El hockey, el gol y los árboles
Uno de los Nuestros ·
Olmo Ercilla, entrenador-jugador del Caja Rural CPLV, es el alma mater del proyecto 'Un gol, un árbol' con el que ya se han plantado 7.300 ejemplares y que espera enraizar en otros deportesSantiago Hidalgo
Valladolid
Domingo, 16 de enero 2022, 09:05
La vida de Olmo Ercilla está en pleno proceso de cambios. Esta misma temporada y motivado porque Ángel Ruiz, el fundador del Club Patinaje en Línea Valladolid, fue designado seleccionador nacional de este deporte, Olmo tuvo que dar un paso adelante y convertirse, además de jugador en activo, en entrenador del equipo de élite. Un reto que su padre Fernando define como «transitar de cura a obispo», sin darle mucha importancia. Sin embargo, desde la pasada semana estos no son los únicos movimientos. Como responsable de la base y cantera de un club de 300 niños, el compaginar esta labor en la que ha estado más de una década con el jugar y además entrenar al equipo principal del club se hacía insostenible. Lo desbordaba por completo. Así que, una vez obligado a dejar la labor de formación de los próximos valores del club, Olmo se ha enfrascado en un curso de postgrado de Agricultura Ecológica en INEA. Ha vuelto a clase y a estudiar. Precisamente en algo que tiene que ver con otra de sus pasiones, al igual que el hockey: la naturaleza y el medioambiente. Lleva apenas una semana y está entusiasmado.
Olmo comenzó jugando al baloncesto y no se le daba mal. Un entrenador «muy gritón» le quitó las ganas de seguir y quizás una película le proyectó hacia dónde quería enfocar sus aficiones. Así le dijo a su madre: «Quiero ser mago o jugador de hockey». Lo primero que encontró Patricia de las dos cosas fue el hockey a través de Ángel Ruiz. Así que, en 1999, sin truco ninguno, ya tenía su primera ficha. A los pocos años surgió el enamoramiento con ese deporte. «En 2003 ganamos el primer título nacional del club en el Campeonato de España de categoría infantil. Yo era el capitán, me hinché a meter goles, así que me enganché y desde allí no he parado hasta ahora. Es como una obsesión», señala.
En todos estos años su mochila está llena de recuerdos. Ese primer título, pero también los amigos con los que ha compartido vestuario. De jovencito se marchó a Wisconsin (EEUU) a jugar y probar en el hockey hielo, pensando que iba a ser profesional de la NHL, pero allí pudo comprobar que había mucho nivel. Eso sí, aprendió y para su madre se cumplió el principal objetivo: hablar inglés. Subir a jugar con el equipo de élite, con esos ídolos a los que admiraba y con el paso de los años ganar dos Copas de Europa con el CPLV, jugar siete mundiales con la selección nacional y hasta meter un gol a Estados Unidos. Pero también cada viaje, cada partido se mezclan en un batiburrillo de experiencias todas amables y gratas. «Cuando empecé en el CPLV éramos cuatro gatos. No se conocía el hockey. Cada año se han ido dando pasos. No soy futbolista, pero el Club Patinaje en Línea Valladolid es como un Real Madrid del hockey, por su afición, cantera, títulos, equipos. Un club reconocido en España, Europa y en el Mundo. Es una pasada», ensalza Olmo.
Cuando a finales del año pasado Ángel Ruiz fue nombrado seleccionador nacional español, para el CPLV se abrían dos posibles caminos. Apostar por un técnico extranjero que a mayores de jugador pudiera venir con un libreto diferente o confiar en alguien de la casa que mantuviera la filosofía de los dos últimos años de importantes éxitos. «Ángel es como un padre para mí. Llevamos toda la vida juntos», dice Olmo, así que llegar a un entendimiento entre ambos no fue difícil. A su favor jugaba que el año pasado, a los capitanes ya les tocó llevar las riendas durante el periodo en que Ángel Ruiz estuvo de baja.
De momento las cosas funcionan, aunque según Olmo «queda por venir todo lo gordo». Ahora, el perfil es claro. Una escuadra local sin fichajes extranjeros, más equipo que individualidades y estrellas, en donde todos reman en el mismo sentido. Con un entrenador-jugador de 30 años, un capitán de 27 y el resto de apenas 20, la cantera que años atrás estuvo trabajando entre otros el propio Olmo.
Después de 16 años formando parte del equipo de élite, Olmo ha participado en muchas de las batallas y todas se las ha tatuado en su cuerpo. «Me hago un tatuaje en forma de pulsera en el brazo con cada uno de los campeonatos que logramos. Solo con el primer equipo tengo 22 títulos. Con campeonatos de España serían 35. Además, tengo una línea verde, que lo asumo como otro título más. Es la asociación 'Un gol, un árbol'. Si sigo quizás ya no me quepan en el brazo», dice…
Proyecto solidario
El proyecto 'Un gol, un árbol' empezó en 2012-2013. Las circunstancias personales le empujaron. Olmo, su nombre, es un árbol, pero es que su padre es vegano y animalista, además de vivir en el pueblo. Por parte de madre, su familia es gente de campo y agricultores. En la Copa del Rey de ese año los aficionados del CPLV decidieron hacerle un club de fans, cosa que no agradó precisamente a Olmo que, poco después, además, se encontraría con una situación personal en forma de enfermedad. Sin embargo, pensó en valerse de este club para dar luz a algo bonito. «Las medallas, las copas, los recortes de prensa de lo que ganamos terminarán en un armario o en cajón. Sin embargo, plantar un árbol, un bosque y pasear en él cuando sea abuelo es mucho más reconfortante y bonito. Así, se decidió a poner un árbol por cada gol que metiera en competición porque sin cuidar el planeta estamos fastidiados», incide.
El caso es que en esa misma Copa del Rey se lo propuso a su equipo y afición. A todos les encantó. Cada jugador aportaría un euro por cada gol anotado y comprarían con él especies diferentes. Desde allí, han seguido avanzando. Con el parón de la pandemia formó una organización sin ánimo de lucro. «He ido poco a poco. Ahora todos los chicos, las chicas, también Las Panteras se han sumado. También el hockey Liceo de Galicia ha cogido la idea. Queremos plantar árboles con los goles y así concienciar a los niños y gente joven en cuidar el medio ambiente y hacer deporte. Un deporte sano en un mundo sano».
Las últimas plantaciones se llevaron en el colegio de Girón, María Teresa Íñigo de Toro. En cuentas redondas estima que ya habrán plantado 7.300 árboles y participado casi 4.000 personas, desde arbolistas, embajadores, escolares, aficionados... «Me encantaría que otros equipos, deportistas lo replicaran. Por ejemplo, el fútbol. Ronaldo Nazario podría colaborar a replantar en el Amazonas», dice.
Volvamos a la vida. Un año antes de esa Copa del Rey, a la hermana de Olmo Ercilla le diagnosticaron Esclerosis Múltiple. Todo comenzó porque de repente no podía hablar ni mover la lengua. Olmo se volcó en apoyarla sin saber, las cosas, que 12 meses después a él también le diagnosticarían esa enfermedad. Problemas cuando presenciaba una película en casa, visión doble, incluso jugando veía dos sticks en una concentración con la selección española. Ahora ambos están bien. Fue un brote que ya han controlado a base de inyecciones y pastillas de una sintomatología que como él dice es como el Covid, «la enfermedad del miedo. No sabes lo que te va a pasar». Sin embargo, a Olmo lo encuentra fuerte y listo para la pelea. Para jugar, entrenar a la vez y hasta velar por el medio ambiente. En fin, para vivir.
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