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carlos nieto garcía
Lunes, 21 de junio 2021, 19:54
La vida de Juan Carlos Aguilar discurre sin apenas sobresaltos entre los muros de la prisión leonesa de Mansilla de las Mulas. Parecería un interno ... más, si no fuera por la biografía que le acredita como un depredador que asesinó a dos mujeres en el corazón de Bilbao, hace ahora ocho años. Trabaja como pintor, realiza labores cotidianas, lee y ve la televisión, junto a otros presos 'ilustres', algunos etarras y penados yihadistas. Ya no viste de monje y su aspecto de guerrero chino ha desaparecido, aunque sí practica un estilo zen, que le ayuda a sobrellevar su abultada condena, recoge El Correo.
El pasado 2 de junio se cumplieron ocho años de su detención. Una vecina alertó a la Ertzaintza de que había visto a una joven pidiendo auxilio en la entrada de un local ubicado en el número 12 de la calle Máximo Aguirre de Bilbao. La informante había añadido que otra persona la agarraba por el pelo y la tiraba hacia el interior del establecimiento, el gimnasio Zen 4.
Los agentes que llegaron hasta el lugar se encontraron a Juan Carlos Aguilar con las manos ensangrentadas y con una joven africana en estado de coma por las agresiones sufridas. Se trataba de Maureen Ada Otuya, una nigeriana de 29 años, que murió al cabo de unos días. La investigación posterior permitió descubrir que el monitor había asesinado unos días antes a otra mujer, Jenny Sofía Rebollo, joven colombiana a la que descuartizó. Parte de sus miembros fueron guardados en un falso techo del centro, otros los quemó en las duchas y algunos fueron arrojados a la ría.
Durante el juicio, Juan Carlos Aguilar alegó padecer un supuesto tumor en el cerebro para justificar aquel violento comportamiento. De nada le sirvió, porque un jurado popular le declaró culpable de dos asesinatos, por lo que fue condenado a 53 años (38 por uno de los crímenes y 15 por el otro).
Ocho años después, en la prisión de León Aguilar tiene una conducta ejemplar. Trabaja como pintor dentro del área de mantenimiento y está alojado en una celda individual dentro de lo que se conoce como un módulo de respeto junto con otros 50 internos. La prisión leonesa tiene 14 módulos, uno de ellos de régimen cerrado para internos de peligrosidad extrema. En el centro cumplen penas cerca de un millar de presos, atendidos por medio centenar de funcionarios.
Aguilar comparte espacio junto a otros conocidos criminales como José Enrique Abuín alias 'El Chicle', asesino confeso de la joven Diana Quer en 2016, y más de una decena de etarras, un número que este mismo año ha aumentado a tenor de los acercamientos que el Gobierno de Pedro Sánchez está llevando a cabo.
El módulo terapéutico y sus talleres de formación han supuesto un golpe de confianza para el falso monje shaolín, que no tuvo una sencilla adaptación a la cárcel leonesa. Fuentes sindicales aseguran que el ataque que sufrió en 2015 en el Centro Penitenciario de La Moraleja (Palencia), supuso todo un 'shock' para Aguilar. De hecho, casi pierde la vida después de que un grupo de presos le propinase una paliza y otro le atacase con un cepillo de dientes afilado, convertido en arma blanca.
El ataque fue el motivo de su traslado a León. Durante los primeros meses en Mansilla de las Mulas no salió al patio. «No quería relacionarse con nadie, estaba todo el día en su celda haciendo yoga... Lo de Palencia fue un verdadero trauma para él», relatan fuentes del propio centro penitenciario.
Pese a tener dos condenas, Aguilar estaría ya en condiciones de disfrutar de su primer permiso penitenciario ya que el máximo que puede cumplir entre rejas son 30 años. Para que un preso pueda disfrutar de su primer permiso tiene que haber cumplido un cuarto de condena, y él ya lo ha hecho. Y tener buena conducta, y según declaraciones de diversos funcionarios su comportamiento está siendo «bueno».
Si quiere salir, deberá pedir el permiso al Juzgado de Vigilancia penitenciaria, pero no vale con eso. La acusación popular tendría algo que decir. «Siempre nos opondremos ante cualquier tipo de permiso que intente conseguir», asegura Blanca Estrella, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, quien cree que al tratarse de una doble condena por violación, asesinato y descuartizamiento, «no lo conseguiría».
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