Hay algo de masoquismo en querer que comience un Mundial. Que llegue, a la vez, también es que empiece a acabarse. Habrá pocos amantes del ... fútbol que no se hayan quedado con detalles de ese Mundial de su infancia, con el recuerdo de ese equipo que le acabó sorprendiendo. Y digo ese porque siempre hay sólo uno. Ese torneo que se graba a fuego. Ese que es el primero que vivimos con los cinco sentidos y que nunca será igual a los demás. Hasta en el de Catar, el de las polémicas y las dudas éticas, habrá millones de niños que lo tomen como referencia para siempre. Que sea en ese dónde sientan, por vez primera, esa picadura del fútbol. Ese veneno.
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El drama y la gloria son parte fundamental para nosotros, los aficionados. Este deporte y en especial el Mundial, convive naturalmente entre esos términos. Hoy, habiendo pasado ya uno de sus umbrales principales, la fase de grupos, empieza a haber un listado de héroes y de villanos. Entre estos últimos, destacando, Dinamarca y Bélgica. La selección danesa, quizá por las buenas sensaciones de la pasada Eurocopa, parecía un grupo interesante. El combinado belga, como viene siendo ya costumbre, paralizada ante un evento de envergadura en la última parada de una generación para el recuerdo. Hans-Dieter Flick y sus muchachos de momento no han dado con la tecla para ser la Alemania que se esperaba y se la echará de menos, quizá no por simpatía, pero sí por tradición. Irán, en medio de la vorágine social en sus calles, no pudo celebrar nada más que la buena cara mostrada por un seleccionado dividido y con la cabeza en otra parte. Uruguay despide a sus héroes con mejor cara con la que empezaron, pero entre lágrimas, y Serbia, equipo fetiche para muchos, se queda en tierra por no poder equilibrar su calidad en ataque con una seguridad defensiva a la altura de las circunstancias. Incluso algunas de las que consiguieron pasar dejaron dudas, como la propia España, que siempre dejará la duda de si, ante Alemania y Japón, le pudieron las piernas, las ideas o la conformidad, o Inglaterra, a caballo entre la efectividad y la desidia.
Aun así, siempre habrá espacio para las sorpresas y los apuntes positivos. Como el de Canadá, que cae, pero que deja buena muestra del gran trabajo realizado estos años. O Marruecos, que parece tomarse muy en serio un Mundial en el que el siguiente peldaño será contra España. Brasil y Argentina siguen pisando fuerte a pesar de las diferencias en el camino, con los de 'Tite' bailando y los de Scaloni sufriendo, pero con la certeza de que en ambas creen que puede ser su momento. Francia duda poco y convence al estilo de 2018, incluso tras la baja de Benzema, que no ha podido sumar un Mundial más en Catar. Japón, valiente y sin complejos; Túnez, con su fuerza y entrega; Ecuador, con una generación que tendrá mucho que decir en el futuro, o Senegal, que logró superar el gran golpe de perder a su mejor jugador días antes de viajar a Catar.
Y a pesar de todo, los detalles son tan personales y particulares que cada uno se habrá guardado los suyos, sabiendo que ya no hay nada que hacer. Que por mucho que nos digan o leamos, están grabados a fuego en ese espacio que los futboleros le prestamos a este torneo. Ese lugar donde seguiremos comparando cada momento del Mundial presente con ese que nos «envenenó» por primera vez.
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