La otra Media Maratón de Valladolid: el cosquilleo de volver a correr en casa
DESDE DENTRO DE LA CARRERA ·
La Valladolid atlética presume del pavés de San Pablo, del metálico Puente Colgante y hasta del controvertido carril bici de Isabel la CatólicaCuando corres junto a uno de tus ídolos de la infancia todo cobra otro color. Hasta la lluvia –que dejó a muchos en casa (os pusimos falta)– moja algo menos. Pasamos lista en esos cajones improvisados para separar corredores, con los termómetros de pega –sí, de pega, hasta que se demuestre lo contrario–, porque aún está en busca y captura un aparatito de esos que detecte a un atleta con más de 37 grados –y ya van unas cuantas carreras este año–.
Unas cuantas, pero en otros lugares, porque Valladolid recuperaba este domingo el pulso al atletismo 'masivo'. Al mismo tiempo lo hacía Londres, y hace una semana Madrid... ¡Con 30.000 corredores! Berlín, Nueva York, en breve... Sí, definitivamente las zapatillas están de vuelta.
Volviendo a Pucela, a su Media Maratón, la trigésimo segunda edición pasará a la historia por ser la de la recuperación, que es algo muy manido estos días, casi como la Vuelta al Cole, pero en versión reencuentro. Los hubo con aquel compañero de fatigas de la última edición; aquel atleta con el que coincidiste en no sé que carrera en el año dos mil 'X' y que de golpe y porrazo apareció a tú lado en uno de esos cajones con los que la organización dividió al casi millar de corredores para evitar «algo» las aglomeraciones –y es que es difícil ponerle barreras al campo–.
–¿Qué tal? –Bien. ¿Cómo llegas? –Corto de entrenamientos, porque con esto de la pandemia... Y así, la cinta se repetía, delante y detrás; a la derecha y a la izquierda; mientras mirabas el enésimo 'live' de la salida de la carrera –que eso de ver las cosas por la pantalla también parece que ha llegado para quedarse... ¡Qué pena! ¡Con lo que gustan las palmas y los ánimos!
La salida, como no podía ser de otra forma –y esto que no me lo toquen– fue en ese punto neurálgico, en el que el deportista de fuera puede disfrutar del repetido selfie junto a las letras de Valladolid con Caballería de fondo. Y sí... ¡La Media Maratón ha mejorado! Tiquismiquis, como las meigas, 'haberlos haylos', por aquello de las dos vueltas a un mismo circuito... (Aviso: 'spoiler', dicen que lo cambian para 2022, pero a ver el Ayuntamiento, porque por cada corredor sonriente, hay un conductor cabreado, y no está lo del tráfico en la ciudad como para hacer el pino puente...).
Aún así, el recorrido tiene su punto. Estoy seguro de que a los que tienen corazón de ciclista, la lluvia y el adoquín de San Pablo les transportó a la París Roubaix, sin barro, pero con charcos con los que pasar de puntillas para no deslucir el último modelo de 'zapa' de carbono incluido. Que pasar dos veces por el Puente Colgante tiene su encanto; así como jugar con el contador de bicis de Isabel La Católica y ver si aceleras y tus piernas pasan por las de dos ruedas con las que engrosar la futura estadística municipal.
Para cada uno habrá un motivo. Para Jesús, volver a correr sin fatigarse tras la covid; para Ricardo –atleta ciego– volver a cruzar esa meta; y, para mí, correr con Don Víctor Fernández y sentirme como Joseba Llorente al emular el gol más rápido de la Liga, aunque este nos llevase poco más de hora y media de 'partido'.
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