«Con este incendio nos lo han desguazado todo, todo...»
Calle Vera Cruz ·
Los vecinos arremeten contra el vandalismo porque «es una barbaridad, son unos insolidarios»
Ayer por la mañana el ambiente era distinto en la calle Vera Cruz. Tan distinto que reinaba el silencio, salvo alguna conversación -a volumen muy bajo- en la que se preguntaba o narraba lo que había ocurrido la noche anterior. Algunos viandantes se detenían enfrente para hacer fotografías con su móvil, otros, que aún no se habían enterado de lo que había pasado, levantaban la cabeza cuando veían la acera negra y cruzaban al otro lado para encontrar las marcas del vandalismo.
«Pero, ¿qué ha pasado si yo vivo aquí y no me he enterado?», preguntaba una señora sorprendida, que pasaba con la compra. Era una de las pocas vecinas de la zona que no se despertó porque las llamas alcanzaron el tendido eléctrico y el de telefonía y comenzaron pequeñas explosiones, como si de petardos se tratase.
Antes de las diez de la mañana ya estaban cambiados todos los contenedores, junto a otro más allá en la misma calle, pero restos de cristales y manchas negras aún marcaban el fuego de la noche anterior. Los coches, quemados por el incendio, ya habían sido retirados, pero aún quedaba -varios aparcamientos más atrás de los contenedores- una furgoneta blanca con la delantera negra del fuego, a la que habían llegado las llamas. «¡Pues esa 'furgo' es bastante nueva!», comentaba una pareja cuando pasaba delante de la misma.
Y dentro del local más dañado, el que se encontraba justo delante de los contenedores, estaba Marcos, quien con paciencia y en silencio barría cristales rotos, suciedad negra, trozos de plástico deshecho, del establecimiento de Pescadería La Brisa, que estaba con carteles de 'Se alquila'. Todo ello convertido en un charco por el trabajo de los bomberos durante la madrugada y de la máquina de agua que pasaba una y otra vez por esa acera para limpiar la suciedad.
«Había dos bombonas dentro, una vacía pero la otra aún tenía algo. ¡Fíjate tú el cañonazo que podía haber pegado!»
«Había dos bombonas de butano, una vacía pero la otra aún tenía algo. ¡Fíjate tú el cañonazo que podía haber pegado!», afirmaba Marcos. «Nos lo han desguazado todo, todo...», añadía, sin dejar de limpiar. A él le avisó a primera hora de la mañana la presidenta de la comunidad. Al fondo de su local, el mostrador de una pescadería, que llevaba tiempo cerrada, y en el techo las típicas redes de adorno, las que simulan a las de los pescadores, con los laterales quemados. La máquina de aire acondicionado estaba completamente carbonizada. «Ahora tendremos que denunciar y a ver qué pasa porque nosotros no tenemos nada que ver», añadía Marcos, mientras seguía recogiendo cristales y plásticos con un cogedor.
«Yo llamé a la Policía y bajé a quitar mi coche porque le iban a alcanzar las llamas», afirmaba un vecino. «Vaya lo que ha podido pasar aquí», añadía,mientras miraba a su alrededor. Otro vecino de la zona despertó a su esposa en cuanto vio las llamas preguntando «¿¡Dónde tenemos los coches!?».
La intensidad del fuego y del calor que desprendió hizo que afectase hasta a los rótulos de comercios de enfrente, retorcidos por las altas temperaturas. Dos señoras, desde la esquina de la calle Vera Cruz miraban sin atreverse a entrar. «Tengo aún un tembleque. ¡No veas que llamaradas!», concluye.
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