El doble orgullo de Ivo
A sus 19 años, el medio que jugaba en una finca de Basardilla se hace con una plaza en el primer equipo de la Segoviana: «Es lo que he querido siempre»
Cuando Félix Escudero puso un balón en los pies de su nieto de cuatro años y empezó a jugar con él en su finca de Basardilla no sabía que aquel niño, Iván Gómez, iba a convertirse en Ivo, jugador de pleno derecho de la Gimnástica Segoviana. El juvenil que ha derribado la puerta del primer equipo tenía porterías a medida en su jardín para dar patadas hasta que sus padres le regañaban para que volviera a estudiar. El club azulgrana, en ocasiones un consuelo para otros jugadores de superior categoría que buscar reflotar sus carreras, lo es todo para él. Un segoviano que se abre paso con los mayores. «Es lo que he querido siempre. Por la categoría. Porque es el equipo más grande de la ciudad».
Ivo (18 de marzo de 2003) era el del típico chaval que probaba cualquier deporte, pasando por la natación o el atletismo, pero el fútbol siempre estaba por encima. «Me gustaba muchísimo, más de lo normal». Empezó a jugar en el Quintanar, primero en la escuela de fútbol sala y después, en categoría alevín, en fútbol 7. «Aprendí muchísima técnica y manejo de balón en el fútbol sala». Pasó a la Segoviana en su segundo año de infantil. En su habitación tiene las fotos de todos los equipos en los que ha participado: 13 años de su vida colgados en las paredes.
Estudiante de segundo de Bachillerato, el año pasado entrenaba cuatro días a la semana con el juvenil, más el partido del fin de semana. «Por las mañanas, ir a clase. Y por las tardes, entrenar. Eso suponía llegar antes para ir al fisio o hablar con la psicóloga. Y como era capitán, me tocaba quedarme después. He estado muy implicado y me ha quitado mucho tiempo», comenta.
Formó parte del ascenso a División de Honor, el primero en la historia del club. «Fue el logro más importante que he conseguido como equipo. Lo recuerdo como un día muy feliz, fue un año increíble. Ojalá pueda repetir algo así», indica. Aquella promoción llegó tras lo más duro de la pandemia, que supuso un punto de inflexión para él. «Me sirvió mucho para pensar. Antes de la pandemia no me tomaba tan enserio el tema del fútbol, pero a partir de ahí me di cuenta de que podía llegar a algo». En su caso, se tradujo en compromiso. «Cuidarme. Intentar salir, pero con tranquilidad, lo menos posible. Y hacer cosas aparte, que es donde se marca la diferencia». Por ejemplo, una preparación física personal en casa. Su reconocimiento médico fue muy bueno. También cumple en nutrición. «Como muy bien porque mis padres cocinan muy sano. Eso me beneficia. Y no abuso de guarrerías», comenta.
Después del ascenso, el centrocampista tuvo que lidiar con la otra cara, la de pasarse toda la temporada en zona de descenso y perder la categoría. «Es muy duro», resume. «Nos costó aprender a competir en esa categoría. Cuando las cosas empezaron a salir, ya era demasiado tarde. Psicológicamente, al principio lo llevas más o menos bien. Pero según va pasando la temporada, cuesta. Aun así, hasta el final no perdimos la ilusión». La psicóloga planteaba estrategias a cada jugador según su rol. Ivo, como capitán, hablaba del vestuario, de cómo veía anímicamente a sus compañeros. «Me vino muy bien. Me daba consejos y me mandaba una serie de test que me ayudaron, porque al final tienes estrés». Por eso en esas edades el brazalete es compartido: Ivo fue quien más partidos lo llevó, pero otros compañeros ayudaron en la tarea. «Ser capitán con 18 años es complicado porque son tus amigos y cuesta decirles ciertas cosas».
Una vez concluida la temporada en el juvenil, su objetivo era quedarse en Segovia. En julio llegó su reunión con Ramsés Gil, que le transmitió lo que necesitaba y le dijo que si él lo daba, iba a estar ahí. «Me pidió muchísima intensidad, me dijo que iba a ser una pretemporada muy dura, que iba a haber jugadores de mucha calidad y que tenía que demostrar que si tiraba la puerta, iba a estar ahí». Él reconoce que estaba «como un flan» y fue su padre, Jorge Gómez, el que asumió con contundencia el reto: «No tengáis dudas de que lo va a conseguir».
La devoción del Ramsés jugador con el club se vio reflejada en Ivo. «Me contó lo complicado que era en esa época dar el salto a ser profesional. Que cuando dejas de ser juvenil desaparece tu nombre y tienes que volver a construírtelo». Si algo transmite el técnico es confianza, esa mirada fija con la que parece visualizar lo que quiere. «Estaba convencido de que lo podía hacer y me dijo que se sentiría doblemente orgulloso por mí, porque siendo alguien de Segovia tenía más valor», asevera.
Ivo asumió el reto de forma natural: había entrenado muchas veces con el primer equipo y había sido convocado. «Me han dado su confianza, me he sentido muy a gusto». Por eso ha trasladado esa cultura de buen vestuario al juvenil. «La Segoviana es un club diferente. No sé por qué, pero lo es. Y tiene esas cosas». Su trabajo dio resultado y el 6 de agosto, antes del amistoso frente al Numancia, el cuerpo técnico reclamó su presencia en una de las barandillas de La Albuera, junto a la caseta. Ahí llegó la noticia, como si hubiera aprobado una oposición. No hacía falta esperar más: Ivo tenía su puesto en una plantilla de Segunda RFEF. También recibió la llamada del Unami. Si Ivo no hubiera logrado la plaza en el primer equipo, el plan B era marcharse al club azulón para jugar en Tercera en una especie de cesión.
Cuando le dijeron que tenía plaza, a Ivo le prometieron igualdad de oportunidades: va a jugar el que mejor esté. «Tenía muchísimas ganas de que me lo dijeran, pero en mi cabeza tenía claro que iba a estar. Me hace muchísima ilusión, pero lo que quiero ahora es demostrarlo. Esto no ha hecho más que empezar, tengo que seguir ganándome las cosas». Sin recetas mágicas, Ivo explica cómo ha derribado la puerta: «Tienes que ser humilde porque llegas a un equipo con jugadores que han estado en Segunda División. Adaptarte lo más rápido posible. Los primeros días, con esa intensidad, fueron complicados. Aprender, hacer mucho caso de lo que te dicen los compañeros y el entrenador».
Ivo se declara madridista y admirador de Luka Modric. Es natural que tuviera predilección por Álex Conde, el media punta de referencia de las últimas temporadas, o por Fernán Ferreiroa, quizás el jugador más creativo que ha conocido el club en la última década. «Yo le vía y decía: quiero ser como ese». Sin un recambio claro para Conde, ese puesto está vacante, con efectivos polivalentes como Borrego y de calidad contrastada como Fernando Llorente como candidatos. «Mi cabeza está en conseguir lo máximo. Ahora mismo no sé dónde están mis límites. Voy a intentarlo», concluye.