En recuerdo de los que no están
Miles de palentinos acuden al cementerio para honrar a sus seres queridos difuntos
raquel martínez
Domingo, 2 de noviembre 2014, 13:39
Son muchas las tradiciones vinculadas a la festividad de Todos los Santos, pero la más arraigada entre la población continúa siendo la visita a los cementerios cada 1 de noviembre. Porque aunque el paso de los años ha hecho mella en muchas costumbres, haciéndolas incluso desaparecer, esta pervive entre la población y se transmite de generación en generación.
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El cementerio de Nuestra Señora de los Ángeles, en la capital palentina, se llenó ayer de miles de palentinos que acudieron al camposanto para cumplir con la tradición de honrar a sus difuntos con flores y con oraciones, en el caso de los creyentes.
La afluencia de personas fue mayor por la mañana, algunas portando ramos y centros de flores, y otras simplemente de visita, porque la tarea de limpiar la lápida y de llevar las flores ya la habían realizado unos días antes.
Misa al aire libre en Guardo
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El cementerio de Guardo acogió ayer una multitudinaria misa al aire libre con centenares de personas que acudieron para recordar a sus seres queridos y rezar por ellos en la celebración de Todos los Santos. Ante la gran afluencia de gente, la Policía Local habilitó una campa aledaña al camposanto como aparcamiento.
«El sábado pasado vine a limpiar la lápida, el jueves trajimos las flores y hoy, la visita y el recorrido por las sepulturas de la familia y de gente conocida de la que siempre te acuerdas», explicaba ayer Marisa Cid durante su recorrido por el cementerio. «El día de Todos los Santos siempre vengo y antes incluso venía algún día más», agregaba Marisa, quien reconoce que si bien cuando ella era más joven los hijos siempre iban con sus padres al cementerio, ahora se nota que esta costumbre la mantienen los más mayores, «ahora los hijos ya no vienen tanto».
Sentido epitafio
Las agradables temperaturas de la mañana de ayer, en contraposición al frío de otros años, hicieron que la visita al cementerio se prolongase en algunas ocasiones durante más tiempo del previsto.
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En ese maremágnum de panteones, nichos y cruces apenas se vislumbraba una lápida sin adorno floral. Entre todas las sepulturas, destacaba ayer una a cuyos pies se encontraba reunido un nutrido grupo de personas. Cubierta de flores, solo quedaba libre un trozo de mármol en forma de libro en el que se podía leer un sentido epitafio de parte de sus esposa, hijos y nietos. «Se lo merecía todo, era un gran hombre», decía Julio Gabarri frente a la sepultura de su tío. «Nunca los olvidas, pero este día te acuerdas más. Hablar de ellos es una forma de compartir el dolor que sientes», añadía.
Por los pasillos del cementerio, por los que ayer pasaron miles de personas, también paseaban ayer una docena de voluntarios de Cruz Roja para velar por que la jornada transcurriera sin incidentes, y en caso de surgir alguno, que no se agravara. «Hemos atendido a algunas personas, pero nada grave», destacaba uno de los voluntarios.
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También de servicio se encontraban varios agentes de la Policía Local, que se encargaron de regular el tráfico en la calle del cementerio y en una campa aledaña habilitada como aparcamiento, y los empleados del servicio de autobuses urbanos, que para estos días ha habilitado una línea especial, la número siete, que llegaba hasta la puerta del cementerio.
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