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Sábado, 2 de agosto 2014, 12:57
En el interior de la cárcel de Villahierro, en el módulo 10, María Montserrat González y Triana Martínez, la autora confesa del asesinato de Isabel Carrasco y la cómplice del mismo, no son dos internas al uso. Nunca lo han sido, en realidad. Ellas, que llegaron marcadas por uno de esos crímenes que agitan a toda la sociedad, no han dejado de alimentar el mundo que se ha creado en su entorno.
Montse y Triana se han convertido en el eje de una historia marcada por la sinrazón y una especie de obsesión compulsiva que para ellas sólo tuvo alivio cuando la líder del PP leonés y presidenta de la Diputación Provincial tuvo tres balas en su cuerpo.
Desde entonces madre e hija han protagonizado todo tipo de situaciones desconcertantes. La última, en la cárcel tienen 'chacha'. No es ilegal porque en el interior de Villahierro, como en el resto de las prisiones del territorio nacional, los internos comercian con todo lo que está a su alcance.
Con 'criada'
Las dos principales implicadas en el asesinato de Carrasco tienen 'criada'. Les hace la cama, les trata con cariño, les adecenta la celda y cuida de su bienestar. Montse y su hija, se advierte desde el interior de la prisión leonesa, compensan sus desvelos con ayuda económica.
Para los funcionarios del centro penitenciario este tipo de situaciones no resulta inusual, pese a que resulte difícilmente comprensible al otro lado del muro, en la calle. En el interior de la prisión el valor de cualquier bien se multiplica.
Cada interno de la prisión de Villahierro puede disponer de 100 euros semanales que se activan en su 'tarjeta de peculio'. Son 100 euros, ni uno más. Con ese dinero, que debe ser ingresado en la cuenta del reo bien por un familiar o por fondos propios del titular, se pueden comprar todo tipo de bienes en el economato.
Así que pagar al 'servicio' no es complicado, ni siquiera es ilegal. Se le pueden entregar bienes o, incluso, se le puede alimentar la 'tarjeta de peculio' de la interna-trabajadora si ésta no dispone de ella.
Círculo de amigos
Como casi todo en la vida, el dinero también es importante para moverse dentro de la prisión. La vida es mucho más cómoda si se dispone de euros, incluso se puede llamar a la 'demandadera' (responsable de compras en el exterior de la prisión) para que ésta adquiera bienes fuera de la cárcel y le sean entregados a la interna siempre que se cumplan las normas de seguridad.
Montse y Triana tienen quien les haga la cama y la limpieza, pero también han ido incrementado su 'círculo de amistades'. La hija, se advierte desde Villahierro, ha hecho sus propias amigas y ya no pasa tanto tiempo con la madre, aunque tienen un vínculo sumamente estrecho.
Mientras la autora material de los disparos sigue viviendo en una especie de mundo paralelo. Algunas veces está centrada, pero en la mayoría vive con aire distraído en una realidad que le lleva a bailar en el comedor, pasear en solitario y realizar actividades que no impliquen la presencia de otras 'compañeras de módulo'.
Montserrat es 'muy rara'. Lo dicen todos los funcionarios, pero claro, Villahierro está lleno de personas raras, muy raras y rarísimas, tanto que las consultas de psiquiatría están a la orden del día. Uno de los últimos extraños actos de la asesina confesa fue su deseo de volver a hablar con la juez del caso. Obligó a que la Guardia Civil desplegara el dispositivo de traslado y cuando los funcionarios comentaron a la interna que se la iba a trasladar para su declaración voluntaria la respuesta fue sorprendente: «Pues ahora no voy».
Raquel, a la espera
Mientras, a apenas cien metros del módulo 10, Raquel Gago, la 'tercera en discordia' en el crimen de Isabel Carrasco, sigue a la espera de acontecimientos. Confía en su libertad, pero cada vez que la pide la juez se la deniega.
Tiene altibajos, pero sigue siendo una interna ejemplar. Ni un mal gesto, ni una mala acción, sólo respeto y buen trato con los funcionarios de la cárcel leonesa.
Gago insiste en su inocencia y cree que antes o después «se sabrá toda la verdad». De Triana y su madre nada quiere saber. Ella, advierte, es una víctima.
Así es la vida en Villahierro para quienes forman parte del 'caso Isabel Carrasco'. A la sombra los días pasan muy despacio pero, en algunos casos, las tareas diarias son más llevaderas porque las soporta 'el servicio'.
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