endeblez defensiva –no solo de los porteros- y a pesar del excelente rendimiento del ataque y, sobre todo, del ariete Manolo Badenes, un goleador extraordinario que en su segunda temporada con el Valladolid se proclamó «Pichichi» de la Liga de primera división con 19 goles, aunque este título tuvo que compartirlo con Di Stefano, del Real Madrid y Ricardo, del Valencia.

Badenes, que cuando fichó por el Valladolid parecía más veterano de lo que realmente era, pues aunque llevaba diez años jugando en primera en equipos como el Barcelona, Zaragoza y Valencia, tenía 28 años cuando llegó a «Zorrilla» y 29 cuando se proclamó máximo realizador de la Liga, firmando 19 de los 45 goles del equipo.

Aunque marcó en muchos de los partidos, su mejor tarde la tuvo el 15 de diciembre de 1957, cuando el 7-3 ante el Gijón, con cuatro tantos del ariete castellonense que, ya con el equipo en segunda, fue traspasado precisamente al conjunto asturiano junto a los extremos Rodríguez I y Rodríguez II, que no tenían ningún parentesco y como ambos se llamaban José, los directivos decidieron ponerles primero y segundo para diferenciarles, aunque paradójicamente el cordobés Rodríguez segundo era cuatro años mayor que el vallisoletano Rodríguez primero.

Pero a pesar de los buenos pases de ambos para que el letal Badenes rematase al fondo de las mallas, al Valladolid de aquella temporada le falló la retaguardia, pues con 73 tantos en contra fue el equipo más goleado de toda la primera división. A Saso le metieron 30 en 17 partidos, la misma cantidad que a Benegas, pero en 11 encuentros, 10 a Arbe en 2 partidos y 3 a Mambrilla en uno.

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