La despedida de Rusky
Hace 42 años que el ariete blanquivioleta jugó su último partido con el Real Valladolid tras ocho temporadas en el club
José Miguel Ortega
Sábado, 8 de noviembre 2025, 20:11
La temporada 1983-84 comenzó de forma convulsa con la dimisión de Pedro San Martín cuando ni siquiera había comenzado la Liga, sustituido temporalmente por uno de sus compañeros de Junta, Mariano Hernández Ventura, y ya de forma definitiva por Gonzalo Alonso, que tomaba el timón blanquivioleta un año y medio después de haberlo abandonado.
José Luis García Traid estuvo al frente del equipo como entrenador durante ocho meses, ocupando entonces su cargo un hombre habitual en los momentos complicados del Pucela, Fernando Redondo, que no solo cambió la dinámica del equipo, sino que logró el título más importante de la historia blanquivioleta, la Copa de la Liga.
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También se produjo una baja en la plantilla a la que no se dio demasiada importancia mediática, pero que con la perspectiva del tiempo, 42 años, merece ser recordada. El equipo tenía desde la temporada anterior una de las mejores plantillas de su historia, especialmente en el ataque con dos estrellas de primera magnitud: «Pato» Yáñez y «Polilla» Da Silva, además del internacional español Fortes y el argentino Oviedo y joyas de la cantera que dirigía Ramón Martínez como Peña, Jorge Alonso, Fonseca y Javi Díez.
Con este panorama, otro delantero que cumplía su octava temporada en «Zorrilla», Antonio García Ramos conocido futbolísticamente como Rusky, tenía complicada la titularidad ante compañeros más jóvenes que él, aunque con 30 años tampoco era un viejo. El club le insinuó la posibilidad de ir cedido a otro equipo pero el ariete catalán tenía un año de contrato en vigor y no le hacía ninguna gracia dejar la ciudad en la que había decidido echar raíces cuando dejara el fútbol.
Sin embargo desde el principio quedó claro que el entrenador no contaba con sus servicios y esta situación para un futbolista tan carismático y querido por el público se hizo cada vez más tensa y complicada. El gran rendimiento ofrecido por las dos figuras extranjeras, Da Silva y Yáñez, y la proyección de los delanteros procedentes de la cantera cerraba la posibilidad de que Rusky tuviera las oportunidades que su gran rendimiento anterior merecía.
Así, sin entrar en las convocatorias, estuvo el catalán hasta el 22 de noviembre de 1983, en un partido de la Copa del Rey disputado en «Vallecas» contra el Rayo, que entonces estaba en segunda división. El Real Valladolid ganó por 0-2, con goles de Yáñez y Gail, mientras que Rusky estuvo en el banquillo hasta el minuto 86, cuando sustituyó al chileno ya con la eliminatoria resuelta.
Cuatro minutos de la basura no parecía la mejor forma para que un futbolista tan emblemático y de tan extraordinario rendimiento en el conjunto blanquivioleta dijera adiós a las ocho temporadas que jugó en los dos estadios «Zorrilla», el viejo y el nuevo.
Este «feo» forzó la salida de Rusky con destino al Sabadell, que entonces militaba en segunda B y que logró ascender a la categoría de plata, un éxito que mitigaba un poco su triste salida del Pucela. Recordemos que Antonio había llegado al equipo vallisoletano junto a Moré, procedentes del Barcelona Atlético, en la temporada 1976-77 y con un entrenador, Luis Aloy, que conocía perfectamente la extraordinaria valía de ambos.
Por lo que respecta a Rusky fue el sustituto ideal de Manolo Álvarez, uno de los grandes goleadores de la historia blanquivioleta, erigiéndose en una auténtica pesadilla para las defensas contrarias. En las siete temporadas y media que estuvo en el Real Valladolid, jugó 236 partidos oficiales en los que marcó 92 goles, siendo en varias campañas el máximo realizador del equipo y sin ningún género de dudas uno de los grandes goleadores del conjunto vallisoletano en todos sus casi cien años de vida.
Un recuerdo especial a aquel equipo de la temporada 1978-79 en el que con Gonzalo Alonso de presidente, Ramón Martínez de secretario técnico y «Pachín» de entrenador. El Pucela se quedó a un gol del ascenso a primera división y a un gol de la final de la Copa del Rey, un equipazo en el que había seis jugadores procedentes del Barcelona, al que nos dio por llamarle Real «Barsadolid», que tenía en sus filas como titulares a Serrat, Estella, Moré, Mir, Rusky y Botella que, acompañados por talentos de la cantera como Borja, Toño, Minguela, Sánchez Valles, Jorge y una cesión madridista, Poli Rincón, hicieron disfrutar a la afición pese a nadar y quedarse después a la orilla tanto en la Liga y en la Copa.
La capacidad ofensiva del conjunto blanquivioleta –el séptimo mejor goleador de la Liga- fue la clave de lograr el objetivo de la permanencia y del gran éxito que supuso la conquista de la Copa de la Liga. Eliminó sucesivamente a Zaragoza, Sevilla y Betis, el Real Valladolid se plantó contra todo pronóstico en la final, a partido doble, con el Atlético de Madrid.
Los colchoneros, dirigidos por el mítico Luis Aragonés, afrontaban el lance como indiscutibles favoritos, aunque ya no lo parecieron tanto después de que el Valladolid empatase a cero en el choque de ida celebrado en el «Vicente Calderón». Cuatro días después, el partido de vuelta jugado en el nuevo «José Zorrilla el 30 de junio de 1984, también concluyó sin goles en el tiempo reglamentario para que a poco de comenzar la prórroga un tanto de Votava en propia puerta abrió el camino de la remontada más heroica de la historia blanquivioleta, pues con dos goles de Fortes y Minguela, se logró el 3-0 que valía la Copa de la Liga.
Da Silva fue, además, el «Pichichi» de la Liga compartido con el madridista Juanito, razón por la cual nadie se acordó de la salida poco airosa de Rusky a quien hoy, 42 años, queremos recordar el protagonismo que tuvo en su etapa como jugador del Valladolid.
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