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La Audiencia Nacional investigará al embajador en Kabul por el atentado en el que murió un policía leonés

La Audiencia Nacional investigará al embajador en Kabul por el atentado en el que murió un policía leonés

El juez admite a trámite la querella de la viuda de uno de los dos policías asesinados por haber desoído los avisos de que la legación era insegura

el norte

Miércoles, 2 de noviembre 2016, 19:57

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El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz investigará si el embajador en Afganistán, Emilio Pérez de Agreda, tuvo algún tipo de responsabilidad en el atentado de los talibán contra la legación española en Kabul el 11 de diciembre de 2015 y que costó la vida a dos policías españoles y a una decena de afganos. El diplomático está acusado de haber desoído los insistentes informes policiales periódicos que apuntaban desde hacía siete años a que aquel edificio era una verdadera ratonera.

Pedraz ha admitido a trámite una querella contra el jefe de la misión diplomática y contra el segundo embajador en aquella fecha, Oriol Solá Pardel, que han presentado la viuda y los hijos del fallecido subinspector Jorge García Tudela y siete de los funcionarios que resultaron heridos en aquel ataque. La familia del otro agente muerto en el atentado, Isidro Gabino San Martín, no se ha unido a la denuncia, en la que se acusa a los dos diplomáticos de un delito de homicidio imprudente consumado (el de García Tudela) y siete de homicidio imprudente en grado de tentativa (uno por cada uno de los agentes heridos).

El magistrado ha notificado la resolución a la Abogacía del Estado representante del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Ministerio del Interior. Pedraz ofrece a los servicios jurídicos del Estado personarse en esta causa, ya que los demandantes, además de apuntar la responsabilidad penal de los dos embajadores, señalan la posible responsabilidad subsidiaria de los dos Ministerios por haber puesto en sordina a las continuas quejas sobre la falta de seguridad en la legación, situada en uno de los barrios más populares de Kabul y lejos de la zona más acomodada y blindada donde se situaban la mayoría de las embajadas de los países occidentales.

En su auto, Pedraz hace un extenso resumen de la querella, que relata que desde el mismo comienzo de la construcción de la embajada en 2008 comenzaron a enviarse informes al embajador, que entonces no era Pérez de Agreda, y a Exteriores sobre «las carencias en materia de seguridad» del edificio, situado en una «zona de alto riesgo y de conflicto». Aquellos avisos se recrudecieron a partir de 2012 cuando la vigilancia de la sede pasó de los GEO a otros funcionarios de Policía.

«Se trataba de instalaciones deficientes para el lugar donde se encontraban, con garitas de paja, ventanas de plástico y puertas de madera. Sólo una partida de 5.000 euros en 2011, que resultó insuficiente, permitió cambiar las puertas de madera por latón», denuncia la familia del policía muerto y sus compañeros. Con aquella ínfima reforma la seguridad de la sede «no mejoró» porque «el edificio principal seguía sin cumplir el perímetro de seguridad de la calle», además de que se encontraba «en un barrio rodeado de casas de militares y señores de la guerra».

     «Por el contrario -recuerdan las víctimas- el domicilio del embajador sí que se ubicaba dentro del perímetro de seguridad, la llamada 'zona verde', que es el lugar donde se encuentra el resto de embajadas».

«Mercaderes»

El 11 de diciembre de 2015, el día del atentado, el embajador estaba de vacaciones en España. Su segundo, relata el escrito, quedó al mando de la legación. Pero Solá Pardel «tampoco respetaba ninguna medida de seguridad». «Más al contrario, ponía constantemente en riesgo la seguridad del edificio, permitiendo el trasiego de mercaderes que paseaban por la embajada, consintiendo la entrada de coches, furgonetas y camiones con joyas, alfombras y otros enseres, sin avisar con tiempo suficiente a los equipos de custodia».

Es día por la mañana, concluye la denuncia, los servicios secretos franceses alertaron de la inminencia de un atentado contra la embajada de España, «lo que debería haber provocado la toma extraordinaria de medidas de seguridad», pero no fue así. A las 18,00 horas, un coche bomba explotó junto a los muros de la legación y tres terroristas se introdujeron en el edificio, donde se atrincheraron hasta la madrugada.

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