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Joaquín Díaz. Alberto Mingueza

Un venero rico y natural

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Joaquín Díaz: «La vida, que da muchas vueltas, vino finalmente a ligarme de múltiples formas y en innumerables ocasiones con el verdadero Delibes, a quien admiré y traté con respeto y cariño, bebiendo de sus fuentes y de sus ideas»

Joaquín Díaz

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:43

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La primera vez que escuché hablar de Miguel Delibes fue en casa y a mi madre. Por razones de vecindad compartía tiendas comunes del barrio con Angelines, la esposa del escritor, a quien profesaba un verdadero afecto y con quien disfrutaba de conversaciones matinales mientras esperaban la vez en la pescadería de Felipe o en la carnicería de Vergara.

Poco más tarde, ya en el Colegio de Lourdes, compartí aula con Miguel Delibes junior, a quien nunca pregunté –aunque muchas veces tuve ganas de hacerlo– qué se sentía al tener que estudiar a tu padre en un libro de texto. La vida, que da muchas vueltas, vino finalmente a ligarme de múltiples formas y en innumerables ocasiones con el verdadero Delibes, a quien admiré y traté con respeto y cariño, bebiendo de sus fuentes y de sus ideas. Muchas de ellas, relacionadas con lo rural y el equilibrio deseable entre el progreso y el cuidado del medio natural, me inspiraron a la hora de defender valores que están más allá de lo profesional y se inscriben con todo derecho en el terreno de la ética. Su crítica a un progreso «de dorada apariencia pero absolutamente irracional» me pareció siempre ejemplar y un modelo a imitar. La obra de Miguel Delibes, por más que el tiempo pase, seguirá siendo un venero rico y natural que enriquecerá a través de su lectura nuestra mentalidad y nuestro comportamiento.

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