Borrar
Consulta la portada del periódico en papel
La terrible historia de Eva

La terrible historia de Eva

Ella es una mujer brasileña que reside en Fabero y que se quedó ciega a consecuencia de los abusos continuados de su expareja. Ahora cuenta su historia en un libro, '¿Quién te robó el arcoiris. Biografía inacabada de Eva'

e. fernández

Jueves, 6 de octubre 2016, 13:51

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La historia de Eva no es fácil de contar. Lo primero que se puede decir de ella es que es bondadosa, cariñosa, amable y, sobre todas las cosas, optimista. Eva ve el lado bueno de la vida, a pesar de haberse quedado ciega por el maltrato continuado de su expareja, y es un ejemplo de superación con mayúsculas porque, pese a todo lo que le ha tocado vivir, sabe que todas las personas podemos salir adelante de las situaciones más difíciles.

Ese es el mensaje que esta mujer brasileña quiere transmitir a todas las personas que lean su libro, '¿Quién te robó el arcoiris? Biografía inacabada de Eva', escrito por Francisco Javier Prada y Xabier Prada y autoeditado por la propia Eva que no ha contado con ningún tipo de ayuda para ello. Un libro que cuenta una historia real, su historia.

Eva nació en un pequeño pueblo de Brasil hace 44 años. Su infancia no fue como la de cualquier niño, ya que desde muy pequeña, junto a sus dos hermanos, fue testigo de malos tratos, los que le propinaba su padre a su madre. Fue Eva la que le contó a su abuelo lo que ocurría en su casa y éste lo echó de la misma. Sus padres se separaron y su madre se fue a vivir a la ciudad, donde empezó trabajando para varias familias y luego como cocinera en un hospital. De ella fue de quien Eva aprendió a cocinar «y hoy es una de las mejores cocineras de mi ciudad», asegura.

Después de vivir algunos años con sus abuelos, Eva y sus hermanos se trasladaron con su madre y su padrastro, que también les pegaba e incluso llegó a guardarles la comida bajo llave. Sus hermanos se fueron y ella se quedó sola con ellos pero poco después, todavía siendo menor de edad, consiguió trabajo cuidando a los niños de una familia, a la vez que iba a la escuela. Allí vivió otro episodio muy oscuro cuando fue violada por un hombre de unos treinta años y fruto de esa violación Eva se quedó embarazada. Después de un tiempo conoció a un chico con el que entabló una relación y tuvo otro bebé, esta vez por descuido. Pero el padre se desentendió y Eva pensó en un primer momento en la adopción pero cuando su hija nació cambió de opinión.

Con apenas 23 años, una amiga le planteó la posibilidad de viajar a España para trabajar, aunque primero fueron a Salvador de Bahía «y allí algo ya me olía mal porque me dijo que iba ella primero y luego yo». Decidió cruzar el charco dejando a sus hijos en Brasil y llegó a Soria, donde estaba su amiga. Eva «contrajo» una deuda que le impedía dejar el lugar en el que había recaído y comenzó a pagarla trabajando de cocinera y limpiando en la casa de la dueña del establecimiento. Mientras estuvo allí conoció a un militar de Zaragoza con el que acabó casándose, «no sé si por amor o por salir de allí», indica.

Vivió con este hombre tres años en la capital maña, «todo iba bien pero era una persona que se conformaba con poco y yo no podía conformarme con poco porque tenía que sustentar a mis hijos» y más con una hija enferma de cáncer.«Le dije que lo sentía pero yo tenía que luchar por los míos porque si tu te conformas con tener un piso, un coche, etc, yo no», afirma. Así que decidió separarse pero la vida le volvió a dar la espalda cuando se encontró sola en la calle y sin tener a quien recurrir. «Había muchas chicas de Brasil mayores que no podían trabajar porque la noche es muy oscura, yo les dejaba dinero para mandar a sus hijos y cuando necesité una puerta abierta las encontré todas cerradas», señala Eva.

La peor época de su vida

Pero se acordó de una amiga que le había ayudado con anterioridad y se fue a Valladolid a su casa. Sin embargo la tragedia golpeó a esa familia y se mudó a Burgos, donde comenzó a trabajar de cocinera. En ese tiempo empezó «la peor época de mi vida», según explica la protagonista. En el establecimiento en el que trabajaba un hombre se fijó en ella «y hasta que no consiguió tenerme no me dejó en paz». «En un primer momento era un señor amable, pero el maltratador siempre es amable, te dice palabras bonitas y cuando discute contigo te pide perdón una y otra vez. Pero el maltratador te va quitando todo poco a poco, primero las amistades, luego te lleva a vivir con él, te quita el teléfono, te dice lo que puedes ponerte y lo que no y luego delante de sus amistades es muy cariñoso para aparentar ser la pareja perfecta y es todo mentira porque por detrás te has comido las bofetadas en tu cara», narra Eva.

Durante el día la dejaba sola para ocuparse de la casa y del ganado mientras él se iba a los bares de otros pueblos. A pesar de estar cansada por toda la actividad diaria, su pareja, cuando ella no quería mantener relaciones sexuales, la acusaba de estar con otros hombres «y para no tener peleas, para que no me pegara, abría las piernas y fingía». Se dedicaba a ir «de juerga» de pueblo en pueblo y mientras ella se quedaba en casa sola, sin dinero y sin amigos.

Cuando Eva se quedó embarazada no sabe si «fue por egoísmo de mi parte porque yo sabía que de ese mundo no podía escapar». Cuando supo que estaba esperando un bebé «el resto me dio igual» y una vez que nació, durante los siguientes seis meses,«fue una maravilla para mi porque me daba igual si él estaba o si no, yo la tenía a ella».

Pero todo volvió a empezar. Eva acabó en el hospital varias veces. En una de esas ocasiones había llegado con un alto riesgo etílico por no poder aguantar más la situación. Fue a verla una trabajadora social que había visto sus moratones y le había dicho que si estaba sufriendo malos tratos podía denunciar. Pero entonces la visitaron unos amigos de su marido. La mujer, que era de Bolivia, la previno, asegurándole que si denunciaba tenía todas las de perder. Tras salir de allí, volvió a su infierno de vida y se quedó embarazada nuevamente.

Golpes que la dejaron ciega

Eva se quedó ciega por los golpes que le propinó su maltratador en junio de 2010, cuando sus hijas tenían ocho meses y tres años, «esa fue la última vez que vi sus caritas», y tuvo que convivir con él durante dos años sin que nadie le ayudara. «Después de quedarme ciega, sin poder moverme, viví con él dos años y nadie me ayudó, ni un vecino, ni la policía, nadie y él me seguía pegando, me violaba, me arrastraba por los pelos, me daba patadas. Encima su madre le apoyaba y me dejaban encerrada en casa», cuenta Eva. Sus hijas, al igual que la madre, vivieron esta situación desde pequeñas y cuando ocurrían estos episodios «me arrastraba como podía a la habitación y le cantaba una canción que me inventé yo».

Todo cambió gracias a una trabajadora social que les visitaba una vez a la semana. Esa mujer fue para Eva su ángel de la guarda, «mi hija sin parirla», como la denomina ella, la que la animó a abandonar esa casa en la que tanto daño sufrió. «Juntas planeamos la fuga perfecta pero la noche antes no pude dormir y hasta que ese día no tuve a mis hijas conmigo no pude respirar», asegura. Una vez fuera, consiguió denunciar a su maltratador, que en la actualidad se encuentra en libertad, y pasar una nueva página del libro de su vida, la que ha construido en Fabero junto a sus hijos y donde se siente «super feliz».

Optimismo a pesar de todo

Por todo ello, Eva quiere que su historia de superación sirva de ejemplo para otras personas que puedan estar pasando por una situación similar o para todos aquellos que piensen que las situaciones les superan o que no pueden alcanzar sus objetivos. «En esta vida todo el mundo es capaz, hay una supervivencia para todo el mundo, todos podemos luchar, solo hay que creer. Y cuando cuentas la verdad siempre habrá una mano tendida, la mentira no, pero cuando vas con la verdad y con la fuerza por delante siempre hay soluciones. Busca dentro de ti que esa mano está ahí, cuando te levantas por la mañana y piensas que no vas a ser capaz, no es verdad, sí eres capaz. Te comes el mundo o te come a ti y yo un día dije me como el mundo», afirma. Esta es la historia inacabada de Eva.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios