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Daniel Gómez y Pilar Onecha, con la responsable del Ceas, Henar Gago, el hijo del matrimonio, Daniel, y la auxiliar Verónica García, detrás de izquierda a derecha.

«No me moveré de mi pueblo mientras pueda»

Pilar Onecha y Daniel Gómez son una pareja de ancianos dependientes que viven en su casa de Areños gracias a los recursos sociales

conchi vicente (ical)

Lunes, 29 de diciembre 2014, 14:49

A 130 kilómetros de Palencia, entre verdes valles que se guarecen bajo los picos de las ya blancas cumbres del sistema de la Montaña Palentina, en el camino de la sinuosa carretera del puerto de Piedrasluengas que cruza la Cordillera Cantábrica se eleva Areños, una pintoresca pedanía de las doce que conforman La Pernía. La mayoría de las pocas casas de esta población de tradición ganadera y paisaje de postal se conservan vacías en invierno y en esta época del año dan cobijo solo a cinco vecinos.

Salen al paso de los visitantes un dócil mastín y media docena de revoltosas gallinas. Tras ellas, aparece Pilar Onecha, apoyada en su cachaba y alumbrada por una amplia y sincera sonrisa, de las que solo se dibujan cuando de verdad hay alegría y felicidad. Pilar tiene 77 años y vive en lo alto del pueblo, muy cerca de la iglesia, en una humilde casa junto a su marido, Daniel Gómez, un jubilado de la mina y antiguo ganadero once años mayor que ella y con movilidad mínima.

En Areños cuentan únicamente con la compañía de un hijo, del alcalde pedáneo y de otros vecinos que viven en el pueblo de forma esporádica, pero no necesitan más. Pilar, entre bromas, dice que no se moverá de su casa mientras pueda vivir allí con Daniel.

Pilar y Daniel son personas dependientes. Ella tiene más autonomía, pero él solo puede caminar apoyado por un andador y necesita ayuda para casi todo, desde que le levantan de la cama hasta que le asean, pero de ningún modo quieren oír hablar de abandonar el pueblo en el que han transcurrido sus vidas.

Son muchas sus necesidades, pero pese a las largas distancias que les separan de los núcleos urbanos y la dificultad para acceder al pueblo, especialmente en invierno, cuando las nevadas son frecuentes, las tienen todas cubiertas. Reciben una atención integral y son beneficiarios de hasta cinco servicios que les presta la Diputación de Palencia y sin los cuales su vida en el pueblo sería impensable.

«Mientras yo pueda, no nos iremos a ningún lado. Daniel está muy bien atendido y yo estoy muy bien aquí», repite risueña Pilar, que confiesa que tampoco está dispuesta a ir a vivir con alguna de sus dos hijas. A casa de este matrimonio acude una auxiliar de ayuda a domicilio todos los días, 56 horas al mes incluidos festivos para atender a Daniel en todas sus necesidades y realizar labores domésticas. Pilar se muestra encantada con este apoyo. Asegura que Daniel siempre va muy aseado y bien vestido, a lo que su silencioso marido responde con una sonrisa de complacencia y complicidad.

Hacer la comida, fregar y el cuidado de las gallinas se lo reserva Pilar para ella, aunque algunas veces, relata divertida, la auxiliar le echa las gallinas para el corral, lo que le vale llevarse algunos huevos frescos para la cena.

Psicólogos y fisioterapeutas

La pareja de ancianos también recibe la atención de un equipo de autonomía personal, que incluye desde psicólogos hasta fisioterapeutas. Hace un año, Pilar se rompió una pierna y hasta que se recuperó, además de incrementar al máximo las horas de la ayuda domicilio, recibió la visita de diferentes terapeutas.

«Las pasé negras», interrumpe en su relato. «Estuve dos horas con la pierna rota esperando que pasara alguien y me viera...». Desde entonces, cuenta con un dispositivo de teleasistencia que cuelga de su cuello noche y día y que forma parte de otro de los servicios de la Diputación de los que es beneficiaria junto a su marido. Dice que aunque no apriete el botón de llamada, desde la centralita de Cruz Roja, entidad adjudicataria del servicio, le preguntan de forma habitual cómo están. Es algo que le da mucha seguridad, explica.

Hace unos días, la pareja recibió una visita que convirtió su casa en una fiesta. El presidente de la Diputación, José María Hernández, acompañado de un nutrido grupo de personas, viajó hasta Areños para asistir a la instalación en su vivienda de los primeros dispositivos detectores de humos, gas y monóxido de carbono que se colocarán hasta en 720 domicilios de pueblos de la provincia para prevenir incendios e intoxicaciones.

Antes de concluir la visita del presidente de la Diputación, Pilar consiguió enseñarle la bañera y recordarle que ha solicitado una ayuda para convertirla en un plato de ducha que haga más fácil y seguro su aseo personal. La resolución de la convocatoria de ayudas técnicas para accesibilidad que convoca la institución se conocerá en unos días y Hernández ya les adelantó que serán unos de los beneficiarios para que puedan sufragar la obra.

Henar Gago, trabajadora social del Centro de Acción Social (Ceas) de Cervera-La Pernía, encargado de evaluar las necesidades de los usuarios de los servicios que presta la Diputación, confirma que sin este abanico de ayudas sería imposible que esta pareja siguiera viviendo en Areños. Explica que es conveniente alargar lo máximo la estancia de las personas mayores aunque sean dependientes en sus domicilio y en su entorno ofreciéndoles atención y servicio, porque les proporciona unos niveles de calidad vida y seguridad que no encuentran en ningún otro lugar.

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