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«Es solo un botón, pero nos da tranquilidad porque siempre hay alguien al otro lado»

Áurea, Valentín y Aida García, de 92, 88 y 85 años, son tres hermanos que viven juntos en Palencia y hacen uso del terminal

almudena álvarez

Palencia

Martes, 9 de noviembre 2021, 07:56

Áurea, Aida y Valentín García son tres usuarios del servicio de teleasistencia de Cruz Roja. Viven juntos en un piso de la capital palentina y hasta hace poco los tres hermanos se valían por si solos con la ayuda de un sobrino que vive en Venta de Baños y acudía cada vez que le llamaban, aunque el trabajo no siempre le permitía estar allí tan pronto como ellos necesitaban. Fue él, quien viendo que la salud de sus tíos se iba deteriorando y cada vez necesitaban más apoyos, el que decidió solicitar el servicio de Teleasistencia.

Áurea tiene 92 años y como relata su hermana Aida, de 85, «está mal de las rodillas, se cae a menudo y no podemos levantarla». Ni siquiera entre los dos, porque Valentín, a sus 88 años tiene un problema cardiaco y no puede hacer esfuerzos. Así que desde hace menos de un año tienen colocado en el salón de su casa el terminal de teleasistencia básica con un enorme botón rojo que Aida y Valentín pulsan para dar la voz de alarma cada vez que su hermana se cae o si tienen cualquier tipo de incidencia. Además, Áurea, lleva el dispositivo colgado al cuello, aunque no le guste demasiado porque «alguna vez lo he tocado sin querer y me da rabia molestar», comenta. Y eso que Gema Manrique, que acude a su casa cada vez que la llaman, trate de tranquilizarla de inmediato, porque «lo importante es que no haya pasado nada», aunque haya personas que digan que llaman sin querer porque lo que necesitan es hablar un rato, apunta Gema.

Y si pasa, pues se activa todo el dispositivo para que Gema, Sara, Víctor o Moisés puedan estar en el menor tiempo posible en casa de Áurea, y ayudarla a levantarse. Ella dice que no tiene preferencias, que «son todos muy amables y atentos» y que la tratan igual de bien los chicos que las chicas. «El caso es que me levanten del suelo. Que les tiene que costar lo suyo, porque cada vez peso más, como no puedo casi moverme», sonríe.

«Es solo un aparato con un botón rojo, pero menuda tranquilidad grande nos da, sabemos que al otro lado siempre hay gente que nos va a ayudar», apunta su hermana Aida, mientras comenta que hasta ahora han tenido suerte porque su hermana no se ha roto nada en ninguna de sus caídas, cada vez más frecuentes, por cierto, «porque tiene los cartílagos de las rodillas destrozados». «Antes andaba mucho, pero ahora con las piernas así, no puedo y tengo muchos dolores», se defiende Áurea. «Estamos muy contentos. No queremos dar la lata, pero si necesitamos ayuda hay que llamar, nos tienen que perdonar», resumen los tres, porque saben que ese botón rojo les permite seguir juntos y en casa.

Venir a casa de Áurea es fácil, porque siempre abren la puerta sus hermanos y además en Cruz Roja tienen llaves del domicilio. En otros casos, hay que avisar a los bomberos para que abran la puerta, o incluso llamar a la Policía Local, cuando la llamada se hace desde el teléfono de un particular y no desde el terminal de teleasistencia.

Y en ocasiones hay que avisar a los servicios de emergencia, porque la incidencia requiere atención médica o ingreso hospitalario. Aunque siempre se avisa primero a los contactos que hay incluidos en el expediente, generalmente familiares o vecinos que tienen llave del domicilio y «pueden comprobar antes que nosotros si la persona que ha llamado está bien», explica Gema, porque en estos casos la rapidez es fundamental. También atienden otras incidencias menos urgentes, desde personas que quieren cambiar datos, añadir o quitar un contacto, averías de los terminales o personas que necesitan otros apoyos, como sillas de ruedas o que tan solo necesitan que alguien los acompañe para ir al médico.

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