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Con Ferrari, Broooks acarició el título de campeón en 1959.

Tony Brooks: el piloto brillante, el hombre discreto

Historias de la Fórmula Uno ·

El pasado mes de mayo, a los noventa años de edad, nos dijo adiós el último superviviente de los vencedores de un Gran Premio de la década de los 50

Santiago de Garnica

Viernes, 1 de julio 2022, 12:58

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Stirling Moss dijo que si un día hacía un equipo de Fórmula Uno, contaría con Jim Clark y Tony Brooks. Y, para los amantes de las estadísticas, conviene recordar que Brooks ganó 6 de los 38 grandes premios oficiales en los que participó, una buena ratio que le sitúa por delante de muchos campeones del mundo. Por cierto que, aunque no era puntuable, ganó el primer gran premio de Fórmula 1, el de Siracusa, en el que participó. Tenía 23 años, aún era alumno de Odontología, y en el vuelo hasta Sicilia, dedicó el tiempo a estudiar sus apuntes de clase para preparar los exámenes. Cuando aterrizó, fue al circuito, dio por la noche unas vueltas en un scooter y al día siguiente ganaba.

Su carrera fue corta: seis años, y solo tres pasados al más alto nivel: en Vanwall y Ferrari. En la escudería inglesa de Tony Vandervell, compartió con Moss el honor de lograr el primer triunfo de un monoplaza británico en la F1: Gran Bretaña, Aintree, en 1957. Al año siguiente, siempre con Moss, daba a Vanwall el primer campeonato de marcas de F1, imponiéndose en tres grandes premios (Bélgica, Alemania e Italia). Bélgica, le encantaba el peligroso trazado de Spa: «me parecía la esencia de un verdadero circuito de Gran Premio, muy rápido, que exige precisión, sin margen de error. Nadie me convencerá de que no hay mayor desafío para un piloto que, si sabe que se sale, podría hacerse daño. Muros de ladrillo, árboles y zanjas infunden mucho respeto, creedme. Puedo recordar a pilotos que eran rápidos en circuitos trazados en aeropuertos y que no representaban peligro alguno en un trazado tipo Spa».

En el viaje de ida para correr su primer Gran Premio, dedicó el tiempo a estudiar sus apuntes de Odontología

Y en 1959, en Ferrari, lucharía hasta el final por el título contra Jack Brabham y el pequeño Cooper T51, mucho más ágil que su pesado Ferrari 256.

Además, fue un brillante piloto en sport, con dos impresionantes victorias al volante del Aston Martin DBR1 en 1957 en los circuitos más difíciles y peligrosos: bajo la lluvia en Spa-Francorchamps y frente a los Ferrari en Nürburgring. Y sin olvidar un triunfo en el selectivo Tourist Trophy de 1958, sobre un DBR1 b con su amigo Moss.

Tony Brooks vivió la época más difícil de las carreras, aquellas en que mes tras mes el nombre de pilotos que morían en pista aparecía en las revistas especializadas. Su fantástica victoria en Nürburgring durante el Gran Premio de Alemania de 1958 ensombrecido por la muerte de Peter Collins, con quien luchaba por la victoria, lo marcó para siempre. Sabía pilotar al límite, sin sobrepasarlo para no correr el riesgo de cruzarse en el camino de la Parca, siempre presente al borde de las pistas. Esto es quizás lo que le llevó a retirarse bastante pronto del deporte, a la edad de 29 años, a finales de 1961: los coches de F1 que le habían sido confiados durante los últimos dos años estaban muy por debajo de los que había pilotado durante su época de esplendor.

El piloto de carreras, ahora retirado, no vivió de una consulta de dentista sino de un taller de automóviles que con los años se convirtió en uno de los concesionarios Ford más grandes del Reino Unido. Vendió esta empresa en 1993 para descansar. Sin embargo, se mantuvo muy ocupado con los eventos históricos a los que los organizadores de todo el mundo lo invitaron. Pero siempre con ese pudor natural que le distinguía. Una vida tranquila junto a su mujer, de origen italiano y que conoció durante su etapa Ferrari, y sus cinco hijos.

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