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Veinte colaboradores de El Norte escriben sobre las novelas de Delibes

Con ilustraciones de seis de los personajes más singulares de sus obras

El Norte

Valladolid

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:38

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'Aún es de día' (1949)

Luis Marigómez

'Aún es de día' (1949)

El autor se desdice en público de su segundo libro y lo deja señalado para mal. Después del premiado 'La sombra del ciprés es alargada' (1948), ese tratado de ascetismo castellano, y antes de lo que se considera su primera obra maestra, 'El camino' (1950), que comienza una de las vetas más fructíferas de su obra, el elogio de lo rural, las aventuras de un dependiente en una tienda de telas, contadas en clave expresionista, con elementos de humor negro y tremendismo hispano le avergüenzan un poco, pero no tanto como para negarse a publicarlo, en el momento de terminarlo y en recopilaciones posteriores.

Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso' (1983)

Vidal Arranz

Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso' (1983)

En una obra como 'Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso', humilde, pero, al mismo tiempo, de difícil catalogación, aflora una faceta de Miguel Delibes no siempre reconocida lo suficiente: su incansable interés por la exploración formal, y por la búsqueda de nuevos territorios para su arte literario.

'El disputado voto del señor Cayo' (1978)

Joaquín Robledo

'El disputado voto del señor Cayo' (1978)

El cielo en lo alto, tan lejos de Castilla, no hubo forma humana de desentrañarlo. Como el empellón democrático llegó a España después que los tractores, el señor Cayo ya había tenido tiempo de quedarse solo. El medio rural había casi completado la primera fase de la despoblación, las generaciones más jóvenes, las fértiles, habían buscado futuro y acomodo en el País Vasco, Cataluña o Madrid. La segunda toma forma de cuenta atrás, «en Martos (quedan) cinco. Aguarde, digo mal, cuatro, el Baudilio falleció el mes pasado». Así, hasta que el último apague la luz.

'Cinco horas con Mario' (1966)

Eduardo Moga

'Cinco horas con Mario' (1966)

'Cinco horas con Mario', publicada en 1966, es un clásico tan clásico que hasta se hizo lectura obligatoria –no sé si todavía lo es– en los colegios españoles. Aunque no estoy seguro de que el tortuoso monólogo de la antipática Carmen, dirigido a su difunto marido, constituya una lectura placentera para los adolescentes. El discurso de la viuda, muy poco desconsolada, parece un monólogo interior, pero no lo es: está, todavía, demasiado articulado como para discurrir libremente, con la fuerza ecoica y la iluminadora imprevisibilidad de los verdaderos flujos de conciencia.

'Diario de un cazador' (1955)

Ignacio Sanz

'Diario de un cazador' (1955)

Bajo el reclamo de la caza, qué magnífico retrato social hace Delibes de la posguerra española. Impecable. Lorenzo, el cazador que nos cuenta su vida cotidiana, trabaja de conserje en un instituto. Pese a que su pasión le viene desde niño, es decir, la mamó al lado de su padre, la caza no es una mera distracción, una manera de pasar un fin de semana de asueto deportivo. El morral ha de pesar cuando regresa a casa cansado de pedalear en la 'burra'; da lo mismo pelo o pluma, el caso es que su madre se ahorre el viaje a la carnicería que la economía doméstica no está para tafetanes.

'Diario de un emigrante' (1958)

José F. Peláez

'Diario de un emigrante' (1958)

Uno comienza viendo en Lorenzo la cara de Delibes y termina imaginando la de Alfredo Landa en una película de los sesenta, con el 'pack' íntegro de Torremolinos, el 600, las suecas y demás. Porque, bien pensado, Lorenzo es un hombre de su tiempo, un hombre vulgar, vago, bebedor, cazador, machista, envalentonado y bocazas. Si de algo no peca es precisamente de mujeriego, aunque el acoso que sufre por parte de su tía política aporta a este diario el aroma que le faltaba para ser una de esas películas con López Vázquez –un admirador, un siervo, un esclavo– quitándoselas de encima.

'Diario de un jubilado'

Juan Villacorta

'Diario de un jubilado'

Es misión casi imposible resumir en líneas la figura y la obra de Miguel Delibes, una de las plumas más relevantes de nuestro país en el pasado siglo. Nada descubro si destaco la prosa del genio de Delibes, tanto en su vertiente puramente literaria como en su faceta periodística, ligada toda su vida y ya para siempre al periódico de su vida, El Norte de Castilla, publicación de la que ha sido cuerpo y alma y ángel protector de sus designios.

'El camino' (1950)

Fermín Herrero

'El camino' (1950)

Nada más publicarse 'El camino' en el quicio, justo a mitad, del siglo XX, la escritora Carmen Laforet, que había precedido, como primera ganadora, a Miguel Delibes en el palmarés del Nadal, se congratulaba de la aparición de la novela, pero al tiempo mostraba unas prevenciones que al cabo no han supuesto ni hándicap ni inconveniente para su difusión y éxito: «Yo deseo a este libro la suerte de caer en manos acostumbradas a manejar libros para que puedan apreciar su fuerza y su belleza»

'El hereje' (1998)

Adolfo García Ortega

'El hereje' (1998)

La última novela de Miguel Delibes. Es una portentosa novela histórica que combina lo íntimo con lo público para envolver al lector, a través de una admirable escritura, en el ambiente de la Castilla imperial del siglo XVIEl contexto argumental sumerge en la pormenorizada vida de un hombre complejo, Cipriano Salcedo, que busca la libertad de conciencia a la vez que la plenitud del amor, algo que siempre le será esquivo, y se ve inmerso, por buena voluntad, en el centro del debate de la Reforma luterana en España.

'El tesoro' (1985)

Jorge Praga

'El tesoro' (1985)

En el último tramo de su producción novelística Miguel Delibes hizo más explícito el nudo autobiográfico de sus argumentos: la revisión de su participación en la Guerra Civil en 'Madera de héroe', o el final de la vida de su mujer en 'Señora de rojo sobre fondo gris'. 'El tesoro', que vio la luz en 1985, descubre sus fuentes en la dedicatoria a su hijo Germán, que acababa de obtener la Cátedra de Prehistoria en la Universidad de Córdoba.

'La hoja roja' (1959)

Luis Díaz Viana

'La hoja roja' (1959)

«Le alcanzó la voz inflamada de la muchacha antes de que su rostro obtuso, de tez renegrida y frente cerril, traspusiera la puerta de la cocina». Así nos presenta Delibes en La hoja roja a la Desi, la chica de servicio que, a pesar de su perfil de personaje secundario y casi sainetesco, acabará cumpliendo un papel importante en el transcurso de la novela.

'La sombra del ciprés es alargada' (1947)

Gonzalo Santonja

'La sombra del ciprés es alargada' (1947)

Atravesamos el río por el Puente Viejo y salimos a campo abierto», escribe Miguel Delibes en el capítulo décimo segundo del libro primero de 'La sombra del ciprés es alargada', Premio Eugenio Nadal 1947, relato plenamente abulense (en Ávila se hizo hombre el protagonista y, golpeado por la vida, a Ávila regresó para hundirse en su intemporalidad) y comienzo de todo, narrativa la suya río que, parafraseando a Manrique, va a dar en la mar, que es el vivir, presidida por la plenitud del castellano más limpio y la grandeza moral.

'Las guerras de nuestros antepasados' (1975)

Tomás Val

'Las guerras de nuestros antepasados' (1975)

Que Delibes era pesimista lo advertimos en su primera novela, 'La sombra del ciprés...' En sus relatos, aprendimos que la muerte espera en cada recodo del camino; que la violencia y el egoísmo forman parte de la condición humana; que los más indefensos son siempre los más perjudicados. 'Las guerras de nuestros antepasados' fue publicada en 1975 y muchos vieron en ella un negro presentimiento acerca del futuro tras la muerte de Franco. Dos meses antes, noviembre del 74, había muerto Ángeles de Castro, esposa del escritor, lo más trágico en la vida de Delibes y que le reafirmó en su visión más bien oscura de la existencia.

'Las ratas' (1962)

Tomás Sánchez Santiago

'Las ratas' (1962)

El pacto de lectura con todo libro es movedizo. Acudimos de nuevo a obras leídas anteriormente y encontramos matices y revelaciones que entonces pasaron inadvertidas; y se impone una lectura diferente, pasada por el tamiz de la nueva actualidad con la que la contrastamos. Leo de nuevo 'Las ratas', tantos años después, y compruebo qué lejos queda el mundo descarnado y rural, casi neolítico, reflejado en esa novela de 1962.

'Los santos inocentes' (1981)

Agustín Remesal

'Los santos inocentes' (1981)

Como si el destino de un ser humano hubiera de recorrer el camino marcado por una hilera de hitos confusos, Azarías tiene una curiosa forma de contar: recita con precisión del uno hasta el once, y luego salta al 43. Ese protagonista radical de la novela 'Los santos inocentes', al que conociera su autor en una cacería, habitó la memoria e inquietó la incertidumbre permanente de Miguel Delibes durante casi tres décadas.Su primera versión del personaje, el cuento 'La milana' publicado en 1963, el mismo año en que abandonó la dirección de El Norte de Castilla, abrió la puerta del narrador al que él mismo llamaba «un cazador que escribe».

'Madera de héroe' (1987)

Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan

'Madera de héroe' (1987)

Cuenta Fernando Fernán Gómez en sus memorias 'El tiempo amarillo', que una señora le señaló que los españoles, a pesar del tiempo transcurrido desde la Guerra Civil, seguimos viviendo obsesionados por ella. Ello explica la cantidad de obras que se han escrito sobre la misma. Para los escritores que la vivieron era un modo de explicarse aquello –la 'gorda', como dice una de las protagonistas de 'Madera de héroe'–.

'Parábola del náufrago' (1969)

María Ángeles Sastre

'Parábola del náufrago' (1969)

Les prometo que no voy a hacer un 'spoiler' de la novela [sigue al final]. Cuando leí por primera vez esta novela, en mis años de estudiante universitaria, todo me pareció raro, inquietante y que casaba poco con el universo de Delibes. Hoy me lo parece menos.

'El príncipe destronado' (1973)

Jesús Nieto Jurado

'El príncipe destronado' (1973)

Lo primero que llama la atención de 'El príncipe destronado' es el exceso de diálogos. Del laconismo del Nini o de Daniel el Mochuelo, en la novela de marras hay un ambiente conversacional que, de entrada, nos da un rumor de vida, de hogar.

'Señora de rojo sobre fondo gris' (1991)

Carlos Blanco

'Señora de rojo sobre fondo gris' (1991)

Cuando Umberto Eco se mudó a la gran narración sintió el temor pudoroso de ser vencido por su autobiografía. El autor de 'El nombre de la rosa' también dudó sobre el estilo y sus formas. ¿Cómo decir «era una hermosa mañana de mediados de octubre» sin sentirse Snoopy? Eco no tardó en darse cuenta. Cada novela era un baile de máscaras. Los titubeos del novelista en ciernes eran acertados. El exceso de seguridad y el menoscabo del pudor podrían arruinar el relato de cualquier buena historia. Vaya esto por delante.

'Mi idolatrado hijo Sisí' (1953)

David Felipe Arranz

'Mi idolatrado hijo Sisí' (1953)

Casi tres años tardó Delibes en acabar 'Mi idolatrado hijo Sisí', mucho tiempo comparado con el «mes y pico» que le llevó escribir 'El camino': junto con 'El hereje', es esta, sin duda, la obra más compleja del escritor vallisoletano. Ambientada en el Valladolid comprendido entre 1917 y 1938, al tratarse de una novela histórica, Delibes acudió a los archivos de El Norte de Castilla para documentarse, incluyendo hasta los anuncios, el ocio de la época –el cine y el teatro que estaba de moda en aquellos años–

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