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Volveremos a tus calles, Palencia
Esperanza ·
Los parques y plazas vacías, el silencio extraño de la vía pública está a la espera de que la ciudad regrese a su actividad cotidiana en cuanto pase la crisis del coronavirusVer fotos
Esperanza ·
Los parques y plazas vacías, el silencio extraño de la vía pública está a la espera de que la ciudad regrese a su actividad cotidiana en cuanto pase la crisis del coronavirusAunque hoy no lo parezca, volveremos. A los paseos por el Paseo de la Julia, por el Parque del Salón y por la Calle Mayor, a sus comercios, a sus rincones, incluso a resguardanos del sol bajo los soportales de ese corazón de la ciudad.
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Volveremos a correr por el parque Ribera Sur, a andar por la avenida de Castilla u orilla del río o incluso a alinearlos por la 'ruta del colesterol' para bajar todo lo que el confinamiento también está poniendo de más en la báscula. También a ir con los niños a dar de comer a los patos del parque Isla Dos Aguas o a los ciervos del Monte el Viejo.
Volveremos a buscar aparcamiento como locos en torno a San Lázaro aunque no hubiéramos necesitado sacar el coche o a desplazarnos hasta la Dársena, aparcamiento oculto allende el río y paraje también ineludible junto al Canal de Castilla.
Volveremos a meter codo en el bar de moda del Seminario, de la zona vieja o del Salón hasta llegar al fondo, a la barra, y pedir gin tónic y ron. Bocadillo de calamares, chocolate con churros, heladito en verano, o una de lechazo o de torreznos. Volveremos a cambiar cromos en la Plaza Mayor, a subir al Cristo del Otero, o bajar a la cripta de San Antolín al menos para las fiestas, en las que también cantaremos juntos en la Plaza Mayor y en el Salón. Incluso en la terraza de las Huertas del Obispo, que también merodearemos en verano tras acudir a la piscina del Sotillo.
Volveremos, aunque hoy no lo parezca, a llenar tanta y tanta calle vacía. Volveremos a las prisas, las carreras, al me voy que no llego, al ya te llamaré.
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Volveremos a las clases, los trabajos, los aularios y la EBAU en el entorno del campus de La Yutera. A coger el coche en compañía, a abrir bares y comercios, a ver el humo de Seda desde el Puente Mayor o incluso ese olor a café del que dicen que anuncia lluvia y a esperar con paciencia en el semáforo de la avenida de Castilla.
Volveremos al silencio en Viernes Santo, a mirar cofrades en la acera, espectadores desde la procesión. Volveremos a escuchar el himno del 'Dios te salve Palencia querida' al menos con la vista en San Antolín.
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Volveremos a pedir un Ribera, una tapita, una de sepia, otro verdejo en los bares de siempre, en esos que nos esperan, en los que esperamos ver a los de siempre, en los que esperamos encontrarnos casi con una rutina que ahora nos parece imposible de alcanzar. Al ponme otra, qué se debe, a la última y nos vamos. Al yo me voy que es tarde, me retiro que madrugo mañana, hasta aquí he llegado y se acabó.
Volveremos a caminar por la calle cogidos de la mano, bien enganchaditos del brazo. Volveremos a hacer cola en el súper sin miedo, a abrazar amigos sin guantes, a besar sin protección. Volveremos a ver como siempre a los abuelos, a los tíos, los colegas, los compañeros de curro, de coro, de yoga, de clase, de madrugón.
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Volveremos a escuchar las risas en terrazas, los gritos en los parques, las ovaciones en teatros, al tipo que a nuestro lado come a puñados palomitas en el cine o al chasquido de las cáscaras de pipas cada domingo por la Calle Mayor. Volveremos a romper ese silencio absoluto de las calles, donde solo se escucha el pitido del semáforo para invidentes, el ladrido perdido de un perro, un poco de música que se esparce desde el balcón. Volveremos a olvidarnos de que a las ocho de la tarde hay que aplaudir. Y volveremos al cementerio, para llevar flores a los nuestros.
Volveremos al vestíbulo de la Estación de Renfe e incluso esperamos sin desesperación al tren retrasado. Y seguramente, como hacemos tantas veces, pasaremos con prisa, sin levantar la mirada, sin disfrutar de esas joyas que en Palencia tenemos y solo echamos de menos ahora que tan lejos están.
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Volveremos a esa rutina de la que tan cansados parecíamos y que hoy tanto echamos de menos. Volveremos a las calles. Porque nos están esperando. Y como los sanitarios y los ciudadanos en general, que están demostrando una gran responsabilidad, luego tampoco les podemos fallar.
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