Vocación de clásico
100 escritores, 100 artículos ·
Gonzalo Hidalgo Bayal: «Por mor de la congruencia que se aprecia entre la persona del escritor y la obra, su universo literario se percibe no ya como creíble sino sobre todo como auténtico»Gonzalo Hidalgo Bayal
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:44
Desde un punto de vista estrictamente literario no creo que sea pertinente, ni siquiera justo, conjeturar las «posibilidades de supervivencia» de un escritor o perder el tiempo calibrando si ha alcanzado «categoría suficiente para afrontar la inmortalidad literaria», porque es tarea incierta adivinar los derroteros estéticos del futuro, porque las obras pertenecen siempre al presente y porque ninguna hipótesis futurista refrendará ni acrecentará el mérito de una obra más allá de sí misma.
De modo que no cabe encomendar a ninguna vigencia futura el valor que la obra de literaria de Miguel Delibes tiene hoy y ha venido teniendo desde que el autor obtuvo el premio Nadal en 1947. Como lector, no es insensato pensar que Delibes se inició en la literatura con vocación de clásico, que el clasicismo formaba parte de su carácter y de su naturaleza y que por eso se adscribió sin tremendismos ni alharacas ni imposturas a la tradición de un realismo sobrio y sereno –«tampoco la imaginación era mi fuerte», dijo de sí mismo–, pobló sus novelas de personajes humanos (ergo, memorables) y nunca dejó que el propósito exterior de fondo, aun siendo procedente, privara a sus historias de amenidad y autonomía y las redujera a apéndice de un pensamiento social o moral previo. Si, además, por mor de la congruencia que se aprecia entre la persona del escritor y la obra, su universo literario se percibe no ya como creíble sino sobre todo como auténtico, no parece que haga falta conjeturar hasta donde se alargan la obra y la sombra de Miguel Delibes.
Más sobre Delibes