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santiago hidalgo chacel
Sábado, 5 de noviembre 2016, 13:11
Solo los hados saben qué tuvo que acontecer para que el deporte de la esgrima volviese a renacer en Valladolid. Aún no había acabado el siglo XIX cuando se circunscriben esas viejas historias que situaban a la familia Castellanos, Cándido y también su hija Teresa, con una academia de esgrima en la calle Veinte de Febrero, o a los maestros italianos Pini y Sebastián Pardini frecuentando los lugares emblemáticos de la ciudad con animosas exhibiciones de florete y sable. A su lado, apellidos ilustres y de familia, militares, empapándose todos en el arte de la espada. Sin embargo, esto desapareció
Hubo de pasar más de un siglo. Tres estudiantes en el INEF de Madrid dos vallisoletanos uno llegado desde el baloncesto, otro del fútbol, y una fémina, esta proveniente desde la gimnasia rítmica, que, imbuidos del espíritu de la formación, llegaron a la licenciatura con la especialidad de maestro nacional de armas de esgrima. Eran Leoncio Moncho Alarcia, Cruz José Alonso e Isabel Torres. Los tres recalarían por donde pasa el Pisuerga.
Cruz José Alonso (Valladolid, 1962) fue uno de ellos. «En mi caso, comencé a estudiar porque los profesores que la impartían eran muy serios: Saucedo y Sarraute, además del sueco Martin Kronlund. Ninguno habíamos tenido anteriormente contacto con la esgrima», declara.
Que tres maestros en este arte se juntaran daba para pensar que de aquí iba a salir algo potente. Así, comenzaron a organizarse cursos de formación vinculados a las escuelas deportivas municipales, aunque al poco deciden constituir el 15 de noviembre de 1989 un club bajo el nombre de Valladolid Club de Esgrima, presidido inicialmente por Martínez Valladares. Los arranques son con el arma del florete, aunque este dejó paso a la espada, con menos complicaciones en cuanto al arbitraje.
Pronto llegó, además, Juan Ramón Merino Bocos, con parecidos antecedentes. Un nuevo licenciado y maestro de esgrima, en este caso originario del mundo del rugby. Curioso. Baloncesto, fútbol, gimnasia rítmica y rugby, que terminan convergiendo al servicio de la esgrima, «un deporte que aporta mucho en cuanto al trabajo de toma de decisiones», según Cruz Alonso.
«Comenzamos en el Polideportivo Pisuerga, donde se ubicaron luego las oficinas del Fórum; después, en precario, en un gimnasio en los sindicatos, y más tarde, en Canterac», dice Cruz. Para el club supuso un salto de calidad cuando la FMD le cede un local en la piscina de verano de esta instalación de las Delicias. «Era un edificio de dos plantas llenas de vestuarios, así que todos los socios, a pico y pala, estuvimos tirando tabiques para dejar una sala diáfana donde situar dos pistas viejas que nos cedió la Federación Española». Ahí empezaba la esgrima en serio...
Para venir de la nada, el primer éxito importante del club data de junio de 1995 cuando José Miguel García Oliveri se proclama en Madrid campeón de España de menores de 15 años. Daniel Pascual, Luis Manuel García e Isabel Torres, varias veces campeona de España en veteranos, seguían dando medallas al club hasta que, en 2003, Raquel de Antonio, otra de las tiradoras más importantes, se proclama subcampeona de España absoluta de primera categoría y María Steinberg hace bronce. Un año después, estas dos, más Carolina Ferrandis y Alicia González, logran el bronce en el absoluto por equipos y lo mismo los chicos, Daniel Bravo, Josué Herrero, Rubén Méndez e Iván Trebejo, quien con su llegada dio otro empuje a la entidad. «Iván era subcampeón olímpico y campeón del mundo por equipos. Tuvimos contacto con él porque la selección cubana estuvo concentrada en Madrid y les invitamos a una exhibición. Con ocasión de un campeonato del mundo en Lisboa, se escapó de la concentración y estuvo aquí tres años», dice Cruz.
Raquel de Antonio fue campeona de España absoluta en 2006 y ya apareció Teresa Delgado a sumar entorchados en las inferiores y de ahí para arriba. Lo mismo que Marcos García Valverde (subcampeón de España absoluto en 2014), María Martín y Macarena Centenera. Esta, junto a Dóra Kiskapusi, Teresa Delgado y Susana Blanco, se proclama medalla de oro en el absoluto en 2010. «Dora Kiskapusi vino desde Budapest. Quería aprender español. Esto le gustó, la metimos en Río Esgueva, después conoció a su novio, se casó y lleva aquí ocho años», comenta Cruz. También formando y dando clase, lo mismo que hizo Trebejo y Yonier Pérez, otro cubano, buen tirador que entrenaba el equipo de pentatlón moderno.
Inés Martín, Noé Bermejo, Daniel Alarcia, Diego Balmori, Guillermo Nieto y otras promesas. En total, han sido 55 medallistas y más de un centenar de preseas las obtenidas en campeonatos de España para encumbrar esta referecia nacional. «El éxito no fue ponerlo en marcha, sino haberlo continuado 27 años con resultados extraordinarios», relata Cruz, quien afirma que no se ha podido parar a repensar dónde se encuentran. «Nos han ido atropellando los acontecimientos. Cuando empiezas, tu ilusión es ir ganando, aunque no sé si en ese sueño estaba lo que hemos logrado». La temporada 2014-2015, el VCE fue el club que obtuvo más medallas en todas las categorías. Diecisiete en total. Y en 2016, cosechó un triplete histórico de títulos nacionales. Y ya son 200 federados ahora en Río Esgueva.
Si la esgrima en Castilla y León cuenta con un cierto arraigo, Valladolid, además, tiene el orgullo de haber organizado tres campeonatos de España. Y los que vengan. «Hubo que cambiar los estatutos de la Federación porque decían que no podían salir de Madrid», dice Cruz. Aun así, este deporte lucha por una mayor visibilidad. Ni siquiera el olímpico José Luis Abajo Pirri en los JJ OO de Pekín pudo darle ese impulso que, curiosamente, sí que recibió años antes con otro español, el campeón del mundo en Denver Manuel Pereira, aunque en este caso fue gracias a la campaña televisiva de El Corte Inglés.
Sin embargo, con noviembre y como todos los años, con la tradicional representación del Tenorio en los teatros vallisoletanos se volverá a ver a varios espadachines que posiblemente guarden relación con el VCE. Para recordar viejos tiempos. Para rescatar viejas historias
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Claudia Turiel y Oihana Huércanos Pizarro (gráficos)
Óscar Beltrán de Otálora y Josemi Benítez (Gráficos)
Lourdes Pérez, Melchor Sáiz-Pardo, Sara I. Belled y Álex Sánchez
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