Buscando a Wally

El mero hecho de no poder identificarse ya me parece algo impropio de sociedades civilizadas. Pero tener que estar escuchando insultos cruzados por parte de grupúsculos que usan el deporte como válvula de escape de sus frustraciones es lo definitivo para no ver un partido a gusto.

Me encanta la rivalidad cuando es por un mero aspecto deportivo. Hemos vivido partidos en Zorrilla con afición del equipo contrario donde había una contienda en el campo y otra en las gradas donde nos lo hemos pasado mucho mejor que el pasado domingo en el derbi contra el Burgos. No se trata de culpar a quién empieza la guerra. Eso lo tengo claro, porque conozco los motivos perfectamente. Se trata de ser más maduro que toda esa gente, de no entrar al trapo y de dejar bien claro quién es el más tonto.

En la foto de Jon Azanza vemos dos aficiones rivales, en las que incluso ha habido «rupturas diplomáticas entre los clubes», donde una persona puede estar rodeada de muchos rivales con una sonrisa. Eso dice mucho de Jon, pero dice más de la afición de la Real, que fue a animar a su equipo y no a insultar al rival. Quizá sea porque ellos saben diferenciar la rivalidad del odio. Y sobre todo porque Valdano y Shankly tenían razón y lo más importante de todo debe de ser el fútbol.