Cinco claves que explican la deriva del Real Valladolid Promesas
El filial blanquivioleta navega por la Primera RFEF sumido en una depresión que amenaza el futuro y progresión de varios de sus mayores talentos en años
Las seis jornadas sin ganar, una racha solo superada por las siete del inicio del curso, y el único punto obtenido en esos mismos seis encuentros tienen sumido al Real Valladolid Promesas en el peor momento que se le recuerda al filial en mucho tiempo, uno que si bien podía esperarse por el nivel de exigencia de la nueva Primera RFEF, no se esperaba que fuera tan profundo, con un plantel desdibujado y tan impotente como parece serlo a cada partido que pasa. Ante la fácil creencia de que un triunfo puede cambiar la dinámica se reivindica una realidad más difícil y que tiene unas raíces mucho más profundas que los meros resultados.
1
Planificación
El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de valorar el rendimiento del filial ha de remontarse a los mercados de verano e invierno. La reducción del presupuesto con respecto a la temporada pasada, de alrededor de un 75%, marcó diferencias en el perfil de los futbolistas arribados a Los Anexos, ninguno de ellos con más de 50 partidos en la extinta Segunda B y todos, salvo Samu Casado y Saturday, menores de 23 años. A la hora de la verdad, solo Víctor Narro ha supuesto un refuerzo que mejorara no ya a los jugadores salientes, sino a los talentos de la casa a los que venían a rodear.
La inquietud conforme se acercaba el cierre del mercado propició más de un movimiento que tapaba o sacaba del equipo a canteranos potenciales. Después de ofrecer unas bajas prestaciones en el comienzo del curso por parte de algunos, en enero no se paliaron claros déficits de posición o rendimiento, sobre todo defensivo, al acometer tan solo un fichaje 'y medio', pues Sergio Benito, retornado del Badajoz, ya pertenecía al club.
2
Defensa
Es ahí donde el Promesas tiene más problemas, defendiendo su arco. La retirada de la competición del Extremadura convierte al filial en el equipo que más goles recibe, prácticamente dos por partido. Samu Casado –sobre todo– y Yari taparon durante 20 jornadas a Aceves, juvenil que sigue encajando mucho, aunque ha elevado el nivel bajo el arco. Por delante, Julio Baptista ha dado minutos a los ocho defensas que tiene, pero sin encontrar un rendimiento sostenido en ninguno de ellos. Como en la puerta, sorprendió durante mucho tiempo la apuesta continua por el lateral brasileño Lucas Rosa y por Saturday, que llegó con la vitola de haber dispuesto de tres partidos con el primer plantel del Cádiz.
Hablando en abstracto, no solo de la línea defensiva, es especialmente sangrante la incapacidad generalizada para defender el balón parado y el número de errores individuales no forzados que han costado goles. De tantos problemas y desatenciones surge, entre otras ideas, la generalizada de que en enero debieron llegar refuerzos atrás.
3
Modelo de juego
A pesar de no conseguir resultados, el juego expuesto en las primeras jornadas resultaba estimulante, con un equipo protagonista a través del balón y que buscaba la portería rival a partir del esférico. Con el paso de las jornadas, Baptista implementó una serie de matices con los que buscaba llegar al ataque generando más ventajas, potenciando tanto a Víctor Narro como a Paulo Vitor, que respondieron con goles. Un siete de quince validó los cambios, aunque la explosividad no acabara de ocultar la distancia establecida con el modelo inicial ni, sobre todo, aspectos que desnudó la visita al Celta B, relativos a la solidez del equipo y a la sobreexposición sin balón. La victoria contra el Racing en Zorrilla sublimó el fútbol de transición. Todo cuanto ha sucedido desde entonces ha dejado –tristemente– aquella goleada en 'solo' una bonita mañana, oculta bajo la indeterminación, pues en las últimas jornadas no se ha adivinado un modelo claro (una ausencia de personalidad, esta, que ha sido denunciada por el propio técnico).
4
Falta de resiliencia
Con ocho derrotas en los últimos once encuentros, cinco de ellas en los seis últimos, en los que solo ha rascado un empate, el filial ha caído en una profunda depresión que, como sucede siempre que se padece una de estas, no parece tener fin. Baptista ha señalado tras sus dos últimas caídas diferentes aspectos y a sus propios jugadores, circunstancia que desnuda la dureza de una situación a la que nadie pone remedio.
La formación se ha convertido en un mantra que no se sostiene: en el once tipo de Baptista solo hay un jugador menor de 21 años, el juvenil Arroyo
Al Badajoz el Promesas le ganó porque supo sufrir, como ante el DUX para empatar. Sin embargo, el paso de las jornadas ha evidenciado una importante falta de resiliencia y de herramientas para afrontar la crisis. La media hora final ante el Racing de Ferrol y la goleada en Lezama señalan esta endeblez, mayor por lo que sucede fuera del campo, donde el entrenador cuenta con el apoyo y la connivencia del club, pero no así de afición y Prensa; por los resultados, que alejan la salvación, pero también debido a sus últimos discursos, que resaltan su impotencia.
5
Formación
Que la temporada iba a ser dura es algo que en Zorrilla se repite desde antes incluso de que el balón echara a rodar, teniendo en cuenta aspectos que, en varios momentos del curso, han sonado a poca exigencia o paliativos. Uno de ellos es el de la formación, mantra no tan real como se trata de evidenciar, puesto que en el once tipo de Baptista solamente se encuentra un jugador menor de 21 años, el juvenil Arroyo. Aunque edad no es igual a experiencia, lo cierto es que, como mínimo, el resto del once lleva tres años siendo sénior, lo que debería significar que disponen de herramientas competitivas y, al militar en un filial de esta categoría, de calidad para estar en ella.
El progreso no se percibe en internacionales como Chuki o Slavy o en apuestas del club como Diego Moreno o Maroto
Caso distinto es el de los seis juveniles con minutos o el de aquellos jugadores que acaban de cumplir dicha etapa –solo tres–. Sin embargo, en contra del mantra de Baptista y del club, solamente el mencionado Arroyo supera la mitad de los minutos disputados. Ese progreso que tanto defiende el técnico no se percibe en internacionales como Chuki o Slavy o en apuestas del club como Diego Moreno o Maroto, todos ellos integrantes de la mejor generación desde la que alumbró a Calero, Toni, Alejo y Anuar.