Cuaresma y el vínculo del barrio
Jugó ocho temporadas en el Real Valladolid y dos en Almería. Salió del fútbol de arena y charcos del barrio de La Victoria. Recuerda que un día Zorrilla coreó su nombre en medio de una derrota
José Anselmo Moreno
Miércoles, 10 de septiembre 2025, 20:11
Cuaresma salió del barrio de La Victoria, como Sánchez Valles o el actual Chuki. Tenía un aspecto casi escandinavo. Aquel niño blanquito, rubio y de ojos azules empezó en campos de barro, charcos y piedras por eso tiene mil historias que contar. Uno de sus primeros entrenadores fue el hermano mayor de Jero, el hostelero recientemente fallecido, dice que jamás tuvo una lesión muscular como profesional y el día antes de la entrevista le dio un tirón paseando al perro en Santovenia, donde reside. Recuerda que el mote de 'Chuki' Cuaresma se lo puso su compañero Alberto Albesa por un champú barato que usaba (se llamaba Shuky) y evoca esa infancia cuando en el barrio improvisaban balones con cualquier cosa. Con todo esto y más, probablemente esta sea la historia más genuina y pucelana de las dos temporadas de esta sección.
«Nosotros no teníamos la suerte que tienen los chavales de ahora, que con cinco años hay escuelas de fútbol, tuvimos que empezar en el equipo del barrio y empezabas en la calle, a pegar patadas a lo que encontraras. A veces cogíamos una bolsa y la llenábamos de papeles porque un balón era un bien muy preciado». Habla de finales de los 70, de una España que acababa de dejar el blanco y negro, cuando las explanadas de los barrios eran los parques de ahora y si te caías al suelo podías encontrarte cualquier cosa.
«Yo empecé en La Victoria, nos entrenaba un albañil (Jesús) y después el hermano mayor de Jero, el que tenía el restaurante de la calle Correos. Nos enseñaban fundamentos básicos y después, yo tenía 12 o 13 años cuando pasé las pruebas al Real Valladolid con compañeros de mi barrio, nos cogieron a dos», recuerda.
Le hago la precisión de que el campo de la Federación, donde les hacían aquellas pruebas, tampoco era mucho mejor que los que describe de su barrio. Asiente, aunque para él fue «un orgullo enorme» formar parte de aquella etapa y del club de su vida.
«Esa camiseta y jugar en el equipo de tu ciudad hasta los 28 años es un orgullo, aunque después me marchara al Almería tras el descenso de 1995. Fue el verano de la liga de 22 y esa noticia ya me pilló allí», agrega.
Cuaresma debutó en Primera el día de la huelga de futbolistas en 1984 y después con Cantatore, aunque el chileno no le ponía mucho y se fue cedido al Atlético Madrileño. Fue Maturana el que realmente empezó a confiar en él y cuando se preguntaba al colombiano quién atacaba por banda, cuando ponía un once sin extremos, te decía que con Cuaresma valía.
«Recuerdo que Patri, que jugaba de lateral, tuvo una lesión en Sevilla con el Betis, me sacó Maturana, hice un buen partido, empatamos a cero y a raíz de ahí ya tuve la fortuna y también el trabajo de estar en el Pucela», recuerda.
Vivió el ascenso de Palamós, la promoción contra el Toledo y, sobre todo, aquel triunfo con Mesones en el Bernabéu (1-3), con un gol suyo, el tercero. «Eso fue una alegría inmensa. Defendimos bien y ellos no tuvieron ese punto de inspiración habitual, conseguimos la victoria con los dos primeros goles de Alberto y después el mío, en una jugada en la que subí por la izquierda, porque ese día jugué ahí, me salió Buyo, yo vi el palo largo e intenté tirársela ahí pero el caso es que entró por debajo de las piernas».
Vivió el ascenso de Palamós, la promoción contra el Toledo y, sobre todo, aquel triunfo con Mesones en el Bernabéu con gol suyo (1-3)
Como se puede comprobar, Cuaresma no se hace el interesante. El único gol que marcó con el Pucela fue a lo grande, pero admite que tuvo suerte. Lo reconoce. Es el sello de la gente sencilla, del barrio de La Victoria o de cualquier otro, gente poco dada a darse importancia. Ahora trabaja de camionero tras sacarse hace años el carné especifico para mercancías pesadas. «Soy feliz, llevo una vida tranquila y normal en Santovenia, muy familiar, de vez en cuando voy por La Victoria porque me gusta el barrio».
Aunque conoció el referido ascenso del Pucela en los despachos ya formando parte de nuestro rival de este sábado, no se arrepintió de irse a Almería porque las decisiones «hay que tomarlas con todas las consecuencias y, además, allí todo empezó muy bien, fue una buena experiencia aunque hubo cosas buenas y malas porque así es la vida también».
«Nunca supe lo que era una lesión muscular hasta hace unos días cuando se me escapó el perro. Inicié un esprint ¡y me dio un tirón en el isquio!»
Cuaresma
El primer año le dieron el Trofeo a la Regularidad y el segundo año tuvo cuatro entrenadores, entre ellos Stielike. Dice que no había buen ambiente en el vestuario entre veteranos y jóvenes. «Stielike, por ejemplo, era una alemán puro y duro. Al principio no jugada mucho con él y después sí, pero al final descendimos en el último partido de liga. No se hizo un buen bloque y los entrenadores tampoco dieron con la tecla».
Cuando le pido una foto reciente, dice que ha perdido mucho físico y es entonces cuando cuenta la anécdota del perro: «Nunca supe lo que era una lesión muscular hasta que esta semana mi perro, que no se lleva muy bien con los demás, se me escapó. Inicié un esprint y me dio un tirón en el isquio. No me lo podía creer. Yo tuve lesiones articulares como profesional, pero nunca supe lo que era la pedrada o una lesión muscular».
El 'Chuki' Cuaresma se retiró con 34 años y ya cerca de casa, en el Palencia. Había pasado antes por el Xerez en Segunda División. Era un futbolista corajudo, de esos que se parte la cara en el campo y, en este contexto, dice que uno de los mejores días de su vida fue cuando en un partido contra el Tenerife en Zorrilla la gente empezó a corear su nombre tras poner mil centros. Ese era Cuaresma, persistente, vertical, honrado y, sobre todo, un pucelano de La Victoria aunque lleve 33 años en Santovenia.