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Los ‘seis de la Vasco’, ni olvido ni justicia

Los ‘seis de la Vasco’, ni olvido ni justicia

Compañeros y familiares de los fallecidos y heridos en el accidente del pozo Emilio recuerdan ese fatídico día y remarcan la necesidad de que se haga justicia pero, sobre todo, de que no caiga en el olvido

A. CUBILLAS

León

Sábado, 28 de octubre 2017, 10:31

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Hay heridas que sanan, que se cierran pero que no se borran. Heridas que no se siente pero que duelen como el primer día. Heridas que ya no sangran pero que se hacen eternas porque es imposible olvidar lo sucedido el 28 de octubre de hace cuatro años, cuando un escape de gas grisú se llevó por delante la vida de seis hombres.

Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez morían en el interior del tajo. Sin decir adiós. Hombres, compañeros, amigos, hijos y maridos que abrían una herida imborrable en la familia minera de León a la que aún le duele recordar ese fatídico día.

Sin embargo, ese 28 de octubre del 2013 se mantiene vive en la retina de aquellos que vivieron de cerca la muerte de seis compañeros. Imposible de olvidar cuando minutos antes de las dos de la tarde una voz reclamaba la presencia de todos los mineros en el macizo séptimo del pozo Emilio.

“Nos sorprendió comiendo el bocadillo. No sabíamos qué había pasado pero de inmediato nos dirigimos allí”, recuerda Roberto, uno de los mineros que resultó herido por la mientras intenta rescatar a sus compañeros. Cuatro años después, asegura que volvería a hacer lo que hizo. “No lo dudaría un momento. Eran mis compañeros”.

«No podía pensar»

No hubo tiempo de reacción ni tan si quiera para asimilar lo que estaba ocurriendo. Al menos así lo recuerda otro de los mineros que participó en el rescate de los heridos, también de los seis fallecidos a los que sacó al exterior en la jaula. “Era un goteo incesante ya no distinguía quién estaba vivo o muerto”, recuerda con un nudo en la garganta.

«Mi hijo era feliz en la mina y siempre me decía que el día no fuese contento a trabajar lo dejaría. Él tenía asumido su trabajo pero no otros no asumieron su labor de preservar la seguridad»

MANUEL MOURE, PADRE DE UN FALLECIDO

«El accidente va a estar siempre en nuestras vidas pero una vez que finalice el proceso judicial el día a día se llevará de otra manera»

MUJER DE UN MINERO HERIDO

«Ese lunes ocurrió lo mínimo porque la tragedia podría haber sido mucho mayor. Ya hubo otro accidente antes con tres heridos y no figura en ningún lugar. Era evitable al cien por cien y se irá viendo»

ROBERTO, MINERO HERIDO

Sin embrago, no olvida al primer fallecido que vio. “Hacia unas horas me había dicho que estaba harto y ahora estaba muerto. No me atreví ni a tocarlo”. Es el relato de la tragedia vivida en primera persona por un hombre que aún recuerda el silencio embriagador con el que se encontró en el exterior. “No sabes ni puedes pensar. Fue desgarrador ese silencio. Nadia hablaba”.

Fue en ese abrazo que se fundió con su hermano cuando se desplomó y entendió la gravedad de lo que había ocurrido en el pozo Emilio, donde el tiempo pareció detenerse. “Tuve suerte porque nos pudo tocar a cualquier”, recuerda este minero que, a pesar de llevar trabajando 23 años en la mina, jamás vivió un accidente de tal consideración.

La pérdida de un hijo

En el exterior de la explotación, junto al hermano de este minero también se encontraba su mujer y decenas de familiares y amigos que se acercaban en busca de una respuesta que fue fatal para Manuel Moure. Sin saber aún lo ocurrido un compañero le dio el pésame. Su hijo era uno de los seis fallecidos. “Me caí al suelo. Y sólo me hacía una pregunta. ¿Cómo se lo explicaba yo a su madre?”. Cuatro años después reconoce que perder a un hijo es un dolor que no se puede describir. Eso sí, desde ese día jamás Manuel se ha vuelto a arrodillar.

Este padre coraje ha abanderado la lucha para hacer justicia por su hijo y por esos cinco hombres “a los que dejaron a su suerte en una mina que llevaba avisando y a la que nadie hizo caso”. Y aunque es consciente de que las heridas no duelen menos si se reparten entre sus posibles causantes, siente que poco a poco los “culpables” de este accidente responderán por ello.

“Mi hijo era feliz en la mina. Siempre me decía que el día que no fuera contento a trabajar se quedaría en casa. Él tenía asumido su trabajo. Fueron otros los que no asumieron el suyo y no velaron por la seguridad de sus trabajadores”, relata Moure que ya en su día prohibió a la dirección de la Vasco asistir al funeral de los seis mineros en Santa Lucía de Gordón. “No iba a permitir que pisaran ese pabellón. No se lo merecían”.

Sin noticias de su marido

Un accidente que mantuvo en vilo a todo la provincia. EN cada rincón se podía sentir de aquellos que durante horas se preguntaban si sus familiares estaban vivos o muertos. Es el caso de una de las mujeres de uno de los mineros que se encontraban en el interior de la mina cuando tuvo lugar en el accidente. Por casualidad, se encontraba en el Hospital de León y fue allí cuando recibió una llamada de un compañero ya prejubilado. “Me dijo que algo había ocurrido en la mina”.

«Cuatro años después seguimos esperando a que pase el tren de la justicia. Pero yo no pararé hasta que llegue porque a mi hijo y a los otros cinco fallecidos les dejaron abandonados a su suerte»

MANUEL MOURE, PADRE DE FALLECIDO

«Era un goteo de heridos y fallecidos. No sabías distinguir. En ese momento no pensabas ni si quiera eras consciente de lo que había ocurrido»

TESTIGO DEL ACCIDENTE

Acto seguido, recuerda, estaba en toda la prensa. “Fue un goteo incesante de llamadas y no sabía qué decir. En una de ellas me llamó un sanitario. Estaba con mi marido en la ambulancia que le trasladaba a León. Estaba vivo”, recuerda con alivio. Sin embargo, fue en el momento en el que le abrazó cuando un sentimiento de tranquilidad le invadió.

“Estaba angustiada. Cada vez éramos más las personas que estábamos en el Hospital esperando a que llegaran nuestros familiares”, recuerda esta mujer, que agradece la buena organización del complejo hospitalario. “Me impresionó mucho verle. Estaba completamente cubierto de negro. Me dio mucha impresión. Le pregunté qué había pasado y sólo me contestó que su amigo había muerto. Qué había sido una cosa muy seria”.

Sin embargo, el día después no fue fácil. Tampoco el primer mes. Ni si quiera, recuerda, el primer año. “Ha sido un cambio total. El primer año fue horrible porque sigues viviendo en ese día. Incluso el segundo. Pero ves que el tiempo pasa y entiende que tienes que seguir adelante”. Pero la huella del accidente está presente en el carácter de su marido. Incluso en su mirada. “Su forma de ser ha cambiado. Ahora es más desconfiado, más arisco. Hasta la mirada ya no es la misma que antes”.

Los seis de la Vasco, que no caigan en el olvido

Cuatro años después, es consciente de que el accidente de la Vasco va a estar siempre presente en sus vidas, sin embargo, confía en que, de alguna forma, puedan empezar a mirar hacia adelante una vez que se celebre el juicio en el que se dirimen las responsabilidades. “Es difícil pasar página si tienes algo ahí que te lo recuerda casi a diario”, recuerda esta mujer que, en todo momento, ha defendido que el accidente fue fruto de una negligencia. “Lo teníamos muy claro. No vamos a parar hasta que toda la cúpula de la Vasco esté sentada en un banquillo”.

Porque, según recuerdan aquellos que cada día trabajaban en el pozo Emilio, existía un “peligro real”. “Que la mina estaba mal eso es segurísimo. Por ello es necesario que, de una vez por todas, se dé una respuesta a lo qué ocurrió ese 28 de octubre”, recuerda el extrabajador de la Vasco.

Vídeo. El accidente del pozo Emilio, en el recuerdo. leonoticias

No obstante, según asegura Moure, sea cuál sea el resultado del juicio, jamás se va a hacer justicia real. “¿Quién le explica a mi nieta que con 40 días la dejaron sin padre? ¿Cómo se valora cada día que ha estado sin su padre?”, pregunta este minero jubilado que advierte que “mientras vivía nadie podrá pararme. Porque la mina avisó pero nadie hizo nada”.

Cuatro años después, los cuatro mantienen vivo el recuerdo de ese fatídico lunes y todos coinciden en la necesidad de que se haga justicia pero, sobre todo, que no se olvide. Que jamás se borre de la memoria de la familia minera y de León que el 28 de octubre de 2013 seis hombres perdieron la vida en las entrañas de la tierra.

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