Mágico González, de héroe a villano
La Vista Atrás ·
El salvadoreño marcó de falta ante el Barcelona en 1985, pero luego falló el penalti que acabó por dar el título a los azulgranaJosé Miguel Ortega
Valladolid
Martes, 22 de diciembre 2020, 07:24
Genio y figura. El salvadoreño Jorge 'Mágico' González, cedido por el Cádiz al Valladolid para la segunda parte de la temporada 1984-85, tuvo en su futbol y en su comportamiento las luces y las sombras que le acompañaron en toda su carrera deportiva.
Un jugador genial, de los más grandes de la historia, que se quedó a medio camino de donde realmente pudo haber llegado. El mejor ejemplo de su personalidad en el campo lo ofreció en el partido que el Real Valladolid y el F.C. Barcelona disputaron en el nuevo estadio Zorrilla el 24 de marzo de 1985.
El conjunto blanquivioleta, dirigido por Fernando Redondo, no tenía aún asegurada la permanencia, mientras que el azulgrana podía proclamarse campeón si ganaba este duelo que suscitó una enorme expectación, traducida en una recaudación récord en la historia del Pucela: 32 millones largos de pesetas.
En la grada, para festejar el título por todo lo alto si el Barsa era capaz de hacer valer su superioridad, estaba la plana mayor del club culé: el presidente José Luis Núñez, Nicolás Casaus, Joan Gaspart y hasta el entonces ministro de Sanidad, Ernest Lluc.
Las cosas, la verdad, no pudieron tener un mejor comienzo para los intereses barcelonistas, pues a los 9 minutos, Clos remataba un córner, ganando la acción a Fenoy y a sus compañeros de zaga. La alegría visitante, sin embargo, no iba a durar mucho porque una falta directa ejecutada por Mágico González restablecía el empate apenas cuatro minutos después. El toque sutil del salvadoreño llevó la pelota a la red, haciendo inútil el esfuerzo de Urruti.
Ya en la segunda mitad, a los 64 minutos, volvió a ponerse de manifiesto la fortaleza azulgrana y la debilidad blanquivioleta en las jugadas a balón parado. Un nuevo córner sacado por Víctor le dio a Alesanco la oportunidad de volver a poner por delante a su equipo, con un inapelable remate de cabeza.
El Barcelona volvía a acariciar el título, pero aún tendría que sufrir para poder cantar el alirón. Apenas faltaban dos minutos para el final, cuando Julio Alberto derribó dentro del área al delantero local Víctor Porras, y Sánchez Arminio, pese a la trascendencia de su decisión, no dudó un instante en señalar el punto fatídico.
El técnico local, Fernando Redondo, pensó que después de la inyección de moral que supuso el gol de falta marcado por Mágico, el salvadoreño era el hombre ideal para lanzar el penalti decisivo. Tensión en las gradas y pasmosa tranquilidad la del protagonista de aquel lance, que ni siquiera tomó carrera para lanzar el máximo castigo. Le bastaron un par de metros para impactar con su pie izquierdo en la pelota…
Y un segundo después, el mundo que se hundía para los blanquivioletas y un sol radiante que iluminaba el rostro de los azulgranas. El golpeo fue tan flojo que, pese a ir bien dirigido, le dio tiempo a Urruti a detener la pelota. El Barça era campeón de Liga cuando aún faltaban cuatro jornadas para el final, mientras que el Valladolid aún le quedaba sufrir para alcanzar su objetivo.
Mágico fue protagonista por partida doble en el partido disputado en el nuevo estadio José Zorrilla, con el acierto de su gol de falta y el error del penalti, en el que la pelota llegó llorando a las manos del portero visitante. Pero naturalmente, además del salvadoreño, hubo otros protagonistas, que actuaron a las órdenes del cántabro Sánchez Arminio. Por el Barcelona: Urruti; Gerardo, Migueli, Alesanco, Julio Alberto; Víctor. Schuster (61' Calderé), Rojo; Clos (90' Carrasco), Archibald y Marcos. Y por el Real Valladolid: Fenoy; Martín Sáez (83' Eusebio) Richard, Francis, Sánchez Valles; Aracil, López (84' Víctor), Minguela; Yáñez, Mágico González y Jorge.
Tanto en las gradas del estadio como en las Ramblas, los seguidores blaugranas celebraron por todo lo alto el título liguero, que llevaban once temporadas sin conquistar, mientras que los blanquivioletas estuvieron con el agua al cuello hasta la última jornada, pues la salvación se logró ganando (0-2) en el Sánchez Pizjuán a un Sevilla desmotivado porque estaba en tierra de nadie, con una afición que celebraba los goles del Valladolid y el que marcó el Málaga al Betis porque llevaba a los verdiblancos a segunda, aunque éstos empataron al final y se salvaron a costa de enviar al descenso al Málaga, junto a Elche y Murcia.
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