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Ferrer, manteado por sus compañeros Sergio Pérez-Reuters
El emotivo y merecido homenaje a David Ferrer

El emotivo y merecido homenaje a David Ferrer

El alicantino se despidió del Abierto de Madrid con el apoyo y el reconocimiento del público

Antonio Vega

Madrid

Jueves, 9 de mayo 2019, 20:18

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Faltan epítetos de loa, el homenaje que se le dedicó cerca de la medianoche madrileña del miércoles, a uno de esos personajes que cuando abandona un sitio, una reunión, o la práctica deportiva por ejemplo, se le echa, por todos, irremediablemente de menos. En este caso nos estamos refiriendo a David Ferrer, un caballero de 37 años, alicantino y a partir de hoy, ex-tenista profesional. Casi se puede decir que lo de ex se le ha quedado sólo adherido a su profesión de tenista, porque sigue y seguirá teniendo, en ejercicio, un buen puñado de cualidades y virtudes, como persona, que hará que cuando «no esté» o abandone algún sitio, a los que hemos estado junto a él o le hayamos seguido en sus quehaceres humanos y sociales, nos parecerá que nos quedamos huérfanos de alguna parte de nuestra identidad social y personal.

No existen muchos tipos como David, lo dice alguien que le ha conocido bien, gracias al amor compartido por ese deporte tan difícil, como es el tenis. Una persona amable, cercana, humilde. Hay que recordar a este respecto una final de Copa Davis en Mar del Plata frente a Argentina (aquella en la que no estuvo Nadal por lesión). David pierde el primer punto de la eliminatoria, frente a Nalbandian (España terminó siendo campeona por 3-2) y en declaraciones post-partido a TVE declaró: «He tenido un mal día, pido perdón porque creo que no he estado a la altura…» En aquellos momentos David era top 8 y hay que tener mucha casta personal para decir eso, sólo le faltó añadir aquello de: no doy la talla, que pongan a otro…Lo que vimos a continuación en la eliminatoria, es que el argentino poco menos que arrastraba los pies en el doble, que terminó perdiendo de la «paliza» que le había propinado el alicantino, aun perdiendo.

A lo largo de su carrera tenística, David era temido por los rivales que «a priori» eran favoritos frente a él, que eran muy pocos, por cierto, porque sabían que para ganarle «no había que tener prisa en volver al hotel» como se repite en el argot al uso, horquilla de duración del partido, de tres a cuatro horas y media en la pista si le querías ganar y jugando muy bien. Ferrer lo daba todo en la pista, y además como ha sido un gran profesional, su preparación física y técnica solía ser excelente y su mentalidad le impedía aceptar la derrota hasta que no perdía la última bola del partido.

Sus entrenamientos y preparación física, corriendo durante horas por las arenas de las playas de su querida Alicante y por esa sierra de topografía empinada, idónea para endurecer las piernas, capacitar los pulmones y en definitiva domeñar el espíritu, han hecho de él un atleta casi imbatible física y mentalmente hablando.

Su trato con la prensa ha sido siempre afable, cercano con sus compañeros de profesión, no distinguía entre rivales y compañeros de equipo. Entre sus decepciones, que las hay, como nos pasa a todos en la vida, hay que recordar la final del Master 1000 de Miami (torneo que se resiste a Nadal sin ganar en las tres finales que ha jugado) frente a Andy Murray. David tiene pelota de partido, la única que dispuso. Murray roto por el calor y la humedad que había en Cayo Vizcaíno (la sede de ese torneo, justo hasta este año) y porque llevaban los dos atletas en la pista más de tres horas de partido (hay que tener en cuenta que estaba jugando David, frente a alguien que era el ligero favorito del partido). Intercambio de golpes tremendo en ese punto, finalmente derechazo suicida del británico, jugándosela, a la derecha de nuestro ídolo que llega «in extremis» y tiene que dar un «botepronto» que se estrella en la red. Nadie canta nada… ¿dónde había botado la bola del británico? Segundos de incertidumbre, incluso para Murray. David pide el ojo de halcón…Veredicto: la bola había tocado escasamente línea por fuera. Ahí se le escapó el torneo a David, que lógicamente al final felicitó muy correctamente a su rival, aunque con lágrimas en los ojos…Otra muesca más para un grande que ya puede irse al hotel merecidamente a descansar…

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